Beatriz Sánchez me sorprende recibiéndome en la privacidad de su propio hogar, barrio de clase media profesional de Ñuñoa. La cotidianeidad de una líder de tan solo 46 años invita al tuteo, que da frescura a la conversación, muy alejada del viejo protocolo del periodismo político. Así es ella, sin aspavientos, sin ninguna pose de origen de clase, solo protegida con el flujo consistente de ideas, la esencia más absoluta de lo que debería llamarse “la Política con mayúscula”, “polis” y “ética” esenciales que se diluyen en el electoralismo crónico de las sociedades modernas. Con un discurso rupturista con la estructura tradicional de la izquierda chilena, un programa de fuertes reformas sociales y un reflejo cercano de las necesidades de la nueva clase media profesional, el Frente Amplio (FA) llevó a Sánchez a rozar el poder presidencial. El nuevo referente político llegó como una tromba que asustó por igual al establishment centro-izquierdista que dio gobernabilidad al Chile post-dictadura, y a la derecha aún conservadora que perdura protegiendo su status quo como quien protege a un hijo único e idealizado. Sánchez parece potenciarse en ese vacío ideológico que implica el inicio del fin de la transición chilena. Ese que dejará atrás el fantasma de la dictadura pinochetista, que le quitará la nostalgia moral a quienes pagaron con vidas y tortura la lucha contra el nacionalismo neoliberal militar chileno (¡gran contradicción del pinochetismo!), e incomodará a la derecha económica y religiosa que aún se mantiene temerosa de las reformas sociales impulsadas por el progresismo chileno.
Pese a no haber pasado a la segunda vuelta electoral que le dio un nuevo triunfo al derechista Sebastián Piñera, con el 20% obtenido por Sánchez (de profesión periodista), en primera vuelta (a solo 2 puntos de desplazar al candidato oficialista e institucional Alejandro Guillier) y un crecimiento espectacular de 3 a 20 diputados (más un senador), el Frente Amplio rompió por primera vez en la historia moderna de Chile el tradicional orden bipolar heredado desde la Constitución pinochetista. Una opción tercerista que en tan solo un año remeció las bases políticas tradicionales de Chile y que sin duda marcará también la política a nivel continental.
Yo creo que tú eres como la Bernie Sanders de Chile. Como una candidata tercerista que no tuvo la oportunidad de ir a la segunda vuelta, y que implicaba mayor competencia con Piñera, con una agenda programática distinta y con identidad propia. Al final pasó a segunda vuelta un oficialista Alejandro Guillier. Te pasó lo mismo que Bernie Sanders, cuya proyección de victoria era alta respecto a Trump, por ser ambos candidatos rupturistas. Clinton apareció en ese escenario, curiosamente, como representante del establishment, plana, casi tradicional por tener que defender el continuismo de Obama, aunque fuera progresista. El mismo efecto de Guillier respecto de Bachelet. Con sólo los dos puntos que te faltaron para la segunda vuelta, ¿crees que habrías tenido un nivel mucho más competitivo con respecto Sebastián Piñera?
Es difícil hacer esa ficción cuando no ocurrió. Lo que si yo te puedo decir es que creo que en el último mes de campaña íbamos subiendo y subiendo. Como periodista nunca me había tocado cubrir una campaña electoral, no conocía las campañas desde adentro, primera vez para muchos del comando. Pero aprendí en la primaria y en la primera vuelta que es muy importante el clima interior que se genera porque es el que pone a los voluntarios en la calle, lo que hace que todos los equipos trabajen con más ganas, con una mentalidad positiva. Nosotros estábamos así en ese trayecto en el último mes. No me gusta hacer política de ficción porque es algo injusto, decir “no, yo le habría ganado a Sebastián Piñera”, no lo sé. Pero lo que sí sé es que nuestra campaña iba como muy hacia arriba, en ganas, en ánimo, en épica. Creo que habría sido una segunda vuelta muy distinta, no sé si habría ganado, yo no me meto en eso, pero sí creo que habría sido una segunda vuelta muy distinta a la que vimos con el candidato de la Nueva Mayoría y Sebastián Piñera.
Me llama la atención que me recibas en tu casa, en el ambiente de tu privacidad. No me citaste a un ambiente más institucional.
Eso toca una tecla que es muy importante de cómo miramos la política desde el Frente Amplio (FA), cómo la miramos desde el comando, cómo la miré yo como candidata presidencial. A mí me gustaría construir un país de la forma en que nosotros hicimos la candidatura. O sea, yo seguí andando en metro, yo no tuve escolta de carabineros, porque yo dije que no. Teníamos un auto, pero no teníamos chofer. Muchas veces el auto lo manejaba yo y no es broma, o lo manejaba el fotógrafo de la campaña, o lo manejaba Sebastián Depolo que era el jefe de la campaña o lo hacía la Tania que era nuestra periodista. Y lo hacíamos por un lado porque no teníamos todos los recursos que tenían los otros candidatos, claramente, pero también porque queríamos dar una señal. A mí me parecía que era interesante poder caminar en la calle, como camina todo el mundo, porque yo entiendo que una presidenta o presidente tiene unos círculos de seguridad, que son obvios, ¿no? Yo estoy de acuerdo con eso, pero me encantaría ir construyendo un país donde los políticos y las políticas puedan salir a la calle, andar en metro, sin que tengan ningún problema, como que sigan siendo parte de la gente y no aparte. Entonces, por ejemplo, estos últimos días, yo he ido a comprar regalos de Navidad. La gente es súper amable y se sorprende de verte en los mismos lugares donde ellos compran, entonces para mí era una señal muy importante, que también era una señal política. Y que esta es mi casa, yo te recibo aquí, están mis hijos jugando en el living…
En el segundo debate presidencial me llamó mucho la atención el escenario en que se veía a Piñera como el candidato rupturista y que Guillier aparecía un poco como el establishment con una posición bastante moderada. Ya entraremos en ese análisis, pero no me parece descabellado que mucho electorado que apoyó al Frente Amplio en primera vuelta votó por Piñera en segunda. ¿Te incomoda ese escenario? ¿Concuerdas?
