Fotos de Paula Aiello
“Si no hay comida cuando se tiene hambre, ni remedios cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento” describía Nelson Mandela la democracia formal que nos iguala para abajo.
Aquellas políticas cercenan derechos a las mayorías y los deja desvalidos como a las minorías excluidas. Son las políticas que hacen crecer el desempleo, los suicidios, los abortos, la criminalidad, la trata de personas, las adicciones, la deserción escolar, los revolvedores de basura, el desánimo y el hambre. Las políticas que son combatidas en las calles europeas, de Lisboa a Estambul, pasando por Atenas, Sofía, Roma, París, Frankfurt o Madrid. Cuando es el poder financiero el que controla la política, la democracia se convierte en un sumidero de desesperanza. Más tarde o más temprano se va a ser víctima de la rapiña y el desasosiego.
Pero el 25 de mayo, la Argentina festejó su 203 aniversario patrio, con una plaza de Mayo que reventaba de gente, con columnas que cubrían una veintena de calles adyacentes. Muy difícil certificar el número exacto de asistentes a un acto que duró horas y que también fue seguido en directo desde todo el país.
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La década ganada
Se habló de la década ganada. Y algún diputado especificó que “se ganó una década, pero no la perdieron las corporaciones”. El poder financiero fue desplazado del centro de la ecuación democrático, ya no pudo más el FMI dictar las decisiones a los gobernantes, ni ser los empresarios quienes escribieran las leyes que más útiles les fueran.
El orgullo de esa plaza tenía que ver con la capacidad de desmontar el servilismo de la súplica y poder volver a tener reivindicaciones que no fueran soluciones inmediatas. En estos diez años se pasó de pedir “juicio y castigo” a los jerarcas de la dictadura a perseguir a los socios civiles y eclesiásticos. Se pasó de reclamar trabajo a exigir el blanqueo o el cierre de empresas esclavistas. Incluso la persecución de empresas contaminantes es un reclamo nuevo, que una empresa no cerrara era ya milagroso en los 90, ¡que le íbamos a pedir que no contamine!
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Lo que deseo plasmar es que la victoria de la década tiene que ver con la democracia, con la capacidad de influir en la política. Porque algunos políticos miraron a los ojos a sus compatriotas y se comprometieron a no seguir inoperando, a no seguir claudicando frente a los poderosos. Pero no existen los superhéroes que pueden enfrentarse al poder corporativo quijotescamente, necesitaron del apoyo creciente de movimientos sociales, de partidos políticos, de sindicatos, incluso de empresarios y multinacionales. Porque cambiar el centro de la disputa política, no significa sacar el eje del capital, y la propiedad privada, de la sociedad.
Se afianzó la democracia con consumo interno y la reapertura del circuito virtuoso de la economía y un control fiscal creciente. Se afianzó la democracia con el acceso al trabajo y a la salud. Dignificando la educación. Se afianzó la democracia contrarrestando la impunidad y promoviendo el rechazo a la represión.
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Consolidación de los cambios
Estos pasitos, algunos tímidos y otros potentes, necesitan consolidarse. Ese fue el mensaje de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner “porque todavía estamos peleando también ya no por la libertad, sino por la igualdad que es el gran signo de esta década y de las que vendrán”.
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Y lanzó este llamado: “Quiero también convocar a todos los argentinos a esta gesta, a que esta década ganada, le siga otra década más en que los argentinos sigan ganando también. Porque yo me pregunto, yo no soy eterna, lo he dicho muchas veces, y lo que es más importante, tampoco lo quiero ser. Es necesario empoderar al pueblo, a la sociedad de estas reformas y de estas conquistas para que ya nunca nadie más pueda arrebatárselas, y sé de qué estoy hablando. […] Por eso, mi desvelo, mi obsesión es que esta sociedad de los 40 millones de argentinos se organice en forma unida y solidaria pero, al mismo tiempo, comprendan. […] Porque quiero decirles algo: si no se organizan, si no participan, si no cuidan ustedes mismos lo que es de ustedes, van a venir otra vez por todos ustedes como lo han hecho a lo largo de toda la historia. […] Tenemos los argentinos el deber de no depender de una persona; tenemos el deber, pero sobre todo la necesidad, de empoderarnos nosotros mismos de esas conquistas y de esos derechos y de organizarnos para defenderlas. Con eso sueño. […] Esta plaza no es una plaza de ayer ni de hoy, es una plaza de futuro, de porvenir, es una plaza y una patria preñada de esperanzas, de sueños, de ilusiones”.
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Para concluir agradeciendo a todos los argentinos que acompañan y creen en este proyecto colectivo.
La emoción de quienes se sienten partícipes de esta gesta era evidente y la alegría de poder compartir lo conseguido y vislumbrar todo lo que falta conquistar como un faro que guía la dirección de este proceso que apenas lleva diez años y que partió desde las catacumbas de la nación y del continente.
Hay que hacerse cargo de la parte de cada uno, en lo obtenido y en lo inconcluso y organizarse para construir la Argentina que todos los argentinos de buen fe queremos.
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