Por ANRed
Romina, Ezequiel y Luciano son tres jóvenes originarios que viven actualmente en Buenos Aires, se entreveran en las aulas, las calles y las manifestaciones, los call centers de la capital de la blancura. Hablamos de modelos de belleza, mercado laboral, escolarización, política, a penas algunos vértices desde donde se despliega la opresión colonial. A un mes del asesinato de Rafael Nahuel en la comunidad mapuche de Lafken Winkul Mapu, abrimos dos capítulos de debates que vienen a cuestionarlo todo para cimentar mundos nuevos. Una juventud luchadora que se reconoce indígena.
Laburando como negros
“Cuando salí a buscar trabajo me di cuenta que si dicen buena presencia, quiere decir indígenas y negros no”. Así comienza Luciano a pintarnos de barro, con esa crudeza del hartazgo. El mercado de trabajo así como el imaginario social está segmentarizado, jerarquizado, hay de hecho una división racial y sexual de los rubros alcanzables, ya seas varón, mujer, trans, con rasgos europeos, indígenas.
Romina dice al respecto:“mi vieja trabajó toda la vida en casas y mi viejo como albañil y herrero. Es difícil salir de los oficios. Cuando trabajé en la Municipalidad, las que estaban adelante en el mostrador, son mujeres, jóvenes rubias o de tez blanca. Me parece que es muy difícil por las exigencias de belleza generales acceder a esos puestos y más allá de ser oscura, soy gorda, soy distinta.”
En las entrevistas laborales “ser” blanco es un capital simbólico a priori, en detrimento de “ser” negro o morocho, el color de piel, la forma de hablar y vestir son condiciones que pone el Otro, que hay que cumplir para acceder a determinados trabajos. Luciano reflexionaba en base a su experiencia de vida y de miembros/as de comunidades originarias con las que tiene relación: “Cuando salí a buscar trabajo me di cuenta que buena presencia quiere decir blancos o rubios, más allá de los estudios que tengan. Siempre para vender es una “buena imagen”. Yo trabajo en automotrices y me costaba el doble demostrar que sabía, después de eso si me daban puestos jerárquicos, pero primero me tenían que evaluar. A diferencia de que si venía un blanco con la misma experiencia que yo, le daban legitimidad y verdad al blanco. Yo tenía que estar demostrando. Eso pasa siempre y con las hermanas mucho más. Primero por ser mujer y segundo por ser mujeres indígenas, las ven como las más inofensivas, tontas, brutas. Nosotros siempre decimos que a la mujeres indígenas las tienen como sumisas, calladas, a diferencia de que a los hombres indígenas que nos temen, es un salvaje que en cualquier momento puede atacar(…) En una concesionaria trabajé mucho tiempo, los indígenas y cuerpos racializados no son vendedores de salón. Tenías que estar en el fondo, en el taller mecánico, haciendo limpieza. Actualmente trabajo en un lavadero de autos donde son migrantes o de la provincia. Casi siempre estamos en los trabajos pesados porque se creen que porque sos morocho tenés más fuerza, o que tenés que hacer ese tipo de trabajo”.
Me matan si robo y si trabajo me matan. El estereotipo de pibe chorro, presente en la cultura argentina, siempre se viste de negro, pobre. ¿Por qué el blanco, multimillonario de Benetton, no es asociado a la usurpación, a la estafa, a la delincuencia? Blancos que se cruzan de calle, se agarran fuerte la cartera, esquivan sentarse al lado en el subte, violencias cotidianas que viven los cuerpos racializados en la urbe, algunos por suerte, ya no con vergüenza y culpa, sino con rabia, indignación y conciencia. “Si va uno de mis hermanos indígenas a 10 entrevistas no lo escuchan simplemente por el hecho de ser morocho y el pibe al no tener posibilidad de acceder a trabajar tiene que recurrir a punguear, simplemente porque no tiene la chance y no tiene otra opción no le dan la oportunidad, porque no cumple con las condiciones con respecto al aspecto que se pide . Hoy la gente dice “me robó un negro”, pero ese pibe fue rechazado, fue desplazado varias veces por eso. Nos toman con miedo, lo veo diariamente, no puedo pararme detrás de alguien en una esquina de semáforo por que piensa que le voy a robar. Lo más grotesco fue un pibe que en un semáforo creyó que estaba robando, se empezó a tocar todos los bolsillos y le dije: ¡Pará loco!, ¿que te pensás que te estoy robando? No me trates de chorro si ni me conocés.
Ahora de manera activista, me imprimí unos volantitos que dicen:
¿Por qué crees que te voy a robar? ¿Por el color de piel, por la vestimenta?
Si yo fuera rubio no tendrías miedo.»
De Sarmiento a la izquierda europea
A los 16 años Romina empezó a preguntar por qué su mamá no hablaba todo el tiempo guaraní, qué pasaba. Le contaron que cuando iba a la escuela le decían que si hablaba guaraní se le iba a trabar la lengua; su madre fue a la escuela hasta los 10 años. “Es increíble la violencia que se ejerce hacia las mujeres originarias en Buenos Aires, es llegar a Retiro y prácticamente olvidarse de todo: el idioma, las prácticas”, parte del proceso de colonización, de coerción y cohesión ideológica, marcas que también se llevan en el cuerpo racializado, “nosotras tenemos rulos y mi vieja se hacía la toca todo el tiempo, se secaba el pelo con la toalla puesta de una manera para que quede lacio y estirado, incluso hasta hacerse trenzas le prohibieron”.
