por Frank García-Hernández
Por una razón extrañísima,la noticia del nacimiento de la República Catalana me sorprendió en un centro comercial de Varadero. Arriba de un aparato tragamonedas para atrapar juguetes, habían colocado un televisor gigante con la señal muda del canalTeleSur. En la pantalla se veía una calle de Barcelona donde la gente se concentraba con esteladas azules y rojas, se saludaban alegres, se besaban, se daban abrazos: había nacido una república, un hecho que, si se tiene en cuenta que todo empezó el día 1ro. y que ya hoy día 30 se ha disuelto el Parlament, podremos ver quizá mañana en la historia como el octubre catalán.
Ha nacido una república en una nación que guarda un nexo fuerte con el bando libertario de la Guerra Civil. En Catalunya hay nombres inolvidables: desde el anarquista Durruti, pasando por el presidente de la Generalitat Lluís Companys -de quien Puigdemont debería aprender una lección de dignidad- hasta llegar al fundador de la más irreverente de las organizaciones políticas marxistas de la época: Andreu Nin y su Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), perseguido y combatido –Nin fue asesinado por la GPU- por el estalinismo que, con su línea de socialismo en un solo país, no le interesaba para nada hacer la revolución.
Al parecer tampoco le importa hoy la revolución a Pablo Iglesias cuando dice que la declaración de independencia es ilegal e ilegítima. Disculpe, muy señor y tan poco compañero Pablo Iglesias, pero ¿a quién hay que pedirle permiso para iniciar una rebelión? El 26 de julio de 1967 Che Guevara en su diario de Bolivia escribió que el asalto al cuartel Moncada fue no solo contra las oligarquías, sino también contra “los dogmas revolucionarios” y usted, o es un dogmático –que no lo creo así- o le hace un juego perfecto al sistema del gran capital –que es otra forma de propalar el dogma, solo que debiésemos ver entonces, cuál dogma-. Flexible en política pero no en principios, decía Fidel Castro, pero esa declaración suya es una genuflexión total ante la propiedad, la patria y el Rey.
Al parecer la izquierda –muy- española no se acaba de enterar de qué cosa es el internacionalismo. No hablemos del horrendo PSOE, sino de Francisco Frutos, comunista renombrado, que ha hablado en la manifestación de derechas convocada el domingo en Barcelona y como el mejor exponente del socialchovinismo ataca, bien domado, la independencia catalana sin mencionar la consecuencia histórica que tiene esta nueva república.
El nacimiento de la República Catalana es, ante todo, un hecho mayúsculo de rebelión contra el Estado monárquico y antidemocrático que dejó impuesto el franquismo en 1978. Es por tal insumisión que la Unión Europea le teme y ataca. El presidente de Flandes dice que no se reunirá con Puigdemont. Estados Unidos y Colombia prefieren “una España unida”. Y no es solo que después puede ser Escocia, ser Irlanda del Norte, ser Euskal Herria, sino que en todas ellas existe un fuerte componente de izquierda insumisa. En el caso catalán los marxistas del CUP –Candidatura para Unidad Popular- pueden resultar ser los bolcheviques del momento.
El tímido Puigdemont
Es cierto que el PDCat es un partido burgués y que Puigdemont no se ha puesto a la altura de lo que es ya una fecha tan histórica como el pasado viernes 27 de octubre de 2017, pero como quiera que se vea, se va de frente contra la monarquía colonial que no ha visto una explosión tan grande desde el 14 de abril de 1931 cuando nacía, con la abdicación de un tal Alfonso, la II República.
Puigdemont es un caso aparte. Su falta de determinación lacera y enturbia este bello suceso: el gesto de no arriar la bandera española del Palacio de la Generalitat y pensar en ir a las elecciones del 21 de diciembre que convoca España, un Estado el cual, debía ser ajeno en ley y forma desde el viernes pasado, evidencia que este hombrecillo -y su cúpula- se ha pensado todo esto casi como una mera formalidad. Lo horroroso sería que esta postura se expandiese entre otros partidos y quedare inmovilizada tanta fuerza rebelde, algo que solo traería decepción y desmovilización, es decir, un avance de la reacción colonial.
De hecho recordemos algo: el jueves pasado Puigdemont acataba el pedido de Madrid al convocar elecciones anticipadas, solo que Madrid al ver la debilidad de su contrincante le exigió aún más: el 155 llegaría de todas formas. Pero si Rajoy hubiese dado luz verde a elecciones anticipadas se habría consumado el sueño de Puigdemont: ganar la presidencia de la Generalitat y el Parlament por una mayoría total que le escoltaría –piensa él- por haber hecho una maroma con aires de independencia, pero con mucho tacto y timidez dentro del sistema.
Pero el pueblo catalán le presionó, y le presionó tanto que se ha visto proclamando una república y vistiendo un traje de héroe que no nunca quiso.
Pero Puigdemont retrocede más y todo parece ser que está ahora en Bélgica, no queda bien claro si buscando asilo político o recabando apoyo, pero deja, como quiera que fuese, muy mal parada su imagen al abandonar al pueblo que habrá de enfrentar solo el embate de una metrópoli que envía ómnibus llenos de fascistas para aparentar en Barcelona que los catalanes se quieren quedar en España. Algunos piensan que más les puede ayudar en el exilio que preso, pero Mandela destruyó el apartheid desde dentro.
¡Solidaridad urgente!
Ese pequeño país del Mediterráneo estremeció tanto a George Orwell que provocó en este escritor el libro Homenaje a Catalunya. Entonces Orwell pedía que no dejasen sola a Catalunya. Hoy cada ser humano que se sienta libre debe sentirse más libre desde el viernes 27 de octubre cuando toda la felicidad parecía caber en la Plaza Sant Jaume. Si en Ucrania un grupo de ultraderechistas se ofrecen para defender la integridad de España, en el mundo debiéramos ofrecernos para defender la libertad y la república en Catalunya, contra la monarquía, el fascismo y el capital.
Si no podemos atravesar el Atlántico al menos pinte una bandera catalana en los muros, ponga una estelada o una bandera del FC Barcelona, deje un comentario en Facebook, comente las noticias entre los suyos ¡es horrible lo que publica la prensa española y su comparsa! Hay mil formas de actuar y ser, sino todo lo revolucionario que debiéramos ser, sí un poco más solidario ahora y nostalgiar las revoluciones que no fueron. Yo, no tengo casa propia, pero si algún catalán necesita dónde asilarse por haber defendido a su patria, cuente con el hogar de este cubano libre que todo el fin de semana hizo ondear una estelada.