Para el ex diplomático Roberto Abdenur, ex embajador brasileño en Estados Unidos y China, el voto marca *»un distanciamiento»* de la diplomacia imperante en los años del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), cuando Brasil se abstenía de votar contra el gobierno de Teherán.
*»No creo que haya sido un gesto aislado. Quiero creer que la actual administración ha tomado distancia de la diplomacia equivocada del gobierno anterior»*, consideró Abdenur al diario O Estado de Sao Paulo.
La política externa de la gestión de Lula *»disoció a Brasil de los países que valorizan los derechos humanos»*, añadió. Para Abdenur, *»la única divergencia fundamental»* entre la presidenta Dilma Rousseff y Lula *»es justamente la cuestión de los derechos humanos»*.
En breves declaraciones a la prensa, el asesor presidencial para asuntos internacionales Marco Aurélio Garcia negó que se trate de un *»cambio de posiciones»*, y sostuvo que el gobierno de Rousseff no hará *»cambios substanciales»* con relación a la política externa de Lula.
En tanto, el politólogo Carlos de Melo, del privado Instituto de Enseñanza e Investigación (Insper), hablar de un giro radical de la diplomacia brasileña es *»forzar las cosas»*, y en cambio el voto debe ser visto como la continuidad de la política externa con una estrategia diferente.
*»Nunca escuché al propio presidente Lula o alguien de su gobierno decir que apoyaba o defendía violaciones a los derechos humanos. Ahora presentan este voto como un gran cambio en la política externa, pero creo que se trata en realidad de una estrategia diferente»*, dijo De Melo a la AFP.
Para el analista, *»el centro de la diplomacia brasileña sigue siendo un puesto permanente en un Consejo de Seguridad de la ONU eventualmente reformado. La estrategia que Brasil siguió durante años se agotó y ahora inicia una fase diferente, con un discurso diferente»*.
La estrategia que se agotó, indicó, *»era marcada por el intento de situarse como interlocutor para conflictos en diversas partes del mundo. Pero Brasil parece haber entendido que irá al Consejo de Seguridad negociando con Estados Unidos, Rusia, China, Francia o Inglaterra, no con Irán»*.
A su vez, José Miguel Vivanco, de la organización Human Rights Watch, clasificó el voto brasileño como *»un gran acontecimiento»*.
La prensa brasileña dedicó este viernes generosos espacios al novedoso voto brasileño sobre Irán, repitiendo que se trataba de un *»cambio»*. *»Dilma modifica política de Lula y vota contra Irán»*, estampó en su portada el diario Folha de Sao Paulo.
El diario O Globo, a su vez, llegó a afirmar que ese voto había sido resultado de un pedido expreso del presidente estadounidense Barack Obama en su visita a Brasil el fin de semana.
Sin embargo, un portavoz de la presidencia dijo a la AFP que *»esa posición (de Brasil) ya venía articulándose. No es el resultado de ningún pedido específico»*. Obama mantuvo este viernes una conversación telefónica con Rousseff este viernes, pero la votación relativa a Irán no fue mencionada.
Brasil e Irán iniciaron un franco proceso de aproximación en 2008 y que se fortaleció a fines de 2009 cuando el presidente Mahmoud Ahmadinejad realizó una visita oficial a Brasilia.
En 2010, Lula viajó a Irán y aprovechó la oportunidad para firmar un acuerdo -junto con Turquía- sobre enriquecimiento de uranio iraní fuera de sus fronteras, pero el acuerdo fue rechazado por la comunidad internacional.