Condenado a ser ahorcado por sabotaje cuando su país se llamaba Rodesia y seguía siendo una colonia británica, el nuevo presidente de Zimbabue, Emerson Mnangagwa, tiene una postura claramente abolicionista.
Por esta razón, como parte de una medida de indulgencia que permitirá que 3.000 prisioneros vuelvan a ser puestos en libertad, Mnangagwa ha ordenado que las sentencias de muerte dictadas antes de 2008 sean conmutadas por cadena perpetua. El número aún no está claro, pero ciertamente cubre docenas de casos.
Antes de la medida, 98 hombres y una mujer estaban en el corredor de la muerte en Zimbabwe. La última ejecución data de 2005. Al año siguiente, el verdugo se retiró y no fue reemplazado.
Ahora la comunidad abolicionista pide al Presidente Mnangagwa que dé un paso más: conmutar todas las demás sentencias y eliminar la pena de muerte de la legislación de Zimbabue.