Pasaron siete años y medio antes de que un tribunal federal mexicano reconociera que Sergio Sánchez Arellano tenía razón.
La sentencia dictada el 1 de febrero estableció que en marzo de 2010 la Policía Federal había arrestado a la persona equivocada y que Sergio Sánchez Arellano no tenía nada que ver con el autor de un asesinato e intento de robo que era buscado.
Pero en México sucede a menudo que la prisa, la falta de preparación y la necesidad de demostrar la obtención de resultados, conducen a detenciones arbitrarias.
Sergio Sánchez Arellano también había sido golpeado y amenazado de muerte para confesar. Pero no había nada que confesar. Sin embargo, fue condenado a 27 años y medio.
Siete y medio de ellos los pasaron en una prisión en la Ciudad de México. Nadie se los devolverá, ni siquiera una indemnización a la que tenga pleno derecho.