No concuerdo tanto. El tema es que no lo podemos saber hasta un tiempo más, hasta que el SERVEL entregue la base de datos de las personas que votaron y nosotros hacer los cruces. No sabemos ni siquiera los datos de la primera vuelta todavía. Lo que vieron nuestros apoderados de mesa es que llevamos votantes que nunca habían votado. Lo que sería espectacular.
¿En primera vuelta dices tú?
En primera vuelta. En la segunda vuelta pasa lo mismo. Hay un análisis que puede ser algo interesado por parte de la derecha en Chile, los que están a favor de Piñera, de decir, “mira, el Frente Amplio como que se deshizo porque igual votó por nosotros”. A mí me fui muy bien en la Región Metropolitana de Santiago, muy importante por la concentración de electores. De hecho yo le gané al candidato de la Nueva Mayoría, salí después de Piñera. En unas 20 comunas a mí me fue extraordinariamente bien, saqué mucho más que mi promedio, incluso en algunos casos más del 25%. Si uno analiza esas 20 comunas, efectivamente Piñera creció, pero el que creció superlativamente fue Alejandro Guillier. De hecho en esas 20 comunas, prácticamente en todas Alejandro Guillier pasó de un tercer lugar en la primera vuelta, a un primer lugar. Entonces ahí uno puede adivinar que hubo un traspaso bastante importante de votantes del Frente Amplio a Alejandro Guillier. O totalmente convencidos con la Nueva Mayoría, o votando en contra de Piñera, porque Guillier era el mal menor, no lo sabemos, yo lo dejo hasta ahí no más. Yo calculo entre un 70% y un 80% de traspaso. Creo que se generó un anti-piñerismo en algún momento más o menos fuerte. También tenemos a gente que nunca había votado y que votó por nosotros y que al no tener candidata, se restó en segunda vuelta.
Y el segundo punto que me parecería para el análisis es la capacidad que tuvo Piñera de llevar más gente a votar. En primera vuelta hay una alternativa más enorme de candidatos, como para que haya venido a votar más gente en la segunda vuelta, y que votara por Piñera. Entonces ahí uno se pregunta qué pasó o qué logró hacer la candidatura de Sebastián Piñera que llevó más gente a votar. La única clave que yo veo que es una constante es el temor. Se instaló un concepto que a nosotros nos puede sonar gracioso pero yo creo que a mucha gente la llevó a pensar algo y tener temor de los resultados con el concepto que se difundió de “Chilezuela”.
Tú crees que eso fue un factor importante…
Mira, yo pensé que no iba a tener fuerza, porque pensé que era una cosa muy burda. Ahora ojo, que no es algo de las últimas tres semanas. Tenemos que entender que en Chile el 80% de los medios de comunicación son de la derecha política, y de derecha entendiéndose como manteniendo el status quo. Y en torno al poder de la gente que manda en Chile, que son los grandes grupos económicos. Entonces lo de “Chilezuela” no es de las últimas tres semanas. Se ha instalado esta comparación entre la izquierda latinoamericana a un proyecto Chavista en los últimos 4 años, justo bajo el gobierno de Michelle Bachelet. Entonces el concepto de “Chilezuela” que puede parecer como algo muy burdo de campaña, creo que provocó un efecto en la gente que salió a votar y que no había votado por Sebastián Piñera en primera vuelta. Pero también porque el día en que gana Sebastián Piñera los gritos en la calle y en el comando era “¡nos salvamos!”. Creo que ahí hay algo que marca el temor a un proyecto de cambio. El temor a esta izquierda puede haber ejercido una presión de voto mayor.
Y es curioso lo que mencionas, porque la percepción que tengo desde afuera es que tanto el Frente Amplio, como la socialdemocracia dentro de la Nueva Mayoría, incluyendo un sector de los socialistas, excepto el PC, no comulga para nada con el gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Y el gobierno de Chile concuerda con esta posición anti-chavista y pro-oposición, entonces es una contra-campaña bastante extraña. No hay ninguna señal de que la presidenta Bachelet o Guillier o ustedes hubieran querido que se implemente políticas chavistas.
Chavistas. Nada.
Incluso recibieron a representantes de Leopoldo López…
Coincido plenamente. Es interesante que lo mencionas porque creo que al principio de la campaña me entrevistó la agencia Bloomberg, que destacó junto a los medios chilenos (y aquí lo uno con tu primera pregunta) y tituló “Beatriz Sánchez, más cerca de Bernie Sanders que de Hugo Chávez”.
Yo concuerdo absolutamente, nuestro proyecto va para otro lado. Pero no hay que olvidar que en Chile a diferencia del resto de América Latina y Europa, no sé cómo es en Estados Unidos, pero nosotros somos súper ombliguistas, los chilenos tenemos comportamiento isleño. En Chile casi no hay noticias internacionales, no hay análisis internacional. En los noticieros en Chile, si tú los miras, es más importante el accidente en la esquina, que una crisis internacional grande como la de Brasil.
Así es, he visto como se gastan 15 minutos de noticias en un simple choque en una esquina…
Ese es el tema, entonces cuando no sientes esta conexión con la información internacional, lo que los medios reflejan de una crisis es lo único con que tú te alimentas, entonces evidentemente hacia afuera, todos nos dicen “¿Chile chavista?”. Es decir, no puedo encontrar algo más contradictorio con la realidad. Pero incluso Sebastián Piñera en segunda vuelta comparó a Alejandro Guillier con Nicolás Maduro, cuando yo no sé si alguien podría hacerlos comparables. No tienen ninguna comparación, por eso te digo que hay un déficit que tiene muchas razones. Lo otro es la concentración de los medios de comunicación con una sola agenda. Hubo muchas cadenas, tan curiosas en WhatsApp, entre familias de gente que era venezolana que decían “Chile está yendo a convertirse en chavismo”, argentinos diciendo “yo llevo años en Chile, les alerto que puede venir el chavismo”. Es decir, había una forma de penetración que yo creo que es vital para que el miedo provoque un efecto, y yo creo que sí hubo un efecto. Para mí fue muy decidor el hecho de que el día que gana Sebastián Piñera había un grito que decía “nos salvamos”.
