En Reino Unido, compañías como McDonald’s contratan hasta al 90% de sus trabajadores bajo esta modalidad laboral, que permite al empleador no estipular cuántas horas trabaja su plantilla, exigiendo disponibilidad en función de la carga laboral.
«Las semanas que más trabajo puedo llegar a hacer más de 70 horas, y las que menos, ocho o nueve». Así relata Aaron, de 45 años, su situación laboral como cuidador de personas mayores en una empresa que depende directamente de la Administración en un barrio del sur de Londres. Este cuidador se siente atrapado en un contrato sin horas, esto es, uno en el que el empleador no estipula cuántas horas semanales trabaja su plantilla, exigiéndole disponibilidad en función de la carga de trabajo.
Una modalidad de contratación bastante similar a la que la CEOE quiere implantar en nuestro país. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales ha propuesto al Ejecutivo que los empresarios puedan «imponer» a los trabajadores la conversión de su contrato a tiempo completo en uno a tiempo parcial cuando existan causas que lo justifiquen, con la finalidad de evitar despidos. Sin embargo, estas propuestas ya han recibido el rechazo frontal de los principales sindicatos y del PSOE, que temen que estas medidas únicamente sirvan para aumentar la precariedad laboral, tal y como ocurre en Reino Unido.
El caso de Aaron es uno más, la punta de un iceberg de más de 300.000 personas que se encuentran en esta misma situación, según datos de la Oficina Nacional de Estadística. Nada comparado con el último informe del experto en recursos humanos CIPD (Chartered Institute of Personnel and Development) que aumenta la cifra hasta casi cuatro veces más, superando el millón de empleados en esta situación tan precaria. El CIPD afirma que mientras que el sector privado acapara el 17% de estos contratos, el público absorbe el 24%, incluyendo al Servicio Nacional de Salud (NHS).
«El nivel de estrés que soportamos», explica Aaron, «es increíble porque nunca sabemos si llegaremos a fin de mes. Las semanas que trabajas 60 horas sabes que podrás pagar las facturas pero no tienes tiempo ni para comer; mientras que en las que trabajas menos de diez horas, tienes tiempo de sobra pero nada que llevarte a la boca porque no tienes ni un penique».
En este contexto y gracias a la presión de un grupo de diputados laboristas, el Gobierno conservador de David Cameron ha anunciado que revisará de manera «informal» este tipo de contratos, para evitar abusos y violaciones de los derechos de los trabajadores, publicando sus conclusiones a la vuelta del verano. El secretario de Estado de Comercio e Industria, Vince Cable, sostiene que «aunque es importante que nuestros trabajadores gocen de flexibilidad, resulta igualmente importante que reciban un trato justo».
Y es que, entre los inconvenientes de este tipo de contrato, además de la incertidumbre de cuánto se trabajará (e ingresará) al cabo del mes, se encuentra también la pérdida de muchos beneficios respecto a un empleado normal, tales como seguros de vida o médicos, vacaciones pagadas o días por enfermedad, pagas de beneficios o preaviso del despido, que en estos casos puede ser de un día para otro.
La excusa de la crisis
Las cifras oficiales, muy alejadas del millón del CIPD, ilustran el crecimiento de este tipo de contratos desde 2005, cuando apenas existían 50.000; un año después ya había 134.000 y a finales del año pasado más de 250.000. En esta tendencia, 2010 supuso un punto de inflexión, con la entrada en vigor de una directiva europea en virtud de la cual todos los empleados que hubieran sido contratados a través de una agencia de colocación disfrutarían del mismo estatus que cualquier otro empleadocumplidas las 12 semanas de trabajo. Entonces, fueron muchas las compañías que recurrieron a los contratos sin horas para sortear la directiva y evitar pagar todos los beneficios a sus trabajadores.
En este sentido, las asociaciones empresariales no han tardado en dar la voz de alarma ante la posibilidad de que el Gobierno elimine este tipo de relación laboral. Es el caso de Alexander Ehmann, director de Política Regulatoria del Institute of Directors (IoD), una agrupación que reúne a más de 38.000 directores generales de compañías, incluidos diversos altos directivos de empresas del FTSE 100 (los 100 principales valores de la Bolsa de Londres). Convencido de que «estos contratos pueden jugar un papel crucial en nuestra recuperación económica», Ehmann afirma que «eliminarlos podría conducir al mercado laboral británico a rigideces como las de Francia o España». El representante del IoD asegura que «una de las razones por las que nuestra economía no ha seguido el mismo camino que el sur de Europa es porque los empleadores han sido capaces de adaptarse rápidamente a la demanda cambiante».
