El día después a aquel 9 de julio se realizaron desfiles militares y por la noche se celebró una gran fiesta a la que concurrieron los congresales, el general Manuel Belgrano y numerosas damas y caballeros tucumanos. Entre todas las mujeres presentes se eligió una reina. La corona le tocó a la hermosa rubia Lucía Aráoz, a la que todos comenzaron a llamar «la rubia de la patria».

El 21 de julio la Independencia fue jurada por los diputados en presencia del gobernador de Tucumán, funcionarios eclesiásticos, militares e invitados especiales. La fórmula de juramento fue la siguiente:
«¿Juráis por Dios Nuestro Señor y esta señal de cruz, promover y defender la libertad de las provincias unidas en Sud América, y su independencia del Rey de España, Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, y toda otra dominación extranjera? ¿Juráis a Dios Nuestro Señor y prometéis a la patria, el sostén de estos derechos hasta con la vida, haberes y fama? Si así lo hiciereis Dios os ayude, y si no, El y la Patria os hagan cargo».

Desde principios del siglo XIX, las revoluciones se extendieron por todos los países de lengua hispana de Latinoamérica. Algunos, antes, y otros, más tarde, obtuvieron su Independencia.

Para llegar al Congreso, los diputados tuvieron que recorrer largos caminos en galeras y sopandas. El viaje de Buenos Aires a Tucumán, por ejemplo, duraba entre 25 y 50 días.

«Hace muchos, pero muchos años, en la época en que los caminos no se habían construido, en que la gente viajaba en carretas tiradas por mulas o en diligencias, porque los autos y los aviones todavía no se habían inventado, algunos hombres que querían gobernar nuestro país, decidieron reunirse en un lugar que se llama Tucumán, para hablar sobre nuestra patria. ¿Cuánto tiempo creen ustedes que tardaban en llegar a Tucumán? No un día ni dos, sino a veces muchas semanas. Llegaban sucios, con hambre, cansados, pero todos sabían que tenían que ir para hablar de un tema muy importante. Ellos querían crear nuestro país y tenían que decidirlo entre todos. Y gracias a esos señores que se reunieron en Tucumán hace tantos años, nosotros hoy podemos decir con mucho orgullo que somos argentinos»… (Nora Haas).