Al incorporar el idioma español, para sobrevivir bajo las condiciones de la argentinidad impuesta a sangre, fuego y castigo, también procuraron despegarse de su acento, hasta de la música que disfrutaban. Hay una continuidad histórica de colonización y represión desde el genocidio indígena, fundante del Estado Nación argentino, es lo que vienen a reivindicar los pueblos originarios, hubo otros antes de ellos. La educación legítima es la que asume una mirada blanca, europea, colonizadora y se reafirma así misma diferenciándose de la identidad originaria.
Romina estudia en el Profesorado de Historia del ISFD N°41 de Adrogué, al respecto decía: “Me parece una locura que se tenga como precedente de la Revolución de Haití a la Revolución Francesa, son discursos que van ninguneando a las identidades negras e indígenas. Tengo un profesor de Historia Argentina del siglo XIX que explicaba que con la campaña en el sur se murieron todos”.
Similar recuerda Luciano de su experiencia en la escuela primaria: “Siempre te hablaban que eran los vagos, los sucios y los feos, entonces a nosotros nos hacía negarnos. Acá me está mintiendo el sistema, después me di cuenta.” La institución educativa no es la única desde donde se propaga el racismo dominante: “En la televisión, en la ficción y cine nacional no hay indígenas y si los hay son un cuerpo racializado pero no con su identidad originaria, salvo en los documentales. Es una manera de negarnos, de invisibilizarnos, de decirnos “no existen”. Al llevar adelante esa negación hace que mucha gente niegue su identidad.”
Segundas o terceras generaciones, buscan sus raíces, las protegen y se reivindican, analizan y accionan desde la violencia ejercida por el Estado colonial. Romina cuenta cómo valoriza su identidad y la manifiesta incluso en la estética: “a veces me hago trenzas, me dicen: ay que lindas ¿pero no estás un poco grande para las trenzas? Yo como mujer, con mi cuerpo hago lo que quiero, la verdad es que a mi vieja le prohibieron tanto las trenzas acá, que es contestatario. Mi trenza es contestataria a todo un blanqueamiento a toda esa represión que hicieron.”
La lucha sigue y sigue. Eventos recientes como el Foro de Pueblos Originarios, Argentinización y Genocidio realizado en Mayo en Bahía Blanca, las dos Marchas de Mujeres Originarias por el Buen Vivir, la constitución de nuevas organizaciones como Jallalla Juventud a partir del rechazo al DNU del gobierno de M. Macri, el acampe por la ley 26160, los Encuentros de Juventudes Originarias, el próximo a realizarse en Enero, todos semilleros de reconstrucción identitaria. A los no originarios nos invitan a pensar y cuestionar todo aquello aprehendido en el sistema educativo tradicional y hegemónico. Y es que los puntos de vista críticos dominados por la izquierda están impregnados de lógicas europeas, de formas de entender la política con poco arraigo a las raíces culturales de este territorio. Mucha gente se dio cuenta de que existen los indígenas y que no fueron todos asimilados, después del asesinato de Santiago Maldonado, que participaba de un corte de ruta por la libertad del longko Facundo Jones Huala. Argentinos, chilenos, paraguas, bolitas. No. Atacameño, mapuche, guaraní, o indígenas lisa y llanamente, para que usted lo comprenda, el DNI nada representa. Los pueblos existen y crean, más allá de las fronteras.
“Veo que en las organizaciones sociales que trabajan en las villas como no eran originarios no lo veían como yo, de que hay que hablar del 12 de octubre, de que dejamos de ser colonia de España pero que tenemos prácticas españolas. Sin embargo, en los barrios eran todos morochos, nacieron en Buenos Aires pero sus padres o abuelos eran de Santiago, del norte, pueden ser tercera o cuarta generación que están acá pero son indígenas y de eso no se intentaba concientizar”, vemos que lo que representa a lo argentino está del mismo lado que lo español, que es sinónimo de europeo, de conquista. Ser indígena va más allá de una decisión política, no es algo que se puede tomar o imitar si no que es intrínseco en ciertos puntos: “el indígena también tiene facebook, whatsapp, nos vestimos, estamos civilizados, pero seguimos siendo indígenas”.
Ezequiel se identifica asimismo reconociéndose en otros anteriores a él: “ser originario significa entender que uno no lo hace por sí mismo sino por esas vidas que pasaron y no pudieron vivir de forma distinta; acá los pueblos originarios no buscan ser una potencia mundial, buscan su vida con la naturaleza y entre los pueblos”.
Ezequiel y Luciano mencionaron no participar en los procesos electorales por identificarlo a las estructuras de poder argentinas y burguesas que se contraponen a sus intereses, el primero sostenía: “mi política pasa por otro lado, desde otra perspectiva, dedico fuerzas a construir, no me gusta esas discusiones si gobierna mejor uno o si gobierna mejor otro, mi política pasa por mi interés que es defender la tierra y mi identidad.”
Este 25 de Diciembre, a un mes del asesinato por la espalda a Rafael Nahuel, organizarse contra el olvido sigue siendo una tarea difícil, pero la fuerza de los caídos, la búsqueda de la dignidad siempre se imponen. En el mismo proceso de reconstrucción identitaria se encuentran muchos jóvenes indígenas. Desde ese lugar, invitan desde el Encuentro de Juventudes Originarias a una radio abierta en Parque Centenario, a las 17 hs, única actividad por el pedido de justicia en Buenos Aires. La Buenos Aires que movilizó 130 puntos del país y más de 100.000 personas a Plaza de Mayo al pasar un mes de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. ¿Podrán las corrientes de izquierda, el anarquismo y feminismo reconocerlos desde su cosmovisión? ¿O repetiremos, una y otra vez, la ceguera colonial, la valorización folclórica y accidental?