Hay claramente un sentido de establishment en los medios de comunicación en Chile. Los programas de análisis tienden a ser muy conservadores en la visión de los analistas, con una imagen muy de desmedro hacia ustedes el FA. Unido al error enorme de las encuestas, donde les daban un 8% en primera vuelta, donde finalmente obtienes 20%, 20 diputados y un senador. Un resultado espectacular, pero que no es reflejado en los medios. En TV hace un par de noches aparecían cuatro analistas dando por disuelto al FA, débil, cuando aún ni siquiera comienza su labor legislativa. ¿Qué piensas sobre esto?
Yo creo que el establishment todavía no nos entiende, todavía no entiende que Chile ha ido cambiando. Como FA tenemos un desafío que es enorme, nos va tocar articular la oposición. Hoy la Nueva Mayoría, con un candidato de la Presidenta de la República y de toda la institucionalidad en Chile, fue derrotada. La NM va a entrar, tienen que hacerlo, en un proceso interno de crisis, de mirar, cada uno de los partidos, de qué pasó con su liderazgo. En los diarios se echan la culpa unos a otros. Eso tiene que decantar de alguna manera. Nosotros como FA, el desafío que tenemos es articular la oposición porque no lo va poder hacer la NM ahora, pero también tenemos el desafío de mantenernos unidos, que no es fácil. Nosotros tenemos una vocación de ser diversos y yo nunca le voy a ser el quite a eso.
Al contrario, yo creo que es una gracia que tenemos de abrirnos y de que seguramente nos vamos a seguir abriendo más a otros conglomerados políticos que quieran entrar, pero también a organizaciones sociales que quieran participar con nosotros. Ese es el carácter, es lo que queremos hacer. A nuestra candidatura el establishment nunca lo logró entender, nunca lograron a lo mejor asumir lo que significaba un tipo de liderazgo distinto. Pero la gente si entendió, y yo quiero dejar bien en claro eso, porque no solamente están las encuestas y los medios de comunicación que hicieron de caja de resonancia de las encuestas sin pedir ningún tipo de justificación por sus números errados. Yo no sé si leíste algunas columnas, pero mi tipo de liderazgo se criticó desde el principio hasta el fin. Yo tomaba una decisión, entonces “le falta liderazgo”. Yo no tomaba una decisión, entonces “le falta liderazgo”. Era un mantra. “Ella no entiende lo que es la política, le vamos explicar a esta mujer”. Mi enseñanza después de esto es que la gente tiene mucho más claras las cosas que la elite política, que la elite del establishment y que incluso los medios de comunicación, o que los columnistas clásicos que son todos hombres por lo demás. Entonces tienen una mirada muy clásica de lo que es el FA. Nuestro desafío como FA es de mantenernos unidos, articular y redefinir la oposición. La oposición como la entendemos se agotó. Esa oposición que está atrincherada, diciéndole sí o no a un proyecto de ley que viene del gobierno. Desde el Congreso no solo queremos decirle que “no” al gobierno de turno, sino que traer las banderas del sentido común a un nuevo pacto social, cultural, político, donde instalemos fuertemente el feminismo, que lo instalé yo. Instalar fuertemente la crítica a los medios de comunicación, el cuidado del medio ambiente, no en oposición al crecimiento, sino como parte fundamental del crecimiento. Y los derechos tanto políticos como sociales. Todas estas claves dan una lectura donde Chile va bastante más avanzado que su propia élite. Nosotros la estamos interpretando desde el FA y yo creo que la elite todavía no entiende al FA, no puede leer lo que pasó, todavía le cuesta leerlo, y cuando te cuesta leerlo es fácil decir “no existe”, “no, fue una ilusión”. No, no, no. Sí existimos, y les va a costar leernos.
Ustedes no apoyaron a Guillier institucionalmente como FA, sólo a título personal. Te soy sincero. Yo creo que estratégicamente a ustedes nunca les complicó que ganara Piñera. Los potencia mucho mejor en el crecimiento como oposición y desde el Congreso. ¿Cómo reaccionas frente a este análisis?
Me cuesta entendernos sobre la definición del “otro”. Yo prefiero que nuestra definición venga por nosotros mismos. Yo quería que nosotros votáramos según lo que nosotros creemos y no sobre lo que más nos conviene desde la estrategia política. Porque yo creo que aquí hay un bien superior, y esa es una de las razones por las que voté por Guillier. Nosotros también nos debemos a las personas de Chile y yo creo que objetivamente un gobierno de Sebastián Piñera perjudica a más gente. Quizás no cambia mi estilo de vida, pero hay personas que al cortarse programas sociales, que ya lo hizo en su primer gobierno, van a sufrir. Cuando Piñera es una persona que no quiere avanzar en gratuidad, hay personas que quedan fuera de la educación superior y no lo merecen. Antes de hacer un análisis desde qué es lo que nos interesa ombliguistamente a nosotros como FA, creo que tenemos un deber de que Chile no caiga para peor sino que avance en la línea que nosotros creemos que son los derechos sociales. Y yo creo que ahí era mejor la NM. Pero incluso también como estrategia yo no tengo tan claro si era mejor Sebastián Piñera o Alejandro Guillier a la hora de mirar con quien se llega a acuerdo o de la manera de ser oposición. Por eso es que tenemos tantos desafíos ahora con Sebastián Piñera, y nuestro primero desafío como ya dije es definirnos como oposición y liderarla. No solamente avanzar en espacios electorales, sino que ir corriendo el cerco de cómo nos miramos cultural y socialmente. Pareciera ser que las banderas del sentido común están en otro lado, están mas hacia la derecha política, con el camino individual, muy sobrevalorado, y luchar porque la meritocracia parta desde condiciones igualitarias. Las banderas del sentido común hay que traerlas hacia acá. Proponemos un país más justo donde todos podamos tener las mismas posibilidades. Entonces, creo que eso también es un desafío para nosotros como oposición y jugar el rol que nos corresponde desde el Congreso.
