Por Gonzalo Larenas
Comenzaré esa columna con el título del libro del historiador argentino Felipe Pigna, es que no existe otro nombre para describir la bravura de las mujeres que llevan al hombro nuestra tierra, en ellas está la superación de la pobreza de Latinoamérica.
Después de haber hecho una charla motivacional sobre liderazgo social a dirigentes de distintas comunidades y campamentos, no hago otra cosa que recoger lo que finalmente aprendí, lo que me dejaron sus comentarios, sus vidas, su cariño y su visión de sociedad.
De qué están hechas estas mujeres, qué tipo de sangre corre por dentro de su sacrificado cuerpo que no se cansa, que no piensa en rendirse ni en escapar, qué tipo de fortaleza mental han formado para quedar inmunes a cualquier depresión. No le dan cabida a lo que a nosotros muchas veces nos derrumba. De dónde sacan esos anticuerpos que ni para enfermarse se dan tiempo, sabiendo además que las alternativas de salud son pocas e indignas. Entonces recuerdo el gran poema de César Vallejo; Los Heraldos Negros, “Hay golpes en la vida tan fuertes… Yo no sé.”
La lucha se respira entre la gente que vive del sacrificio y del esfuerzo, que muchas veces se cansa y duda ante los vicios que aplastan a sus comunidades. Entre el narcotráfico y la delincuencia caminan erguidas e imponen respeto, porque ellas se ganan la vida literalmente, a cada respiro se la ganan y le ganan a un destino brutal e injusto.
Mujeres que viven en el lado B del país, ese lado que se oculta, que se tapa para que no moleste al paisaje, para que los que vivimos bien no nos sintamos mal, así de fuerte es esa realidad que llenan de eufemismos, dejemos la hipocresía porque esa es la verdad de estas personas, ellas son poesía y fortaleza, ellas son patrimonio de la virtud como entre los antiguos griegos se la conocía, un ejemplo que con sus manos agrietadas al abrazarme me quisieron entregar, entonces aprendí y me pregunté de qué estaban hechas esas mujeres que sonreían con lágrimas en sus ojos, agradecidas de lo poco que les pude entregar, entonces me transformo en su voz, en una voz que no se escucha, que no se entiende y que además se discrimina y generaliza.
En ellas está el cambio y la superación de la pobreza, en cada una de ellas, las líderes sociales, comunales, las que se la juegan por su campamento, por su familia, por su país, por su dignidad y por el futuro de todos, mujeres en su mayoría que se transforman en “Las Doñas”, las que llevan al hombro un continente entero, el orgullo de Latinoamérica.
La pobreza, la verdad que incomoda a las autoridades, la que se violenta no solo tapándolas con muros y cortándoles suministros de agua como en Viña del Mar, la ciudad con más campamentos de Chile, sino también ocultándolas con publicidad como ocurre en Rio de Janeiro, cerrándoles el paso con policías y así varios ejemplos más de cómo son tratados estos guetos modernos.
Las autoridades logran tan bien el objetivo de ocultar esta realidad, que se nos olvida que ahí viven personas, de ahí vienen estas mujeres luchadoras, estas que sí quieren un mejor futuro, que se levantan para caminar por horas para llegar a un trabajo mal pagado, para volver a educar y cuidar a sus familias y seguir trabajando en su comunidad, no paran… De verdad que alguien me diga de qué están hechas estas mujeres.