…si es que se puede ver algo, en una ciudad como Santiago, con los índices de smog más altos del año en esta temporada. No sólo. Con los más fuertes gases lacrimógenos que se hayan usado nunca, ni siquiera durante los épicos años de lucha contra la dictadura.

Los viajeros, inversionistas o no, pudieron constatar hoy cómo las nuevas autoridades, flamantes ministros e intendente recién puestos en sus cargos luego del cambio de gabinete, tratan en Chile a sus conciudadanos. Cómo tratan a quienes proponen innovaciones, a quienes tienen ideas, a los que vienen con paquetes de medidas que podrían favorecer la justicia social, la re-distribución de la riqueza, la preservación de los recursos naturales, el desarrollo sustentable.

Porque quienes hoy se manifestaban eran los que proponen la re-nacionalización del cobre. La recuperación para Chile del mineral que ha sido regalado a los forasteros.

Así tratan acá al viajero, cuando es inversionista extranjero… algo así decía la canción…. Pero al chileno, no se lo escucha, no se lo recibe, no se asume su cuestionamiento al sistema imperante, no se lo considera en absoluto.

Es más, al chileno se lo reprime. Y en serio. Se lo moja en las calles con los *»guanacos»* como sucedió hoy por más de 30 minutos seguidos; se lo detiene, como a los 30 que se llevaron esta mañana; se lo hace llorar con gases lacrimógenos que inundaron todas las calles céntricas, de modo que lloraban también ancianos, niños, transeúntes. Llorábamos digo mejor, porque muchos reporteábamos con náuseas, con ácidas lágrimas, con dolor de estómago y la permanente sensación de que en cualquier momento uno va a perder el equilibrio.

¿Qué se siente en medio de la humareda? Rechazo a ese poder policial tan lacayo, rechazo a esas autoridades tan sometidas ante el capital extranjero, impotencia ante la brutalidad del trato que aplican en cada marcha, en cada manifestación.

¿Por qué no aprenden de la Argentina? ¿Por qué será que ni siquiera ha habido en Chile un debate respecto de las mejores formas de que la ciudadanía se manifieste? Nadie acá sabe que en Buenos Aires no hay policías en ninguna marcha, desde que Kirchner asumió. No hay información.

Llorando y escapando, uno se pregunta también cuánto gastan. ¿A cuánto amonta el presupuesto anual de las fuerzas especiales? ¿De sus vehículos de represión, de sus gases insalubres, de sus cascos, escudos, de sus trajes hechos para la violencia?

¿Por qué no financiamos mejor la tecnología, la innovación, la extracción minera a nuestro propio cargo?

No es éste un país en el que la reflexión pueda desplegarse y la propuesta esgrimirse… a menos, tal vez, que seas un forastero!…