¿No concuerdas que dentro de este interés ético y moral de la agenda programática del FA, es un poco más estimulante para el crecimiento interno ser oposición a Piñera, que haber sido oposición a Alejandro Guillier? Ustedes anunciaron que iban a hacer oposición a ambos, pero intuyo que quizás es más conveniente ser una oposición frente a lo que viene desde una derecha instalada en el poder.
No, no concuerdo. Yo entiendo que uno es oposición de manera distinta, independiente de quien haya salido presidente. Yo dije, si sale Alejandro Guillier vamos a hacer un tipo de oposición, si sale Sebastián Piñera evidentemente es otro tipo de oposición. Pero nosotros vamos en el camino de los cambios, y creo que un gobierno de Sebastián Piñera, que busca mantener un status quo o ir para atrás en derecho sociales, creo que hace más duro el camino después. Aquí nosotros nos vamos a preparar cuatro años para gobernar, y va a ser más duro el camino después para ir girando hacia lo que buscamos, más derechos sociales.
Pero tu sector no hizo ese análisis al mismo nivel que tú lo estás haciendo en este momento. Ninguno de los actores principales del FA se la jugó por hacer un llamado fuerte y claro a todos los que habían votado por ustedes, a ese 20%, para que votaran por Guillier. No hicieron ese llamado y obviamente ese es un acto político que tiene mucha significancia, pese al análisis que estás haciendo ahora, sobre que el triunfo de Piñera es un costo importante para el tema social, de todo el avance en políticas estatales de apoyo que se va a destruir desde el Ejecutivo. Lo que dices pierde fuerza frente a la decisión que ustedes mismos tomaron.
Pero yo creo que hay que hacer diferencias que a lo mejor no están tan claras para todas las personas que miran esto desde otros países hacia América Latina. Porque me han hablado mucho los medios internacionales de cómo la centro-izquierda fue fracturada, o por qué no se unió la centro-izquierda. Entonces, hay que precisar algo primero, que es que tenemos proyectos que son distintos. No somos un solo proyecto que se dividió en personalismos, no. Tenemos proyectos distintos. La NM tenía un proyecto que era continuar las reformas sobre la base que definió Michelle Bachelet, y el FA surge el 21 de enero de 2017 porque estamos levantando otras banderas. Si tú me preguntas a mí, por mi historia personal que es la de muchos frenteamplistas por lo demás, yo voté por la Concertación durante muchos años, hasta que dejé de votar por la Concertación porque yo quería que ésta levantara las banderas que levantamos nosotros hoy día directamente, que es un pacto social distinto.
Yo valoro el pacto social que generó la Concertación cuando pasamos de la dictadura a la democracia, lo valoro profundamente. Creo que se hizo un gran trabajo. Pero yo creo que hoy cuando estamos en 2017, necesitamos un pacto social distinto para bajar la brecha de desigualdad que tenemos, que no nos permite desarrollo a largo plazo, que no permite una vida digna para millones de chilenos y chilenas. Por eso hoy levantamos las banderas del FA. A mí me hubiese encantado que las hubiese levantado en algún momento la Concertación, pero no lo hizo y finalmente estoy en otro proyecto, entonces, ojo con eso. La izquierda en Chile no es la misma, no tenemos los mismos proyectos, por eso existe el FA. Entonces, el FA después de la primera vuelta, cuando vimos cuál era nuestro respaldo, tomamos entre todos varias decisiones, y las decisiones que tomamos tenían que ver con algo que nos hiciera sentido a todos, eso era muy importante. Primero, es que yo no me siento ni me voy a sentir nunca dueña de los votos. Yo tuve un respaldo ciudadano importante en la elección, pero yo no siento que este millón trescientos mil votos esté en mi bolsillo, para nada. Creo que fue en un momento preciso, que se hizo sentido con lo que yo decía, que logré una conexión con una parte importante de los chilenos y chilenas que yo valoro muchísimo, por lo cual yo tengo una responsabilidad.
Pero yo no siento que los tengo en el bolsillo, para nada. Entonces por eso yo siempre dije, yo no soy la dueña de los votos de nadie. Si algo aprendí haciendo campaña de Arica a Punta Arenas, es que las personas quieren tomar sus decisiones en Chile, en una participación democrática efectiva, entonces yo jamás vendría a decirle a alguien “vote de esta manera porque así voy a votar yo”. Yo no creo en eso, no creo en ese tipo de liderazgo, entonces si bien generó muchas reacciones, los liderazgos yo los entiendo de manera distinta. Pero sí llamamos a participar porque creemos en eso, no nos da lo mismo entre Guillier y Piñera. Pero por un lado Piñera no nos gusta porque es un retroceso, pero por otro lado Alejandro Guillier no se acercó a ninguna de estas banderas como para incentivar a nuestros votantes. Yo no iba a llamar a la gente a votar por él porque yo no siento que tenga ese poder sobre nadie. Yo siempre he sido transparente, porque como periodista política siempre dije por quién votaba porque me parecía que era lo responsable, que la gente supiera desde dónde estaba hablando, y como ex candidata presidencial con mayor razón lo iba a dar a conocer. Ya sea si fuera a votar nulo o si votaba en este caso a favor de Alejandro Guillier. Pero también hubo algunos movimientos dentro del FA que dijeron desde el primer momento, también con su capacidad personal de decirlo transparentemente, que ellos iban a votar nulo, o sea que ellos no estaban apoyando. Entonces fue una manera en que nos pusimos de acuerdo.
