Podría comprenderse perfectamente que los ciudadanos de la UE que viven en circunstancias financieras difíciles se anden preguntando si el Presidente de la Comisión Europea Juncker estaba bromeando a costa de ellos cuando habló hace poco de cómo la economía europea está recuperándose por fin. Tras una década tumultuosa desencadenada por la crisis financiera mundial en 2007, las cifras de crecimiento de la eurozona se comparan favorablemente con las de Estados Unidos, con un aumento de la producción del 3,2% con respecto al año pasado.

Sin embargo, la evidencia muestra un gran abismo entre las experiencias vividas y el mensaje de triunfo de Juncker. Es dudoso que los ciudadanos de España y Grecia, por ejemplo, estén de acuerdo con su valoración.

Según la Comisión, el 30% de los españoles corren el riesgo de exclusión social debido a la pobreza y a la desigualdad de ingresos. La proporción de niños y niñas en España que viven por debajo de la línea de pobreza aumentó un 9% entre 2008 y 2014, hasta el 30,5%, y España ocupa el 7º lugar en la lista de países de la OCDE donde la desigualdad ha aumentado más desde 2010. Grecia, por su parte, encabeza este ranking.

Ahora bien, el «crecimiento» puede utilizarse para expresar el éxito de los resultados económicos de un país. Pero, ¿qué tan impresionante es en realidad, cuando la política de austeridad de la Troika está causando tanto sufrimiento humano en países como Grecia y España?

Según la OCDE, los países han continuado la tendencia a aplicar reformas de la política fiscal para impulsar el crecimiento. El presidente francés Macron propone reducir el impuesto de sociedades del 33,3% al 25% para 2022.

Sin embargo, el uso de las palancas fiscales, principalmente recortes de impuestos sobre sociedades, como medio para atraer la inversión interna, ha sido cuestionado por los principales economistas.

«La forma en que se obtiene una economía productiva está cambiando los fundamentos», dice John Van Reenen de la LSE. «Consigues que tu gente sea más hábil, o tienes tu infraestructura funcionando eficientemente. Nunca vas a llegar allí reduciendo los impuestos de las empresas».

Entonces, ¿cuál es la alternativa? Es posible seguir una estrategia exitosa sin crucificar a la población en el proceso, y Portugal está liderando el camino. El país adoptó en 2015 alternativas a las políticas de austeridad por parte de la izquierda y ahora está registrando una recuperación impresionante. Es un modelo del que los gobiernos pueden aprender.

Luchar contra la austeridad es un principio fundamental de DiEM25, tal como se expone en nuestro manifiesto. No comparamos el éxito con el supuesto «crecimiento» que se obtiene a expensas de los derechos humanos, la dignidad humana y las aspiraciones humanas. Y creemos que los gobiernos que alimentan la cruel desigualdad al implementar una austeridad autodestructiva deben ser desafiados enérgicamente.

¡Únete a nosotros y empecemos!

 

Jane es miembro de nuestro DSC de Londres y bloguea en http://www.ambitiousmamas.co.uk/ sobre feminismo, política y raza. También puedes seguirla en Twitter.

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