Los moradores de esa urbe sufrieron ataques de los dos más importantes políticos en pugna, los autoproclamados presidentes Laurent Gbagbo y su contrincante, Alassanne Damane Ouattara.
Aunque todo continúa difuso a punto de concluir el conflicto ellos esperan el final político de Gbagbo, el mandatario saliente.
A la luz de los cuatro meses de crisis podría concluirse que la estocada final con la que sucumbirá ese mandato puede ser el fin una etapa sangrienta, en la cual murieron más de un millar de ciudadanos y 123 mil debieron escapar y refugiarse en la vecina Liberia.
El declive definitivo de Gbagbo es un hecho irreversible y su larga agonía política mantuvo expectante a la opinión pública, pero para él la suerte estaba echada desde los primeros días de este año, luego de las críticas a su reticencia a abandonar el poder.
Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones del 28 de noviembre último fueron confirmados en su mayoría a favor de Ouattara, ex funcionario de las instituciones financieras internacionales Fondo Monetario Internacional y Banco Central de los Estados de Africa Occidental y representante de los sectores más fuertes en la estructura económica marfileña, basada en la explotación del cacao.
A lo largo de la crisis Gbagbo contó con el apoyo de alrededor de un millar de miembros de las fuerzas de seguridad, estructuradas durante sus 11 años de mandato, pero los efectivos armados de su rival, calculados en unos dos mil, estaban mejor preparados para la contienda bélica
Además, Ouattara recibió el respaldo de la misión militar francesa Licorne, integrada por alrededor de unos mil 700 soldados y de la Misión de Naciones Unidas en el país africano (Onuci), así como de los integrantes de las Fuerzas Nuevas, del primer ministro, Guillaume Soro, según confirmó el ministro de Defensa de Francia, Gerard Longet,.
Con Soro, Ouattara logró acercar a los ex militares golpistas de 1999, una fuerza instruida en los conceptos de mando, autoridad, obediencia y combatividad de la francofonía, lo cual permitió que la alianza de todos los componentes en buena medida se comportara según códigos similares.
Los combatientes de Ouattara encabezaron una coalición superior en armas, en hombres preparados para la guerra y sobre todo, en el manejo de sus argumentos en lo que se denomina la administración de la crisis, lo cual resultó decisivo en la competencia por el poder.
No puede plantearse una aproximación a la crisis sin entenderla como un proceso complejo con un fuerte componente económico en un continente donde ese renglón sintetiza supervivencia inmediata.
El conflicto marfileño no escapa de esa caracterización y ocurre en un contexto en el cual la base económica nacional, el cacao, se cotiza a unos tres mil dólares la tonelada métrica.
La industria en cuestión se vincula con migraciones procedentes de Níger, Malí, Senegal, Guinea y principalmente Burkina Faso.
Aunque casi todo gira alrededor de la producción cacaotera, donde los intereses franceses destacan, siempre existen amenazas de otros posibles conflictos internos, que en muchas ocasiones se saldan con centenares de muertos.
Se trata de un país donde las comunidades más importantes son malinké y senufo en el norte del país.
En esta contienda apoyaron al presidente los sectores emergentes vinculados con los servicios menos dependientes del cacao y que plantean una diversificación del mercado e incluye transacciones con Suráfrica, Rusia, China y Brasil, según precisa el profesor de Historia marfileño Jean Arsene Yao.
*»No obstante, ambos protagonistas de la crisis, que estalló por la posesión de la presidencia, a la que cada uno dice tener derecho, son políticos que hasta ahora no sobrepasaban el perfil típico del gobernante que trabaja más sobre la táctica que en la estrategia»*, añaden medios de prensa.
Como se esperaba, las tropas de Ouattara tomaron con rapidez importantes ciudades como Yamusukro, la capital, y San Pedro, de donde sale la mayor exportación de cacao del mundo.
Tras el fin de la era Gbagbo, Ouattara regirá los destinos de Costa de Marfil, aunque sus contrarios seguirán acusándolo de fomentar en 1999 un golpe de Estado, episodio muy sangriento, y también las revuelta antigubernamentales de 2002 y de 2004, con el apoyo de Francia.
*»Incluso si Ouattara ganara militarmente -algo que parecería lo más probable en estos momentos- el conflicto no desaparecerá y continuará durante un tiempo bajo otras formas»*, afirmó la radio británica.
La posible transición tal vez no sea más que un momento de respiro para el proceso, quizás a la espera de su etapa más cruenta, pero eso está por ver.