La percepción que tengo desde afuera es que efectivamente para ustedes era un pésimo negocio moral y valórico haber llamado a votar por Guillier de una manera plena y sistemática. Creo que hay pragmatismo de ustedes, pues estaban pensando en ser oposición, fuerte, con 20 diputados en el Congreso y para eso necesitan el apoyo militante y el voto independiente. Y ese electorado importante, crítico de la política tradicional, se hubiese sentido traicionado…
Lo que pasa es que además, llamar a votar como bloque era un poquito no obedecernos a nosotros mismos en algo que marcamos desde un principio. Hubo muchos liderazgos de la NM en la primera vuelta que decían “pero si nosotros creemos en las mismas cosas que cree el FA”, entonces nosotros decíamos que no. No creemos en las mismas cosas, por algo surge el FA como una alternativa distinta. Creo que las personas valoraron eso e hicieron claramente la diferencia cuando votaron el 19 de noviembre. Entonces evidentemente llamar a votar masivamente por la NM es desconocer que nosotros somos un conglomerado y un grupo político que levanta otras banderas hoy día, con un proyecto político que es distinto al de la NM.
Les mandé un mensaje por WhatsApp a contactos internacionales, gente que está pensando el continente, y les dije, ¿qué le preguntarían a Beatriz Sánchez? Los contactos progresistas se centraron en preguntarte cómo procesabas el hecho de que la forma en que operó el FA en la segunda vuelta le facilitó el triunfo a la derecha en Chile.
Sí, pero esa lectura está también acá en Chile. Lo primero que hay que aclarar es que yo no estaba en esa segunda vuelta. O sea, dejémoslo bien clarito, la responsabilidad es de los que estaban en segunda vuelta, tanto para el triunfo como para la derrota, y el FA no quedó en esa vuelta. Y en primera vuelta obtuvimos un súper buen resultado, mucho más allá de lo que se creía. Entonces primero las responsabilidades a quien le quepan, y la responsabilidad del triunfo y la derrota está en los que están en segunda vuelta. Y quiero insistir nuestro proyecto es distinto a la NM, pese a que creo que una parte importante de nuestro electorado sí apoyó a la NM.
Antes de que cerraran las mesas electorales, dio la sensación de que estaba votando un número similar o mayor de personas, pero poca gente joven y mucha más gente mayor. Dio la sensación de que los jóvenes del FA se quedaron en sus casas, y gente más conservadora que no votó en primera vuelta se volcó en masa esta vez a votar por Piñera…
Sí, yo coincido en esa lectura. Es bien notable lo que se logró, que fuera gente que la derecha logró movilizar. Creo también que hay un porcentaje grande de gente más motivada por el anti-piñerismo que por el atractivo del candidato de la NM y que salió a votar por el FA. Yo me encontré con algunas personas, análisis que no es representativo, que te dicen “yo nunca había votado, voté porque me gusto la campaña”, por distintas materias, el feminismo, lo que fuera, “pero ahora en segunda vuelta no está mi candidata, yo no voy a votar”. Entonces también se genera eso, e insisto que eso es la prueba máxima de que somos proyectos que son distintos.
No cabe duda que hubo un voto anti NM. Si tú hubieras estado en segunda vuelta yo creo que hubieras alimentado esa ruptura con el pasado también. Al mismo nivel que Piñera quizá, porque hay gente que efectivamente votó por ti y que no cabe duda luego votó por Piñera, por ser el candidato rupturista.
O por ser un cambio. Hay gente que me lo explicaba así en la calle y tenemos que entender también un poquito Chile. Chile es un país muy despolitizado. Y esto sí es responsabilidad para mi gusto de la NM, de la Concertación. Después de ganado el Plebiscito del Sí y el No en 1988, lo que hizo la Concertación cuando empezó a gobernar, fue mandar a la gente a su casa. Había todo esto bullente de estas luchas contra la dictadura, yo diría los últimos 6 ó 7 años de Pinochet, donde había sindicatos, pobladores, una organización de mujeres muy importante y conglomerados políticos, la naciente política porque los partidos políticos estuvieron prohibidos hasta unos años antes del plebiscito. Todos concentrados en derrocar a la dictadura. En el momento que entra la Concertación, a toda la gente que participaba, que se encontraba en distintos lados (recordemos que habían casa del NO en todas las regiones, en algunas más de una), la orden después del plebiscito fue que “se cierran las casas del NO”, las que eran un lugar de encuentro cultural, político social.
Se cierran todas y se le manda a la gente “a la casa” y se baja la participación y dicen “no te preocupes, nosotros ya los representamos, todos a la casa”. Eso tiene un efecto, si bien vivimos 17 años de una dictadura que señalaba que lo peor de la vida eran los políticos. Y después viene una Concertación que lo que le dice a la gente es “no participe, váyase para su casa”. Bueno, ¿qué quieren hoy día? La responsabilidad de que hoy día la gente no quiera participar en distintas instancias, que no pelemos por tener derecho a plebiscito en leyes que son importante para nosotros, eso tiene que ver con una desactivación política.
Si tú le preguntas a mucha gente en la calle, te dice “yo no soy político, me carga la política”. Yo le digo “no, la política la hacemos todos los días, a usted lo que le carga son algunos políticos y los partidos políticos, eso es otra cosa”. Pero hay esa conversación habitual de que “me cargan los políticos, odio la política”, entonces cuando tenemos una sociedad así de desmovilizada, las personas terminan votando por pequeñas cositas que le hacen sentido y no necesariamente por una cosa mayor, sobre un cuadro basado en “qué es lo que usted me propone, cuál es la idea-país de este candidato o de esta candidata”. Hay un porcentaje por ejemplo de gente que me decía en la calle, “uy, yo estaba por Piñera antes y ahora estoy por ti”. Entonces yo decía “qué raro”. Le preguntaba entonces por qué el cambio cuando tenemos proyectos tan distintos. Me decían “es que yo quiero un cambio”. Entonces, que fuera Piñera en ese momento el cambio, y después me ven a mí y les gusta más lo que decía yo. Pero hay gente más despolitizada donde hay cosas pequeñas que le provocan algo en la cabeza.
