La población ecuatoriana acudió a las urnas el pasado sábado 7 de mayo. El gobierno de Rafael
Correa había convocado una consulta popular (tal vez el primer error), en torno a 10 preguntas
de muy distinta naturaleza, alcance e importancia (quizás el segundo error). Una convocatoria
que rápidamente, incluso antes de ser aceptada por la Corte Constitucional, ya tenía un sabor a
contienda electoral, un pulseo de fuerzas, una medición de popularidad (sin duda, el tercer error).

Los antecedentes y contexto de esta convocatoria fueron objeto de un artículo de opinión en este
mismo espacio. Dicho artículo ya permitía prever lo que efectivamente ha sucedido.

A seis días de la jornada de votación y entre acusaciones, tropiezos en el conteo de las actas
electorales e incluso confrontaciones violentas entre partidarios del Sí y del No, el Consejo
Nacional Electoral ha escrutado el 74.56% de las actas y los resultados generales le dan al Sí los
porcentajes de votación mayor: en ningún caso superando el 50% y, en el mejor de los casos,
con una diferencia de 10 puntos (49.3% vs 39.7%, en la pregunta 1). Más allá de los datos, cuyo
análisis sin duda será objeto de interés de muchos, intento en este artículo un acercamiento desde la
perspectiva humanista y aprovecharé, para ello, algunos de los Principios de la Acción Válida del
Nuevo Humanismo. La acción política como acción humana, no escapa a ellos… y también puede
ser unitiva o contradictoria.

1. “Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario”

Después de los acontecimientos del 30 de septiembre, calificados por muchos como un intento
de golpe de Estado y por otros como la expresión de inconformidad de las fuerzas policiales (con
todos los matices posibles en el medio), la tensión entre el gobierno del presidente Rafael Correa
y las diferentes corrientes de oposición, amplificadas por la maquinaria mediática empresarial,
va en aumento. Rápidamente y siguiendo lo que parecería ser un “manual de estilo” implícito
y válido para toda la región, el tema de la seguridad aparece en el escenario como foco de
cuestionamiento al régimen. En segundo lugar vuelve a aparecer la bandera de la libertad de prensa
y las permanentes acusaciones de censura y acoso a periodistas y medios privados. El régimen
mantiene su lógica confrontativa tensando aún más la “cuerda”.

En ese escenario, mucho más complejo pero imposible de abordar en este texto, el gobierno de
Correa decide lanzar una consulta popular cuyas preguntas sustanciales apuntaban por un lado, a
la reforma del sistema de justicia como solución, desde la perspectiva del régimen, a los problema
de seguridad y por el otro, a resolver vía consulta los dos obstáculos mayores para la aprobación de
la Ley de Comunicación: la propiedad cruzada medio/empresas y la constitución de un Consejo de
Regulación de contenidos. Todo lo demás, si bien convocaba diversos sectores, intereses y luchas
de la población, era secundario en la disputa gobierno/oposición.

Las señales en contra de la consulta llegaron tempranamente y desde distintos sectores de la
sociedad y, tempranamente también, el sentido fundamental de una consulta popular como
ejercicio de voto ciudadano crítico comenzó a desvirtuarse para transformarse en una contienda aprobatoria o no de la gestión de Rafael Correa y el Movimiento PAIS. Durante
más de dos meses el país fue sometido a intensas campañas por el todo Sí y por el todo No
(uno se pregunta entonces para qué hacían diez preguntas). La consulta, era innecesaria. El
ciudadano común ecuatoriano no entendía por qué ni para qué hacerla. Se forzó y sus
resultados, aunque el número indique el triunfo para el sí, nos dejan un balance de ganancias
y pérdidas que complejiza el escenario del país:

• El gobierno del presidente Correa se ha apropiado de la bandera y el discurso de la
Seguridad. El discurso tradicional de la derecha es ahora discurso del gobierno de la
revolución ciudadana. Aquí, perdimos todos. La derecha perdió una de sus principales
banderas (o ganó terreno en el régimen). El proceso ecuatoriano, de origen e intención
revolucionarios, ha asumido todo el discurso punitivo y represor de la seguridad, es decir, ha
perdido una buena oportunidad de plantear desde otro lugar, desde el lugar de la solidaridad
y la no-violencia, una política de seguridad para el país.

• La polarización tiene ahora datos que la respaldan: el No ganó en casi la mitad de las
provincias del país y las diferencias en los resultados, no significativas, evidencian también
el rápido camino a la polarización alimentado por unos y por otros.

El régimen le ha entregado a sus opositores políticos argumentos para respaldar sus posiciones y
estos, ni cortos ni perezosos, reclaman estos datos como un triunfo de “la oposición”. En rigor,
en este escenario de país, la oposición no existe. Existen las oposiciones, de diverso color y con
diversos intereses, que esta vez se sumaron todos al No pero que seguramente en una contienda
presidencial nuevamente se dividirían, porque se trata de intereses y motivaciones tan distintas que
son, en algunos casos, también contradictorias. Sin embargo, por el momento, parecen una.

