El grupo de los reformistas está conformado por las poblaciones sojuzgadas por gobiernos anquilosados en el poder y que han pasado de ser anticolonialistas a déspotas violentos aliados de las grandes corporaciones multinacionales, llevando a sus países a situaciones de pobreza insostenibles. En esas condiciones se desató el tifón en Túnez, Egipto, Yemen, Jordania, Libia, Bahrein y ahora empieza a prender en Argelia y Arabia Saudí, los dos máximos exponentes del nepotismo y la represión.

Pero en estos días el pueblo saudita está dispuesto a salir a la calle y el gobierno ha previsto movilizar 10.000 policías para evitar que las manifestaciones prosperen. Arabia Saudí es uno de los aliados más importantes de la Casa Blanca, como también lo es Bahrein, lo que hace previsible que la cobertura mediática sea escasa y la persecusión de los periodistas no sea restransmitida en directo. Estados Unidos y sus cómplices empresarios no pueden permitir que el fuego de la insurrección y la desobedencia se siga difundiendo. No es de extrañar que esté prevista para el 15 de marzo la llegada de portaviones y un buen número de marines a la base americana de la isla griega de Creta.

En un movimiento de avanzadilla armada de la OTAN, aunque uno de sus miembros más destacados, Francia, se opone a la participación militar sin el visto bueno de la ONU. Grecia también se opone a que se utilice su territorio para realizar un ataque sin el consentimiento del máximo organismo internacional.

Las Naciones Unidas, a todo esto, exigen al líder libio dejar entrar en el territorio a fuerzas humanitarias. Gadaffi, que ya sólo gobierna la mitad del país, advierte que si los Estados Unidos atacan, éste se convertirá en un nuevo Vietnam.

Ante este aumento de las tensiones internacionales, Hugo Chávez ha intentado crear un diálogo de paz para acabar con este conato de violencia que vive el país norteafricano.

El presidente venezolano ha relatado la conversación mantenida con el longevo dirigente libio, *“él no sólo está dispuesto a que interceda una comisión de países amigos para resolver la crisis en su territorio, si no que convoca también a la ONU para que sean testigos presenciales y no culpen a su gobierno o al pueblo libio de lo que está pasando”*. No queda muy claro qué es lo que Gadaffi denuncia, pero él señala al gobierno estadounidense de querer apoderarse de sus recursos energéticos.

Por lo pronto, tanto Obama como Salif as Islam, uno de los hijos del mandatario norteafricano, se oponen a toda mediación extranjera. Cuánto tiempo mantendrá la postura de no intervención el Premio Nobel de la Paz 2009 es una incógnita, quizás esté esperando la llegada de sus marines o que el baño de sangre sea tan grande que la comunidad internacional esté dispuesta a tolerar un nuevo Irak.