¿No crees que en ese sentido Piñera “se robó el cambio” para neutralizarlo de cierta forma, considerando que es un presidente que se repite y que es un viejo líder de la vieja escuela? Porque al fin al cabo el FA al parecer irrumpe para que todo cambie, pero gana Piñera y el electorado reelige un presidente que es de esa vieja estirpe…
Hay harta lectura hoy día del establishment de decir “ven, finalmente nadie quiere cambio”, y yo digo momentito. El país que votó en la primera vuelta por cambios profundos, por la cantidad de adhesión que tuvimos nosotros, no es un país distinto al que votó para la segunda vuelta. Si sólo pasó un mes, no es otro país. Lo que se reordenó es la gente que fue a votar. Porque si vamos a la cifra real, hay un 75% de los chilenos y chilenas que no votó por Piñera. Estoy sumando el 50% que tampoco votó por nosotros, ojo, que es gente que no ha votado. Entonces cuando nosotros vimos que en la primera vuelta la gente que votó, votó por cambios, entonces insisto, es el mismo país que es hoy día y que le dio el triunfo a Piñera, pero que se reordenó distinto para apoyar a Piñera.
Pero eso no hace que se tape la elección anterior. Y hay algo importante que nos queda, la bancada frenteamplista. Los candidatos frenteamplistas que salieron, que son parte hoy día del Parlamento y que es una fuerza muy importante dentro del dibujo parlamentario, son los que van a liderar el cambio. Entonces, esto no queda en el vacío, hay algo que se hace carne del proyecto de cambio y que va a recoger esta intención que sí marcaron los chilenos y que es el mismo Chile que vota en la segunda vuelta, reordenado, pero es el mismo Chile que sí quiere cambios.
Pero sin duda hay un triunfalismo de derecha muy potente. Otro chileno conservador en WhatsApp, muy excitado por el triunfo de Piñera, me señaló que el triunfo del candidato de derecha, con los 9 puntos de diferencia, significa que la gente repudió el programa del FA…
No, yo no lo creo, para nada, porque repito, es el mismo país que votó en primera vuelta, es el mismo país que todavía existe y que le dio el triunfo a Piñera. El país no ha cambiado, no cambia en un mes. No es la misma gente que votó en primera vuelta, es un reordenamiento en un mismo país que quiere cambios. Si bien yo entiendo que desde la derecha haya un discurso muy triunfalista, es decir, “ganamos, nosotros hacemos lo que queremos”, hay que también analizar algunas cosas que son más sutiles. Sebastián Piñera tuvo que cambiar bastante sus promesas de la primera vuelta para la segunda vuelta. Desde el momento en que incorpora a Manuel José Ossandón y éste lo obliga a hacer algo que era impensado, como decir “quiero más gratuidad”, o como cuando reconoce, pese a que no lo tiene en el programa, que él está súper abierto a una AFP estatal.
Bueno ese es el Piñera que no vimos, no digo en la campaña de primera vuelta sino en los cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet a la que él hizo oposición, con todos los medios de comunicación a su favor, diciendo “es mala la reforma educacional”, “no se pueden cambiar las AFP”, “no a la gratuidad”. Si uno mira cómo votaron todos los parlamentarios de derecha respecto a la gratuidad cuando el gobierno presentó el proyecto para la gratuidad universitaria, y cómo se desarrolló el tema entre la primera y segunda vuelta, hay un universo de diferencias.
Entonces si bien yo creo que el efecto alrededor de Piñera fue más bien el temor, lo que sí fue notorio es que después de la primera vuelta Sebastián Piñera tuvo que cambiar el lenguaje, tuvo que cambiar lo que decía. Yo no sé si él lo va a cumplir, yo lo dudo porque él tiene un programa que va para otro lado. Él tuvo que hablar de gratuidad todos los días y si uno analizaba las frases radiales que grababa iban en esa orientación e incluso centrarse con cosas que jamás ha creído como una AFP estatal. Entonces, él también recibió el efecto. Y creo que ahí hay una mirada bastante interesada hoy día de quienes están en el paquete de Piñera de hacer rápidamente esa lectura y de situar la conversación en que Chile no quiere cambios, que el FA se va a aguar y no existe. Y no, momentito. No es lo que vimos en la elección. Es el mismo país y tenemos una bancada frenteamplista que lo demuestra.
Interesante lo que estás diciendo porque significa entonces que Guillier fue el candidato que no acogió la agenda programática del Frente Amplio en la segunda vuelta, por lo menos los elementos fundamentales, ni tampoco en el último debate, pero Piñera sí. Piñera tomó algunos elementos, los que tú estás planteando, de manera mucho más inteligente. ¿No crees que en ese sentido Piñera robó algo del simbolismo del FA?
Sí, pero yo no lo plantearía así. No es que nos hayan robado, yo creo que lo que hizo Sebastián Piñera fue diluir lo más duro de su propuesta, más que incorporar nuestros temas. Entonces al decir, “sí, gratuidad, pero solo en los Centros de Formación Técnica”, por ejemplo. Él toma ciertas palabras, no porque las instale como una bandera propia, sino que logra diluir un poquito la fuerza de su discurso, en el tema de gratuidad en la educación por ejemplo, o la rebaja tributaria a las empresas, o las AFP. Diluye un poquito la fuerza a contracorriente respecto a lo que decíamos nosotros de su propio discurso. Eso es lo que yo creo que hace. Y efectivamente lo que yo creo que la NM no hizo fue no tomar las banderas del FA. Y de hecho era como casi una competencia entre Guillier y sus voceros de quien se alejaba más del FA. No se acercó a tomar estas propuestas, que tampoco eran una lista de supermercado. Era un proyecto país y que estaba bastante claro además.
