Esperamos casi una hora que terminara la reunión-almuerzo y pasaran al Salón Montt-Varas de La Moneda ambos personajes, con sus respectivas esposas y varios ministros, el Embajador del Perú y unos cuantos funcionarios que, como siempre, están presentes en estas ocasiones.

Eramos más de un centenar entre los periodistas, fotógrafos y camarógrafos apostados de pié o sentados en el piso esperando el encuentro con quien salió triunfador de la segunda vuelta electoral en el Perú, gracias a los votos del mundo rural, indígena y de las ciudades provincianas.

Los medios de comunicación peruanos, así como los empresarios y la iglesia católica hicieron todo lo posible para que la segunda vuelta la ganara Keiko Fujimori. De hecho, no ha existido nunca en la historia de la Presidencia Peruana ningún gobernante que no se haya declarado católico, incluso Fujimori con su procedencia nipona.

En un país en el que el descrédito de los partidos políticos ha llevado a que la palabra militante sea prácticamente sinónimo de delincuente; en el que el 10% de la población urbana y el 40% de la población rural no cuenta con los servicios de agua potable ni menos de desagûes y alcantarillas; en el que la desigualdad social, la discriminación racial y la pobreza son los principales problemas, logró vencer la esperanza de un futuro mejor con el candidato de la izquierda.

Sin embargo en nuestro país Ollanta no parecía haber sido elegido para reparar las injusticias ni avanzar hacia una sociedad más igualitaria. Por el contrario. Aseguró que los capitales chilenos no sufrirán embates, que los proyectos de inversión podrán continuar como si tal, ofreció exportar electricidad y gas, prometió transparencia en los gastos militares – no su reducción por cierto.

Humala vino a generar confianza.

Usó un lenguaje moderado, gestos apegados, muy buenos modales, destacó que Piñera desciende del Inca Huainacapa. ¿Desde cuándo el árbol genealógico es de interés del candidato del pueblo?….

Dijo que en Chile viven hoy algo más de 130.000 peruanos y que se va a ocupar en gestionar la posibilidad de que puedan validar sus estudios para que puedan trabajar acá.

Ambos mandatarios se extendieron en la promesa de un convenio para educación que permita a los chilenos ir a estudiar al Perú y vice-versa. Becas de intercambio para jóvenes.

Y no mucho más, saludos, cámaras, sonrisas y la presencia de ambas esposas para la foto oficial.

A la salida, yendo hacia el Metro, por la Alameda estaban los zorrillos, los guanacos, los buses blindados de los carabineros vueltos unos *»ninja»* dispuestos a reprimir cualquier expresión de descontento de los estudiantes en huelga frente al edificio del Ministerio de Educación.

Era tal el contraste, que no pude evitar preguntarme si algún universitario estaría pensando en irse a estudiar al Perú, en ganarse una de las futuras becas…

Pensé que si sólo hubiesen asomado la nariz fuera del Salón Montt-Varas, ambos mandatarios habrían podido sentir la tensión del ambiente, la inconformidad con las políticas educacionales, la necesidad de un cambio profundo que los jóvenes de nuestra patria están pidiendo.

Me pregunté por los indígenas del campo peruano y lo que ellos puedan esperar de su nuevo Presidente.