Detrás de las negociaciones entre israelíes y palestinos asoma la voluntad de lograr un acuerdo de paz en una región sacudida por la guerra civil en Siria y el golpe de Estado en Egipto.
Estos dos últimos acontecimientos parecen haber hecho “secundario” al llamado conflicto de Medio Oriente, que durante décadas fue el más importante de la región, eclipsada en la actualidad por la llamada “Primavera árabe”.
Ahora, con otra realidad, se abre un nuevo capítulo entre israelíes y palestinos con nueve meses de negociaciones directas que podrían concluir con un acuerdo de paz que contemple la creación de un Estado palestino.
“La reanudación de las conversaciones de paz puede -esta vez- traer sorpresas positivas. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha logrado reactivar un proceso prácticamente moribundo”, dijo el analista Arie Kacowicz, en respuesta a un mail enviado por Télam.
Kacowicz, profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén, señaló que “esta vez, y contra todas las predicciones negativas, las negociaciones pueden resultar algo positivo porque Israel y los territorios palestinos son paradójicamente la zona más estable (por ahora) en Medio Oriente”.
El analista enumeró, entre otras, las siguientes circunstancias: “Mejoría de las relaciones entre Israel y EEUU; el rol imprescindible del mediador Kerry y su asistente el ex embajador (estadounidense) en Israel Martin Indyik y el apoyo de la Liga Arabe».
Kacowicz, por otra parte, coincidió con otros analistas que señalan que si palestinos e israelíes no llegan esta vez a un acuerdo “pagarán un precio muy caro por ser responsables de un fracaso diplomático”.
Otros expertos sostienen que si Estados Unidos no actúa en el conflicto de Medio Oriente existe el riesgo de que colapse la Autoridad Nacional Palestina (ANP) -que gobierna la Franja de Gaza-, dejando un gran vacío en la región.
Tres años después de que finalizará una moratoria israelí para la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, en septiembre de 2010, ambas partes han acordado un plan de trabajo para los próximos nueve meses.
La negociadora israelí Tzipi Livni y el palestino Saeb Erekat manifestaron su intención de analizar los puntos más conflictivos de la negociación -creación de un Estado palestino, retiro de Israel de los asentamientos en Cisjordania, derecho al retorno de refugiados palestinos, entre otros puntos- antes de mediados de agosto.
Kerry prometió que todos los asuntos estarán sobre la mesa, incluida la controversia sobre Jerusalén Este, donde los palestinos piensan proclamar la futura capital de su Estado.
Si bien las negociaciones son confidenciales, el plan para lograr la paz contempla una inversión de hasta 4.000 millones de dólares con el fin de transformar la economía palestina, luego de que Israel anunció que liberará a 104 presos palestinos detenidos antes de los Acuerdos de Oslo de 1993.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sin embargo, condicionó la liberación de los detenidos al progreso del diálogo.
Las negociaciones se reanudaron el lunes pasado en Washington, en medio de un ambiente de escepticismo para preparar un plan de trabajo para los próximos nueve meses, según explicó a la prensa Nabil Abu Rudaina, asesor del presidente palestino Mahmud Abbas.
Tanto Erekat como Livni ponderaron los primeros pasos de las negociaciones, que continuarán en Israel durante la segunda semana se agosto.
Otro asunto importante de las conversaciones será el de garantizar la seguridad de los dos Estados.
Al respecto, el gobierno israelí dijo que en los próximos días anunciará una serie de medidas para mejorar la seguridad en Gaza y Cisjordania.
No hay duda de que los problemas que deberán enfrentar los negociadores serán los mismos que llevaron al fracaso de Camp David, Washington, 2000, durante el gobierno del ex presidente Bill Clinton. Pero ahora existe otra realidad y otro espíritu en la región.
Como ocurre desde hace más de medio siglo, Washington no es ajeno a lo que ocurre en Medio Oriente.
Mientras apoya las negociaciones entre israelíes y palestinos, la Casa Blanca respaldó al gobierno interino surgido tras el golpe de Estado que derrocó al presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi, el pasado 3 de julio, acusado por Washington de autoritarismo.