Y te iba a preguntar exactamente eso. ¿Por qué crees que la NM no quiso recoger algunos elementos fundamentales del FA que les hubiera quizás salvado la elección? ¿Qué pesó en su análisis al no acoger esta fuerza que tiene un año de vida, que sacó 20 diputados, que casi le gana por dos puntos? ¿Por qué no negociaron con ustedes de una manera profunda?
¿Tú crees que los jerarcas históricos de la Concertación y que pasaron a la NM en torno a Guillier tenían miedo del FA, del avance de esta izquierda fresca, más joven, más rupturista y exitosa en lo electoral? ¿Qué hubo miedo al final de la campaña de perder ese sitial?
Creo que no, no me genera esa sensación. Lo que sí creo es que a ellos les cuesta entender lo que somos. Yo creo que todavía no se lo explican muy bien. Creo que toda la gente que lideró ciertos buenos momentos de la Concertación, y que están muy enamorados de lo que hicieron, interpretan al FA como alguien que viene a poner en disputa o en cuestión cosas que hizo esa Concertación. Y eso yo creo que les hace sentir mucha rabia a lo mejor frente a lo que nosotros estamos diciendo. Por eso nos han acusado tantas veces de que nosotros los despreciamos. Y yo les digo, no es cierto, hay cosas que yo valoro mucho sobre lo que hizo la Concertación, pero creo que hoy día tendrían que estar levantando nuestras banderas. Hay esa crítica que yo hago personalmente, por ejemplo. A mí me gustaba mucho más el Ricardo Lagos con el dedo levantado a Pinochet, que el Ricardo Lagos que terminó siendo el que más querían los empresarios. Entonces creo que esa mirada más crítica respecto a ciertos momentos de la Concertación genera en estos antiguos líderes harta rabia.
Hablemos un poco de los reordenamientos. Porque aparece Mariana Aylwin desde la DC expresándose de manera bastante transparente sobre que se siente un poco más cómoda quizá con ciertos temas programáticos del derechista Chile Vamos, y luego aparece Ricardo Lagos recibiendo inmediatamente a Sebastián Piñera tras su triunfo.
Bueno, sí. Nosotros lo dijimos siempre en la campaña, yo veía que la NM está en un proceso de descomposición muy avanzada, muy acelerada en todo lo que uno vio en el último tiempo. Mariana Aylwin desde hace un tiempo lidera junto con otra gente de la DC una especie de agrupación que se llama “Progresismo con progreso” y que se levantó en oposición o en crítica muy dura al gobierno de Michelle Bachelet, siendo que ellos como DC son parte del gobierno. Ellos resentían mucho que estuvieran los comunistas dentro y para la DC no hay una convivencia posible entre ellos dos.
Desde hace mucho tiempo que su forma de ver la política, crítica a Michelle Bachelet, los acercaba mucho a la oposición. Eso termina finalmente en que Carolina Goic es candidata y se aparta la DC del resto de la NM. Hay que poner atención ahí porque tenemos que ver qué pasa con la NM y este reordenamiento. Como te decía, creo que se inicia un ciclo político nuevo, que nosotros tenemos muchos desafíos, yo quiero reconocer eso. No es que nosotros digamos “la hicimos y aquí nos quedamos”, no. Son muchos desafíos para adelante, pero el reordenamiento tiene que ver con que hay tres fuerzas políticas, ya no dos, que se van a notar en el Congreso. Ahora, la NM creo que tiene que hacer su proceso de decante, crítica interna y vivir una crisis interna por lo que le pasó, y eso también la va a redefinir, y yo tengo varias preguntas al respecto. Si la DC se va a sentir parte o no de este conglomerado, quién va a sobrevivir a este conglomerado, si el PC va a seguir, o quienes van a liderar dentro de sus propios partidos. Creo que respecto a ese reordenamiento tenemos que esperar, porque está abierto todavía, no está zanjado.
Hay dos señales interesantes: un sector más juvenil del PS que vería con buenos ojos integrarse al FA y por supuesto el Partido Comunista, donde ya se comienza a perfilar la posibilidad que también sea parte del FA. ¿Cómo ves esas posibilidades de integración?
Creo que está muy reciente todo para tener una opinión tan definida al respecto, porque tiene que ver con lo que vaya pasando en la NM. El FA hoy día no está por cerrarle las puertas a nadie, decir, “usted no entra”. Yo creo que evidentemente hay miradas comunes del país con sectores del PS, evidentemente con sectores del PC también. Pero hoy día nosotros nos contemplamos como el FA que es. Sí me parece interesante que hay sectores del PS y que los lideró en algún momento el mismo Fernando Atria, que está planteando a la interna de la NM cosas que tratamos nosotros desde el FA. De hecho él lideró una opción para ser presidente del PS y que perdió. Y una de las maneras más sencillas de plantear todo esto era decir, “mira, yo lo que quiero de llegar a la presidencia del PS es que los socialistas volvamos a ser socialistas”. Yo creo que con esa frase resumía perfecto en qué posición estaba y cuál es la mirada crítica que existe al PS, en fin. Entonces evidentemente con todos esos sectores hay varias banderas comunes, la educación gratuita porque es un derecho, el derecho a la salud, el fin de las AFP, la Asamblea Constituyente.
Hay varios puntos de acuerdo y yo creo que eso da hartas esperanzas de acuerdo para ir avanzando. Pero hoy situarse a que estamos abiertos a que venga éste o éste, todavía creo que es una conversación que tenemos que dar como FA mirando lo que pase con la NM. Seguramente durante enero vamos a tener alguna reunión donde vayamos haciendo todas esas definiciones. Además son decisiones que tomamos de manera participativa, que es parte de cómo nació el FA. No que las personas que somos los líderes hoy día, digamos “esto es lo que hay que hacer”. No, discutámoslo. Pero me parece interesante hacer esa discusión de la oposición que vamos a hacer, de qué manera nos vamos a abrir, cómo vamos lanzando puentes, porque la democracia es eso, una discusión permanente, tensión también, pero es una discusión permanente.
