Cuatro días o toda la vida para discutir políticas públicas con perspectiva de género.

En el contexto de la IV Cumbre Iberoamericana de Agendas Locales de Género celebrada recientemente en la ciudad ecuatoriana de Cuenca, desfilaron en una rica secuencia los testimonios, relatos de experiencias, propuestas de cambio y análisis de la situación de equidad en distintos países del continente ante un auditorio atento y participativo. Este encuentro fue auspiciado por la alcaldía de la ciudad anfitriona, ONU Mujeres, la Unión Iberoamericana de Municipalistas y otras organizaciones.

En estas cuatro jornadas fue posible apreciar el enorme interés de las mujeres de comunidades rurales e indígenas –y también de quienes desarrollan sus actividades en centros urbanos- de participar en las decisiones políticas de su entorno; pero, sobre todo, fue un evento muy ilustrativo sobre los grandes obstáculos opuestos por un sistema patriarcal cuya fuerza y permanencia trasciende en mucho las posibilidades reales de cambio en las estructuras de poder. Las conferencias magistrales incluidas en el programa de actividades tocaron temas fundamentales, como la búsqueda de soluciones para la consecución de estructuras administrativas igualitarias en gobiernos locales –alcaldías- en donde se genera una gran parte de los proyectos de desarrollo de los países y la construcción de ciudades seguras para niñas y mujeres.

Quedó explícita durante las exposiciones la fuerte hostilidad contra quienes propugnan por sistemas igualitarios. Persecuciones, atentados, prensa sesgada y descalificación por género fueron algunos de los fuertes testimonios compartidos por mujeres que han traspasado las fronteras marcadas por el sistema para incursionar en posiciones de poder político. Esto debe poner a las organizaciones de mujeres en alerta constante y obligarlas a cerrar las brechas ideológicas para consolidar frentes más resistentes en la lucha por los derechos a la participación en todas sus expresiones.

En su conferencia de cierre una de las expositoras más sobresalientes, la antropóloga Rita Segato, fue enfática al afirmar que la única vía posible para alcanzar los objetivos de igualdad en todos los ámbitos, es el derrocamiento del sistema patriarcal; un ejercicio de reconstrucción desde las bases mismas de la convivencia humana, un trabajo pendiente de redefinición de la masculinidad y de las relaciones entre sexos bajo la premisa de una correspondencia equilibrada del poder en todas sus dimensiones. En este sentido, Rita Segato usa con enorme dosis de humor la parábola del “espejo de la reina mala” del cuento. Un instrumento para mirarse a sí mismo y preguntarse “¿Qué he hecho mal? ¿Cómo me veo? ¿Quién soy?” y a partir de ahí deshilar una serie de interrogantes fundamentales para entender por qué pensamos y actuamos de una determinada manera.

Los cambios propuestos, sin embargo, requieren de una voluntad colectiva de reparación de las inequidades más evidentes y limitantes para el desarrollo pleno de las sociedades. No existen las recetas y tampoco los milagros. En esta ruta será preciso abolir paradigmas que establecen categorías en todos los órdenes de la vida, empezando por la formación de las nuevas generaciones en un plano de plena igualdad, ya que será en quienes al final de cuentas se va a depositar la mayor carga para la realización de ese paso indispensable desde un sistema excluyente hacia una forma de vida justa e igualitaria. La Cumbre de Género ha dejado más preguntas que respuestas, ha depositado dudas y urgencias en quienes asistimos. Se han sembrado las semillas y dependerá de un esfuerzo constante y bien estructurado la calidad de los frutos a cosechar.

Las mujeres líderes sufren persecuciones por amenazar el monopolio del poder.

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