Los acontecimientos en Brasil comienzan a mostrar la cara más temida pero más cercana a la verdad: la violenta represión policial y el accionar de marginales desplazando al pueblo. Anoche, grupos de manifestantes en Brasilia atacaron la sede del gobierno y “lanzaron una lluvia de bombas incendiarias contra la cancillería”, según la agencia AFP. La violencia gana espacio también en otras ciudades y el Movimiento Pase Libre (MPL) se desmarca y anuncia que dejará de convocar.
La actuación salvaje de la policía militar motivó que el presidente del PT Rui Falcao expresara el “repudio” del partido gobernante.
Hoy el Movimiento Pase Libre (MTL) convocante original de la marcha contra el aumento de 20 centavos (10 centavos de dólar) en los boletos del transporte público, se despegó de las marchas por el carácter que han tomado. Es que la violencia -lo señalamos en una nota anterior- ha ido en aumento, fogoneada por grupos fascistoides y por otros que -se presume- son narcoterroristas. Gente con mochilas y capuchas que protagonizaron una amplia gama de hechos vandálicos y crearon fricciones con manifestantes “genuinos”. Eleonora Gosman, periodista argentina residente en Sao Paulo, apuntaba también la sospecha que hubo “intervención de la facción del narcotráfico Comando Vermelho”.
Voceros de Pase Libre indicaron que “grupos conservadores se infiltraron en las manifestaciones”. Las agresiones a militantes de partidos políticos ayer, en la Avenida Paulista y en otras ciudades, también motivaron al MPL a tomar esa decisión. Grupos fascistoides (“nacionalistas” y jóvenes del sector “Sin Partido”) atacaron a manifestantes con banderas del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), el PSOL, la Unión Nacional de Estudiantes y el Partido de los Trabajadores (PT).
Hay que recalcar que los políticos estuvieron desde el principio, junto a los obreros de la Central Única de Trabajadores (CUT), los Sin Tierra y otros grupos análogos. La mayoría de los manifestantes no rechazó en ningún momento a los partidos políticos.
Los grupos derechosos son los que han quitado legitimidad a la masiva protesta original que el jueves a la noche se constituyó en la más numerosa en los últimos 29 años, desde las multitudinarias marchas exigiendo elecciones libres y directas para presidente, en 1984 (“Direitas já”, en las que los humanistas participamos activamente). Por todo eso, el MPL se abre: sobre una reivindicación legítima los grupos violentos de distinto signo están medrando a costa de la buena fe de los manifestantes. También porque el objetivo ya se ha logrado al levantar el gobierno el aumento.
Comienza a desbrozarse el campo y se acerca la hora de las conclusiones, que no es esta. La complejidad de la marcha no es menor que la complejidad del país y los intelectuales que siguen de cerca los acontecimientos están perplejos.
Recordemos que Brasil es la 5ª potencia del mundo; que hace dos semanas su presidente Dilma Rousseff tenía más de un 60 por ciento de imagen positiva; que en la década pasada 20 millones de personas -más que la población de muchos países- ascendieron a la clase media. Lo que no significa que todo se haya hecho y consolidado en el país con mayor brecha social. No. Por eso, junto al aumento en el transporte caló hondo el rumor mentiroso, el “boato”, de que se suspendía la ayuda que proporciona, a millones de personas, la “bolsa familia”. El miedo a volver atrás fue un motivo que lanzó la gente a la calle.
Ayer, las mismas usinas que alimentan lo que la presidenta llamó el “terrorismo informativo” daban como un hecho la cancelación de la Copa Confederaciones, de la visita del Papa y del mundial de futbol 2014. Hoy la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) desmintió lo relacionado con ese deporte. Su presidente el suizo Joseph Blatter expresó que “en ningún momento se pensó eso”. A su vez, voceros del Vaticano aseguraron que el Encuentro de Juventudes con Francisco se hará sin inconvenientes. ¿Recuerdan que en Madrid hubo una coincidencia similar entre manifestaciones de indignados y la visita de Benedicto XVI? En España tenía una explicación que aquí y ahora no se ve con claridad.
Las manifestaciones no han sido opositoras al gobierno central, en su mayoría. Como en Argentina, las responsabilidades son compartidas con los Estados provinciales y los municipios, a cargo de diferentes partidos. “No se han visto carteles contra Dilma” refería hoy a radio Continental la citada Eleonora Gosman.
Hay coincidencias en los analistas en que los reclamos populares son legítimos, aún cuando puedan ser extemporáneo dadas las condiciones de un planeta sumergido en una crisis económica general y las propias de Brasil, donde el capitalismo tiene una gran fortaleza y cada avance cuesta más que en cualquier otro país. Mucho más de lo imaginable por un teórico de la revolución.
Con el retiro del Movimiento Pase libre, el futuro de las marchas difícilmente sea la masividad. La derecha conservadora y los delincuentes parecen haber quebrado el espíritu original pero nada es seguro, excepto que todavía no se pueden sacar conclusiones sobre estos hechos inesperados y con tantos factores en juego.
Esta noche, la presidenta Dilma Rousseff, hablará a través de la cadena nacional de radio y televisión, para hacer un “pronunciamiento” sobre “las manifestaciones y protestas”.