Sobre tus propios planes, ¿cuál es tu futuro en los próximos cuatro años? Tú no eres militante del FA.
Claro, soy independiente. Lo estoy pensando. Si algo yo quise ser durante todo el tiempo que fui candidata y afortunadamente todo el equipo con el que trabajé en el comando también lo entendió así, es que yo no quería ejercer el típico liderazgo de la candidatura presidencial sino que quería ser un liderazgo que a mí me hiciera sentido. Lo que yo veía que se necesitaba, que es cómo a mí me gustaría construir Chile. En esta etapa quiero hacer lo mismo, no quiero caer en un puesto porque “es lo que hay que hacer” o porque “es lo que se espera”, o que tengo que ser la vocera principal del FA, o que tengo que estar allá o acá.
Yo digo, a ver momentito, antes de que me lleve la corriente a algo, quiero estar donde me siento cómoda, quiero saber donde sirvo más, donde ejerzo mejor mi liderazgo, desde qué lugar y haciendo qué cosa. Yo en mi época de periodista siempre decía que la política se hace desde cualquier parte y desde todas partes, y que la política la hacemos siempre. Por eso yo sigo mis propias palabras. Salté desde los medios de comunicación a una candidatura presidencial, entonces hoy día quiero seguir en la misma lógica, pues creo que la política se hace desde distintas partes y desde distintas dimensiones, que no es necesario que yo esté como la presidenta del FA, por poner la caricatura máxima. Por eso me hizo sentido ser candidata presidencial pese a que no venía del típico mundo político tradicional, de la escuela de saltar de diputada a senadora, y luego a candidata presidencial.
Pero estoy seguro que te lo han planteado, que hay sectores del FA que sí concuerdan en que tú sea como la “lideresa de”.
Sí, y yo también creo que tengo un liderazgo dentro del FA muy importante, no lo desconozco y tengo una responsabilidad que es la que tengo más presente después de la votación que tuvimos en la primera vuelta. Pero yo insisto, quiero que el lugar que yo ocupe a mí me haga sentido, de donde hacer política, entonces no lo tengo tan resuelto. Así que eso es en lo que estoy, en estos días que estoy como de vacaciones, o semi vacaciones. Es lo que estoy pensando.
Si para el FA tomara sentido por ejemplo que tú te integraras al Congreso, ¿sería una opción para ti, o la descartas también?
No lo sé todavía, es que no lo tengo resuelto, no sé cuál es el mejor lugar. Todavía tenemos que juntarnos como FA, que no lo hemos hecho en concreto, porque con todo lo que pasó y con las candidaturas, está cada uno de los partidos viendo quiénes son sus nuevos parlamentarios, cómo responden a esta realidad nueva que me parece es bien importante. Pero en enero nos vamos a juntar y se va a ir decantando todo. Pero yo también tengo que hacer esa lectura de dónde me gustaría estar. No lo tengo tan resuelto, y tampoco me quiero presionar, de tener una respuesta lo antes posible.
El candidato presidencial de izquierda de Honduras que está luchando contra el fraude electoral, Salvador Nasralla, también es periodista. El ex presidente del Salvador, Mauricio Funes, también era periodista. Tú y Guillier, también periodistas. ¿Cómo analizas esa nueva estructura de liderazgos desde las comunicaciones?
No es casualidad que en esta elección hayamos sido dos periodistas. Creo que se están buscando liderazgos no tradicionales, y en Chile tiene que ver con todos los casos de corrupción que conocimos durante los últimos años. Pero también tiene que ver con la importancia de las comunicaciones, que yo creo son un factor hoy día muy importante y vital a la hora de hacer política, sobre qué capacidad tienes tú de comunicar y de impactar en esa comunicación. De hecho yo termino siendo candidata presidencial por las editoriales que yo he hecho durante tantos años, en medios de comunicación abiertos. O sea hay una relación absoluta entre una cosa y otra, para mí gusto. Entonces creo que el impacto hoy día de los medios de comunicación en el discurso público, en posicionar temas, es muy grande y seguramente se va a ir repitiendo esto en el mundo de personas que saltan desde la vida mediática a candidaturas. Pero tiene que ver con eso, no que se esté buscando la farándula. Al contrario, creo que hay cada vez más posiciones políticas que se establecen y que se comunican mucho mejor, no desde el Congreso a lo mejor, sino desde un medio de comunicación.
Tras el surgimiento del FA y tu figura como candidata, el resultado que tuvimos entre la primera y la segunda vuelta con el reordenamiento profundo que va acontecer en la Nueva Mayoría, o su fin, ¿tú no crees que se termina la política nostálgica relacionada simbólicamente con la dictadura, a ya casi tres décadas desde 1990? ¿El principio del fin de la transición?
Me cuesta ver todavía con claridad y masticar bien todo lo que pasó porque estamos demasiado encima. No creo que pueda ser tan soberbia de decir “con nosotros termina la transición”, no podría serlo. Lo que sí creo es que entramos a un ciclo político distinto. Después en algunos años más quizá se va a decir que en estos momentos a lo mejor se termina la transición, pero yo no lo afirmaría ahora, ni tampoco haría esa lectura. Creo además que estoy demasiado involucrada para hacer lecturas tan grandes, pero evidentemente se cambió un ciclo político, porque irrumpe una fuerza nueva, que somos nosotros el FA, además de los dos conglomerados que han estado disputándose el poder los últimos 25 años, pero a futuro queremos ser los articuladores de la oposición y para eso vamos a trabajar.
¿De qué manera nos vamos a ir situando en este mapa político? No lo sé, pero lo que sí es cierto para mí, y sobre la base de lo que pasó el 19 de noviembre con los resultados, no solamente el mío, sino con el de los parlamentarios electos, es que se inició un nuevo ciclo político en la historia de Chile.