• La sierra centro del país, con los más altos índices de población indígena, voto No.
De este modo los pueblos indígenas y sus organizaciones, al parecer en una estrategia
de recomposición y reposicionamiento, le han dado al gobierno una señal clara de
desaprobación. La pronta ruptura del gobierno de la revolución ciudadana con buena parte
de los movimientos indígenas del país, profundizada en distintos momentos y debates, pasa
ahora la factura. Quizás, en el nuevo escenario trazado por los resultados de la consulta
popular, los movimientos indígenas logren efectivamente reconstituirse y lanzar señales
positivas al país.

A pesar de los datos y aunque los partidarios del Sí, con el presidente a la cabeza, afirmen en tono
triunfalista y desafiante que han ganado, la consulta no fue lo que el gobierno y el Movimiento PAIS
buscaban: cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario.

2. “No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos, lo que importa es que
comprendas que tu no has elegido ningún bando”

El pueblo ecuatoriano ha ido acumulando, particularmente en la última década, una capacidad
crítica y de politización creciente. Todos los hechos histórico/políticos de estos años lo demuestran
insistentemente.

Un punto máximo de este proceso de participación política de la ciudadanía ecuatoriana es, sin
duda, la Asamblea Constituyente, la amplia votación aprobatoria de la Constitución de 2008 y la
nueva elección de Rafael Correa como su presidente, haciendo caso omiso de toda la maquinaria
mediática en contra.

Este proceso no parece ser evidente, ni para los unos , ni para los otros.

Con una ciudadanía como la de este país, el gobierno perdió una oportunidad maravillosa de
plantear un debate político crítico y de nivel, animando a los/a ciudadanos/as de su revolución al
análisis y el diálogo pregunta por pregunta, superando el planteamiento equívoco del todo sí o el
todo no y apostándole, con espíritu profundamente democrático, a un resultado normal de toda
consulta: en unas se puede estar de acuerdo y en otras no.

Con una ciudadanía como la de este país, gente como Lucio Gutiérrez y otros no pueden reclamar
para sí todo el voto por el no. De ninguna manera. Sin temor a equivocación, el más amplio
porcentaje del voto por el no en la consulta popular, no significa un voto de respaldo a partidos
políticos desgastados, sin propuesta, sin futuro, animados por intereses estrictamente personales y
limitados. Se equivocan quienes quieren apropiarse de este voto ciudadano y se llevarían sin duda
una sorpresa, si se tratara de una contienda presidencial.

Dados los términos en los que fue planteada la consulta y la campaña, el voto por el Si sigue siendo
un voto de confianza al gobierno de la revolución ciudadana y el voto por el No, valorando el nivel
político de la ciudadanía ecuatoriana, tal vez no debe leerse como un voto de desconfianza, sino
como un voto de advertencia: queremos este proceso, pero queremos correcciones importantes.

Los resultados pues, no necesariamente reflejan que los/as ecuatorianos/as , como ciudadanos, han
elegido un bando. Los acontecimientos los han puesto en uno o en otro, pero quizás, y esta mirada
podría pecar de optimista, la ciudadanía ecuatoriana está dando una señal de búsqueda de otro
espacio posible, fuera de la polarización creada y reforzada por la maquinaria mediática, fuera de
las confrontaciones inútiles. Un espacio posible con mirada de país, donde la democracia sea más
que el porcentaje mayoritario.

3. “Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas”

Este podría ser el principio orientador de un nuevo momento de la revolución ciudadana, de este
proceso que ha sido inspirador y es referencial para América Latina y Caribe y el primer paso para
ello quizás sea dar un paso al frente para “desarmar” el ring de confrontación en el que, por un lado
la maquinaria mediática empresarial y por otro la maquinaria de comunicación gubernamental,
disputan en un número de rounds ya incontable y del cual ya, hace rato, amplias capas de la
población, están cansadas.

Marcar un nuevo rumbo por el camino de puertas y ventanas abiertas, diálogo transparente, claro y
firme pero no descalificador o degradatorio. Reconocimiento al aporte de tantos y tantas que fueron
claves en los procesos que han conducido al país al proceso que significa la revolución ciudadana,
más genuinamente. Respeto y cuidado por esta ciudadanía y sus aspiraciones de construcción
justa, no-violenta, diversa y democrática. Ese nuevo rumbo y esa nueva forma, pensamos, es la
que merece este país, este gobierno y la región entera. Quizás ese nuevo rumbo y esa nueva forma
nos permita volver a lo sustancial, abandonar toda secundariedad, como lo merecemos los seres
humanos:

«Los hombres preocupados por los problemas de fondo, no deben engañarse con las luchas
periféricas entre ideologías o sistemas políticos. Está planteada una lucha más profunda y total entre la zona oscura y destructiva del hombre y su zona de luz, entre el sueño y el despertar, entre
la regresión y la evolución. La verdadera lucha del hombre está en su conciencia, importa pues
despertarla» Silo.