Por su parte, otro portavoz de IoD, que prefiere denominar a estos contratos como «de horas no garantizadas», afirma que «creemos que son éticos, porque no sólo proporcionan a los empleados la flexibilidad para cumplir con sus otros compromisos (como estudiar, criar a sus hijos), sino que también se la da a una industria como la hostelería, en la que resulta tan complicado predecir qué plantilla se necesitará».
Tanto es así que la propia sede del IoD en Londres, donde su máximo directivo gana 300.000 libras anuales, (unos 347.000 euros) cuenta en su departamento de hostelería con 16 empleados temporales con contratos sin horas. Estas mismas fuentes no sólo consideran que «sin este tipo de contratos el desempleo en Reino Unido sería mucho mayor» sino que, además, señalan que «el Gobierno tiene que reconocer que cualquier acción que limite el uso de esta modalidad contractual es más que probable que perjudicará a la creación de empleo».
Elevado subempleo
Una de las principales denuncias por parte de los diputados del Partido Laborista hace referencia al subempleo, puesto que según datos del thinktank Resolution Foundation, en muchas ocasiones el empleado gana menos de la mitad del salario medio para ese mismo puesto de trabajo, apenas superando en una libra el salario mínimo. Una situación que afecta especialmente a los jóvenes entre 16 y 24 años (37%), así como a los mayores de 55 años.
A esta situación tan precaria se suman, además, los errores fiscales en el cálculo de las retenciones debido a las fluctuaciones de horas que pueden llevar al trabajador a deber sumas importantes de dinero a Hacienda. Alison McGovern, una de las laboristas que promueven la campaña para regular estos contratos, demanda «la necesidad de poner freno a este tipo de prácticas, porque lo que para algunos es flexibilidad laboral, para otros muchos trabajadores no es más que precariedad y falta de estabilidad». McGovern llama la atención sobre el incremento de explotación al amparo de estos contratos y reclama una acción urgente por parte del Gobierno, al que la situación le afecta directamente pues, en palabras de la propia diputada, «cerca de 3.000 empleados públicos padecen estos contratos».
McDonald’s, en el punto de mira
A pesar de que desde el IoD subrayan que son las pymes las grandes beneficiadas de los contratos sin horas, esta semana ha saltado la polémica después de que el diario The Guardian revelara que compañías como McDonald’s emplean con esta modalidad de contrato hasta al 90% de su plantilla en Reino Unido, lo que supone un total de 82.200 personas.
Curiosamente, la cadena de comida rápida que sólo en este país cuenta con 1.200 empleados y sirve a diario a 2,5 millones de clientes, fue certificada este mismo año por la consultora holandesa de recursos humanos CRF Institute como uno de los mejores empleadores, no sólo en Reino Unido, sino de toda Europa. Entonces, su vicepresidente en Gran Bretaña, Jez Langhorn, presumía de que «nuestros empleados son personas ambiciosas y con talento y nos hemos esforzado por poner en marcha iniciativas que les apoyen y motiven en su trabajo y en su desarrollo profesional».
McDonald’s no es ni mucho menos una excepción, sumándose a la lista marcas muy conocidas como Sports Direct, que con 20.000 empleados sin horas también ronda la contratación del 90% de su plantilla con este modelo. De manera similar operan Boots o Subway, que se sacude la polémica sobre sus franquicias, haciéndolas responsables de todo cuanto tenga que ver con sus empleados.
Andy, que con 18 años trabaja para una cadena de comida rápida en Londres, explica que «no es nada raro que el gerente llegue a media mañana y, si vienen pocos clientes, te mande para casa, sin importarle si vienes de lejos o cuánto te has gastado en transporte». A ello se suma, además, lo que pueden llegar a afectar los enfrentamientos personales con el encargado, que «a veces te puede llegar a quitar prácticamente todas las horas durante semanas, saturando a algún compañero con 50 o 60 horas semanales».
En un comunicado de prensa, McDonald’s asegura que «nuestros empleados están contentos con esta flexibilidad que les brinda la oportunidad de tener tiempo libre para las vacaciones escolares de sus hijos, preparar exámenes, etc.». La compañía niega que este tipo de trabajadores tenga menos beneficios que el resto y afirma que no se les exige plena disponibilidad cuando son llamados. Fuentes de la compañía consultadas por Público.es rechazaron entrar a valorar si estos contratos son o no éticos y señalaron que «nuestros empleados se mueven en una franja de edad que va desde el final del colegio a los años previos a la jubilación».