Luego de escuchar a Pedro Páez, ex ministro de la coordinación económica de Ecuador
y actual delegado del Presidente Correa para la nueva arquitectura financiera, pude
comprobar cuanto desconocimiento hay en Chile sobre las nuevas propuestas económicas
para la región. Por lo mismo he querido compartir algunas reflexiones al respecto.

Ubicados en el momento histórico de un cambio civilizatorio, las crisis actuales las
analizamos desde ciertos presupuestos y cierto sistema de creencias que también están en
crisis y no funcionan. La crisis actual no es producto de un problema técnico ni natural.
Esta es una crisis de hegemonía, es un proceso de expropiación de voluntades. Existen
sectores de poder que una y otra vez se ven tentados a usar la fuerza destructiva a su favor.

Si revisamos el proceso del sistema capitalista observamos que su edad de oro fue el
momento de la post guerra en el que el capital produjo industrialización y descubriendo
que requería aumentar la capacidad de consumo convirtió parte de su ganancia en sueldos
de los propios trabajadores, para recuperarlo en la venta a ellos mismos de lo que estos
producían. Sin embargo, con la posterior alza de las materias primas la tasa de ganancia
del capital bajó fuertemente y solo se recuperó nuevamente con el sistema neoliberal. El
sistema neoliberal es la exacerbación del monetarismo y la conversión de todo activo y de
todo bien productivo en un bien financiero. La transacción de esos bienes financieros hizo
subir exponencialmente las tasas de ganancia llegando a la situación actual.

El sistema financiero significa la concentración de la riqueza y el control de los estados.
El sistema financiero va adquiriendo todas las fuentes de recursos naturales y los sistemas
de producción. Cualquier dificultad en su tasa de ganancia las resuelve produciendo crisis
financieras, con las que aceleran la extracción del capital de las poblaciones y adquieren los
bienes estatales a través de privatizaciones forzadas.

Para mantener la tasa de ganancia se requiere aumentar el consumo y así comienza la
economía del desperdicio, es decir una estructura de producción diseñada para que las cosas
no duren. La investigación se orienta a que todo lo que se produzca sea desechable. Las
grandes empresas ocupan a sus ingenieros en el diseño de productos que no duren. Esa
es la lógica del capital. Luego la deslocalización de la economía logra que la producción
se realice donde la mano de obra sea muy barata. Se concentra la riqueza produciendo
polarización social.

Para mantener el consumo con salarios bajos, se reemplaza esta falta de ingresos por
el crédito. Los salarios que fueron el motor de la economía en el capitalismo del 60, se reemplazan por el crédito, con lo que la tasa de ganancia del capital financiero aumenta
aún más. El capital productivo también se subordina al capital financiero, con lo que se
recupera la tasa de ganancia, logrando vender y comprar varias veces un mismo bien, pero
disminuyendo la tasa de inversión. Todo se compromete con lo especulativo. Los años de
oro del capitalismo se lograron por el esfuerzo redistributivo que produjo el aumento de los
salarios con el “new deal” de la post guerra.
La deuda no es un problema del sistema, es el método de extracción de la riqueza de
la gente y es el modo actual de concentración del capital. Es una forma de poder. La
desigualdad es generada sistémicamente por la generación de la deuda. Deberíamos dejar
de comer durante 10 años para pagar la deuda acumulada.

La de hoy es una crisis de sobreproducción donde la corrupción y la inmoralidad se han
institucionalizado. En realidad la economía actual, sobre todo de Latinoamérica, se sostiene
gracias a los altos precios de la materia prima, es decir por un factor exógeno sobre el cual
no hay ningún control. Esto muestra la debilidad de la situación actual.

El tema de fondo es la Soberanía y la Integración. Soberanía significa la capacidad de
decidir de la gente, de las personas. Se trata de autodeterminación. ¿Qué soberanía puede
tener un desempleado? ¿De qué libertad podemos hablar si las fuerzas anónimas del
mercado imponen lo que debe hacerse?

La dirección del cambio que tenemos que producir es hacia una Nueva Arquitectura
Financiera que promueva la libertad y la creatividad humana, que garantice el derecho
al trabajo, que fortalezca la soberanía y la integración, que genere una transformación
productiva. Esta Nueva Arquitectura debe contemplar:

Una nueva articulación entre el Estado y el Mercado: Mejorar el Estado y crear más
Mercados.
Una nueva relación entre capital financiero y capital productivo.
Un nuevo tipo de banco del desarrollo que permita el florecimiento de la diversidad de
formas de producir.
Un nuevo sistema de compensación de pagos, con una moneda que se fundamente en la
confianza y el trabajo.
Blindaje de los ataques especulativos de los grandes capitales.

Es necesaria una alianza política estratégica que permita disminuir riesgos, disminuir
intermediarios, reducir costos de operación y ahorrar tiempo.

Lo anterior se traduce en las siguientes medidas inmediatas para la Integración regional
Latinoamericana:
– Banco del Sur
– Fondo del Sur (que reemplace al FMI)
– Red de Bancos Centrales
– Moneda fiduciaria (Sucre)
El Banco del Sur tiene que tener prioridades en el desarrollo de proyectos para evitar
nuevamente la concentración. Estas prioridades son la soberanía alimentaria, energética y de conocimientos.

La soberanía energética implica un cambio completo del modo de obtener energía.
Significa en primer lugar crear una matriz energética regional interconectada y no ya
nacional aislada.

Por último la verdadera soberanía hoy es la del conocimiento; soberanía no es sinónimo
de propiedad, en un mundo en el que se patentan las semillas y las especies, los
procedimientos químicos y técnicos. Soberanía en el conocimiento es quizás el factor clave
de desarrollo del Banco del Sur.

Red de Bancos Centrales, que puedan exportar e importar directamente sin necesidad de los
bancos en Estados Unidos. Esto abarata costos, ahorra tiempo, simplifica las operaciones.

Moneda fiduciaria, que no es una moneda obligatoria, pero se impone por la ventaja del
intercambio comercial directo, abaratando costos, y permitiendo que los excedentes puedan
ser reinvertidos en la misma región.

Estas iniciativas están comenzando a tomar forma y vuelo en la región. Sin embargo Chile ha
estado notoriamente ausente de ellas, quedando cada día más aislado y en riesgo de tener que
afrontar en forma solitaria los tremendos desafíos de la crisis en ciernes, con el peligro que ello
supone. Estamos convencidos que es la unión de los pueblos lo que posibilita una salida a esta crisis mundial.