Por Marianela Jarroud
El territorio chileno posee 20 por ciento de los volcanes activos del planeta, según el Centro de Excelencia en Geotermia de los Andes.
Chile es uno de los países con mayor potencial para desarrollar la energía geotérmica en América Latina. Pero sin incentivos para las inversiones, no ha pasado todavía de la fase exploratoria. Una alianza estratégica con Nueva Zelanda busca cambiar ese escenario.
La energía calórica del interior de la Tierra, en zonas de agua de alta presión, sistemas de vapor y de agua o rocas calientes, se transmite por conducción térmica hacia la superficie. La fuerza que genera el vapor se aprovecha para impulsar una turbina capaz de mover un generador eléctrico.
El territorio largo y estrecho de este país sudamericano se extiende 4.270 kilómetros sobre los faldeos de la Cordillera de los Andes, la mayor cadena volcánica de la Tierra, según un centro especializado de la Universidad de Chile.
Este país «tiene 10 por ciento de los volcanes del mundo…, en términos geológicos es un potencial interesante», dijo a Tierramérica el especialista de la Asociación Chilena de Energía Geotérmica (Achegeo), Gonzalo Salgado.
El territorio forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, que en América abarca a Perú, Ecuador, Colombia, América Central, México y zonas de Argentina, Bolivia, Estados Unidos y Canadá. Ese cordón volcánico posee territorios vírgenes para la exploración de esta energía, explicó Salgado.
La geotermia es una vía para el autoabastecimiento energético de este país, que actualmente importa 70 por ciento de su energía.
«Las soluciones (a la dependencia energética) son múltiples: hay que hablar de eficiencia energética y de muchas cosas, pero evidentemente la geotermia es uno más de los insumos que ayudaría a resolver este problema», afirmó Salgado.
Según un reporte del Centro de Energías Renovables del Ministerio de Energía, en 2012 las fuentes renovables no convencionales representaron una capacidad instalada de cinco por ciento de la matriz eléctrica nacional.
En comparación, las energías renovables aportaron 77 por ciento del suministro eléctrico de Nueva Zelanda en 2011.
El gobierno chileno aspira a llegar a 10 por ciento en 2024, aunque el Congreso legislativo discute un proyecto de ley para subir esa meta a 15 o 20 por ciento.
Chile fue pionero en estudiar el potencial geotérmico. La primera exploración se realizó en 1907 en El Tatio, un campo de géiseres en el norte del país, y en 1931 se materializó la perforación de dos pozos en esa zona.
A fines de la década de 1960, el gobierno, apoyado por fondos internacionales, realizó exploraciones más sistemáticas en El Tatio, que sin embargo fueron suspendidas.
En 2008, la empresa Geotérmica del Norte inició una exploración en la Quebrada del Zoquete, a pocos kilómetros de El Tatio.
En septiembre del año siguiente, una columna de vapor de agua de 60 metros de altura se levantó desde uno de los pozos donde la empresa extraía y reinyectaba fluidos geotérmicos para evaluar el potencial energético del sector. Esta anomalía, que se mantuvo más de tres semanas, determinó que el gobierno revocara el permiso.
Pese a la alarma que provocó en la población, que por ese entonces mostraba interés en la energía geotérmica, Salgado aseguró que el episodio «no afectó en el desarrollo» de esta energía.
Luis Mariano Rendón, director de Acción Ecológica, dijo a Tierramérica que si bien toda generación de energía tiene efectos dañinos, «la geotermia es una forma de generación de relativo bajo impacto» que Chile debe aprovechar. El más relevante sería la disponibilidad de agua, que podría limitar su explotación en zonas áridas, precisó.
Estudios de la Universidad de Chile estiman que este país podría generar 16.000 megavatios (MW) de energía geotérmica, mientras la capacidad eléctrica instalada es de 16.970 MW y la demanda máxima ronda los 9.000 megavatios, según cifras oficiales de febrero de 2012.
De momento hay 76 concesiones vigentes para la exploración de geotermia en todo el país, 42 en trámite y 24 en análisis. Sin embargo, no se produce un solo megavatio de esta fuente.
Ante esta realidad, la Achegeo organizó los días 11 y 12 de abril el II Congreso Internacional de Geotermia, en el que se debatió la legislación, el mercado eléctrico, los aspectos ambientales y la necesidad de que en Chile se implemente un seguro de perforación fallida.
«Lo que está faltando es la exploración profunda», para la cual se requiere este tipo de seguros, que serían un incentivo «concreto y tangible» para la inversión, dijo Salgado.
Para potenciar el desarrollo geotérmico, Chile anunció una alianza estratégica con Nueva Zelanda, donde esta fuente aporta 15 por ciento de la electricidad.
La central eléctrica Wairakei, construida en 1957 en el centro de la Isla Norte, fue la primera planta geotérmica del mundo que operó con vapor húmedo, y hoy sigue funcionando.
«En los últimos siete años, en Nueva Zelanda se han desarrollado siete proyectos que suman 550 megavatios. Gracias a ellos, todos exitosos, se ha podido recoger bastante conocimiento y experiencia», dijo a Tierramérica el presidente de Geothermal New Zealand, Bernard Hill, cuya empresa actúa como consultora y agencia de promoción internacional de esta fuente.
Según Hill, Chile es el segundo país con mayor potencial geotérmico luego de Indonesia.
«La industria geotérmica mundial es pequeña, por lo que la gente involucrada se conoce. Chile es visto como un lugar importante para la geotermia y esto se materializa en el número de empresas que evalúan invertir aquí», explicó Andrea Blair, gerente de desarrollo de negocios de GNS Science, otra firma neocelandesa dedicada a suministrar información científica al sector.
Las empresas de Nueva Zelanda buscan desarrollar un apoyo mutuo, que incluya la transferencia de conocimiento tecnológico con Chile, dijo Blair a Tierramérica.
«Nadie conoce mejor Chile que los propios chilenos y nosotros conocemos muy bien lo que es el desarrollo geotérmico, por lo que trabajando juntos podemos lograr que los proyectos sean exitosos», afirmó.
Además de la ciencia y la tecnología, Nueva Zelanda puede aportar su propia experiencia de relación con los pueblos indígenas a la hora de planificar un proyecto.
«Se debe tener un compromiso genuino con las comunidades y tratar de comprender cuál es el punto de vista del otro, saber qué es lo que necesitan, qué es lo que quieren y tener una discusión transparente en todo momento», explicó Blair.
«En Nueva Zelanda, los maoríes son parte del proyecto y muchas veces también reciben ganancias», añadió.
Esa realidad contrasta con la de Chile, donde varios planes fueron paralizados por la justicia, debido a la oposición de comunidades nativas que exigen se aplique Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre consulta a los pueblos indígenas.
En Nueva Zelanda, en cambio, «antes de desarrollar el proyecto, la empresa debe ir a hablar con el dueño de la tierra, que casi siempre es un indígena, y si este no está de acuerdo, el proyecto no va», remató Blair.
* Este artículo fue publicado originalmente el 4 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.