Es un gran honor para nosotros haber sido galardonados con el Premio Nobel de la Paz para 2017, en reconocimiento a nuestro papel en la consecución del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Este acuerdo histórico, aprobado el 7 de julio con el respaldo de 122 naciones, ofrece una poderosa y necesaria alternativa a un mundo en que permite que prevalezcan las amenazas de destrucción masiva las que, de hecho, van en aumento.
La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) es una coalición de organizaciones no gubernamentales en cien países. A través del poder de la gente, hemos trabajado para poner fin al arma más destructiva jamás creada, la única arma que representa una amenaza existencial para toda la humanidad.
Este premio es un homenaje a los esfuerzos incansables de millones de activistas y ciudadanos en todo el mundo que, desde el comienzo de la era atómica, han protestado enérgicamente contra las armas nucleares, insistiendo en que no pueden servir a ningún propósito legítimo y deben ser eliminadas para siempre de la faz de nuestra tierra.
Es un homenaje también a los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki – los hibakusha – y a las víctimas de las explosiones de los ensayos nucleares en todo el mundo, cuyos testimonios abrasadores y su incansable defensa fueron fundamentales para asegurar este acuerdo histórico.
El tratado prohíbe categóricamente las peores armas de destrucción masiva y establece un camino claro para su eliminación total. Es una respuesta a la preocupación cada vez mayor de la comunidad internacional de que cualquier uso de armas nucleares causaría daños catastróficos, generalizados y duraderos a las personas y a la vida en nuestro planeta.
Estamos orgullosos de haber desempeñado un papel importante en su creación, mediante la promoción y participación en las conferencias diplomáticas, entre otras acciones, y seguiremos trabajando asiduamente en los próximos años para asegurar su plena implementación. Cualquier nación que busque un mundo más pacífico, libre de la amenaza nuclear, firmará y ratificará este crucial tratado sin demora.
La creencia de algunos gobiernos de que las armas nucleares son una fuente legítima y esencial de seguridad no solo es errónea, sino que también peligrosa, porque incita a la proliferación y socava el desarme. Todas las naciones deben rechazar estas armas completamente – antes de que sean usadas de nuevo.
Este es un momento de gran tensión global, cuando la retórica ardiente podría conducirnos demasiado fácilmente, e inexorablemente, a horrores indescriptibles. El espectro de los conflictos nucleares vuelve a aparecer una vez más. Si alguna vez hubo un momento para que las naciones declararan su inequívoca oposición a las armas nucleares, es este.
Aplaudimos a las naciones que ya han firmado y ratificado el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares e instamos a todas las demás naciones a que sigan su ejemplo. Ofrece un camino para avanzar en un momento de crisis alarmante. El desarme no es una fantasía; es una urgente necesidad humanitaria.
Le agradecemos humildemente al Comité Nobel de Noruega. Este premio resalta camino que el tratado de prohibición brinda hacia un mundo libre de armas nucleares, y este es el camino que debemos seguir, antes de que sea demasiado tarde.
Traducción de Carlos Umaña Silesky