Desde que los primeros homínidas hicieron algo diferente a lo de otros animales: ir hacia el fuego en lugar de huir de él, el ser humano ha estado repitiendo esta cosa tan peculiar una y otra vez. Innumerables casas, barcos y ciudades quemadas y todavía estamos aprendiendo a dominar el fuego, pero podemos ver por todas partes la evidencia de los beneficios producidos por el proceso de aprendizaje de aumentar la temperatura del fuego para producir cerámica en un comienzo, y después para manipular los metales, que son la base de nuestra tecnología tanto para la paz, la salud y el bienestar, como para la guerra y la destrucción.
Esta función de la intencionalidad humana, de interpretar de un modo diferente un mismo objeto o situación, junto con nuestra necesidad de dominar y hacer uso de cualquier cosa a nuestra disposición a pesar de los riesgos, está impulsada por la necesidad de superar el dolor y el sufrimiento. Esto puede ayudarnos a entender por qué demonios Japón, la única víctima de un holocausto nuclear limitado, decidió construir un gran número de centrales de energía nuclear en medio de áreas expuestas a terremotos y tsunamis. A falta de otros recursos naturales para producir energía la memoria de la explosión que había destruido cientos de miles de vidas humanas en dos ciudades pasó del horror de la muerte y la destrucción a la admiración de la cantidad de energía generada. La energía nuclear ha servido bien al desarrollo económico de Japón, pero la burbuja ilusoria de conocimiento tecnológico y precisión con la que vendieron automotores a todo el mundo y energía nuclear a su propia gente ha estallado.
Un artículo de Justin Mc Curry para The Guardian titulado *»Empresa nuclear en Japón»* admite que faltaron controles de seguridad en la planta golpeada por el desastre del 22 de Marzo 2011 [www.guardian.co.uk/world/2011/mar/22/japan-nuclear-power-plant-checks-missed](www.guardian.co.uk/world/2011/mar/22/japan-nuclear-power-plant-checks-missed) da detalles acerca de la planta de Fukushima, que *»contiene muchas más barras de combustible gastadas que las que fue diseñado para almacenar, mientras que sus técnicos en varias ocasiones no llevaron a cabo los controles obligatorios de seguridad … De acuerdo a documentos de Tokyo Electric Power (Tepco), la empresa en varias ocasiones evadió controles de seguridad durante un período de 10 años hasta dos semanas antes de la catástrofe del 11 de marzo, y permitió que las barras de combustible de uranio se acumulasen dentro de las instalaciones, de 40 años de edad, … Cuando la planta fue golpeada por un gran terremoto y el tsunami, sus reactores contenían el equivalente de casi seis años de combustible de uranio altamente radiactivo producido por la instalación … Las revelaciones se suman a la presión sobre Tepco para explicar por qué, su director general Masataka Shimizu empeñado en la reducción de costos, optó por ahorrar dinero mediante el almacenamiento del combustible gastado en la planta en lugar de invertir en opciones de almacenamiento más seguras … Los críticos del programa de energía nuclear de Japón explican que las condiciones irregulares de seguridad del sector y vínculos estrechos con las autoridades reguladoras tendrán que cambiar si se quiere recuperar la confianza pública … Se informó que los lapsos de seguridad en la planta continuaron hasta dos semanas antes del tsunami con fallas en los sistemas de refrigeración de los reactores y que contribuyeron a la más grande emergencia de energía nuclear del mundo desde Chernobyl en 1986 … Un mes antes del tsunami, los reguladores del gobierno aprobaron una solicitud de Tepco para prolongar la vida de uno de sus seis reactores por otra década, a pesar de las advertencias de que su generador de energía de reserva contenía grietas de tensión, haciéndolo más vulnerable a daños por agua. Semanas más tarde, Tepco admitió que no había podido examinar 33 piezas del equipo dentro de los sistemas de refrigeración de la planta, incluyendo las bombas de agua, según el sitio web de la agencia de seguridad nuclear … Cuando ocurrió el desastre a principios de este mes, la planta contenía cerca de 4.000 elementos combustibles de uranio mantenidos en las piscinas de circulación de agua – equivalente a más de tres veces la cantidad de material radiactivo habitualmente mantenido en los núcleos activos de los reactores de la planta … «*.
*»Un cuchillo no es ni bueno ni malo, pero la persona que lo sostiene por la hoja está equivocada»*, dijo René Daumal, y esto ha sido cierto para cada forma de tecnología, herramienta y cada implemento desde la flecha con punta de piedra hasta el iPad 2. ¿Será alguna vez segura la energía nuclear? El problema es que en esta sociedad globalizada impulsada por el mercado con el dinero-como-la-medida-de-todo hay que añadir factores de riesgo como *»la codicia»*, *»la competencia»* y la corrupción a la lista de posibles accidentes, ataques terroristas y desastres naturales que pueden desencadenar otro Chernobyl o algo peor. La cuestión aquí, al margen de cuántas personas morirán de cáncer o sufrirán enfermedades causadas por Fukushima, es: ¿Te gustaría vivir cerca de una estación de energía nuclear? O mejor aún, ¿me gustaría vivir cerca de una central nuclear?
Pocas horas después de que Japón fuera golpeado por el peor desastre natural de su historia, los mercados de todo el mundo empezaron a especular con las acciones de distintas empresas, ¿irán hacia arriba o hacia abajo con el desastre? ¿La reconstrucción aumentará el valor del yen? ¿Sería rentable invertir en empresas de construcción? El número de muertos crecía, los refugiados de las ciudades arrasadas en duelo, mojados, con frío y hambre, pero los mercados de valores iban a toda marcha. Esta pequeña viñeta acerca de la deshumanización que experimentamos en la vida cotidiana y que muestra su dimensión monstruosa cuando se enfrenta a acontecimientos como los que tienen lugar en Japón, debería ser una luz de advertencia no sólo para detener la construcción de centrales nucleares y clausurar las ya existentes hasta que todos los problemas de seguridad y medio ambiente sean resueltos, sino también para revisar con urgencia los valores del sistema en que vivimos y para poner de una vez por todas la vida humana por encima del dinero.