El 203 aniversario de la revolución de mayo se festejó a puro pueblo en la Plaza de Mayo y alrededores. La cantidad de participantes, llegados de todo el país, generó algunas desprolijidades organizativas. Sin embargo, al calor del compañerismo y una actitud preponderante de «La patria es el otro», todo se resolvió de la mejor manera posible.
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Por el escenario desfilaron artistas de renombre y fuste como Fito Páez, Os Paralamas, Silvio Rodríguez o Café Tacuba, con otros menos reconocidos pero que no bajaron el nivel. Hubo lugar para todo, desde la cumbia y el chamamé hasta el folklore y una orquesta sinfónica.
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Fuegos artificiales, escenarios suspendidos en el aire y bailarines a decenas de metros del suelo fueron el complemento espectacular del acto más esperado de la tarde: el discurso de la presidenta de los 40 millones de argentinos, Cristina Fernández de Kirchner.
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Más que un discurso, se trató de un llamado a la movilización, a organizarse en la base. A hacerse fuertes mancomunados para defender los propios derechos. Unos derechos conquistados a lo largo de agitados 200 años, con la valentía de héroes como Mariano Moreno, Manuel Belgrano o José de San Martín. Pero también haciendo referencia a la lucha anticolonialista de Juan Manuel de Rosas y la obtención de derechos que se consiguió con las presidencias de Juan Domingo Perón.
Rechazando la ofensa y el agravio, Cristina Fernández propuso seguir respondiendo a las injurias con gestión, con trabajo. Y volvió a reclamarle al pueblo participación. De ese trabajo conjunto saldrían también los continuadores de este modelo, que no económico solamente, sino también social y cultural. «No importan los nombres» dijo, las figuras solo acompañan las necesidades legítimas de los pueblos, que se convierten en derechos si trabajamos codo a codo.
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Néstor Kirchner asumió la presidencia en 2003 y en su discurso de posesión del cargo transmitió lo que sería su línea de conducta, no abandonar las convicciones, partirse para que se cumplan, dar la vida en esa pelea. Su esposa, y actual presidenta, se comprometió a mantener el rumbo transformador y profundizarlo. Acompañándola en el escenario estaban algunos de los grandes artífices de esa profundización y, fundamentalmente, algunas de esas mujeres que son ejemplo viviente de entrega, coraje, perseverancia y noviolencia, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo recibieron, una vez más, un abrazo multitudinario en su plaza.
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La referencia de la presidenta a la represión policial y al costo político implícito en la decisión de no usarla, no puede no ser tenida en cuenta por aquellos gobernadores, que diciéndose kirchneristas, no han aplicado esta regla política, aunque también moral y ética. Esa dimensión paradigmática es la que convierte a un gobierno político en un órgano transformador que incluye y difunde nuevos valores: un nuevo modelo democrático.
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