*“El Fondo Monetario Internacional (FMI) minimizó los riesgos que condujeron a la peor crisis financiera y económica global en décadas debido en gran parte a una cultura en la que imperó el pensamiento único y que desalentó las críticas.”* describe el informe elaborado por la Unidad de Evaluación Independiente de dicho organismo.
Luego de ser descritos como temeridades o decisiones ingenuas, podemos ahora nombrar a las medidas económicas llevadas adelante por las grandes instituciones económicas del planeta como asaltos en masa. Unos pocos se quedan con lo de todos, pero con un pase de manos que nos hace creer a todos partícipes de este desfalco. Los encubridores nos quieren convencer que hemos sido cómplices por tener un nivel de vida excesivo, por encima de nuestras posibilidades.
Pero vamos por partes. En 2008 el sistema financiero colapsó, economías *“indestructibles”* se hundieron como el Titanic. Pero el iceberg era su propio funcionamiento, con lo cual podríamos considerar un suicidio la fórmula de crecimiento ilimitado y a tasas de interés de una gula insaciable. Esta crisis hizo que las bolsas cayeran en picado y grandes aseguradoras dieran bancarrota. Esto dio pie a lo que Rafael Poch, en su blog de La Vanguardia, describe como *“el atraco perfecto”*. Este atracó consistió en la utilización de fondos públicos para salvar al Titanic del naufragio.
*“La cifra del coste neto del rescate para el conjunto de los países del G-20 facilitada por el Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, es 905.000 millones de dólares”* agrega Poch. Deberíamos sumar las ayudas que cada gobierno nacional prestó a sus respectivos náufragos.
En realidad este salvataje era el preludio de lo que sería el robo más grande de la historia humana.
Las economías del G20 empezaron a hacer aguas todas a la vez y en coro explicaban que la única solución era echar lastre por la borda. Estamos hablando de la decisión política de pagar estas deudas sin consultar al pueblo su posición, sin investigar el origen de esta crisis y sin castigar a los ladrones por su fechoría. Bueno, muy por el contrario, esos ladrones son quienes dirigen el programa de recuperación de la economía mundial. Un eufemismo para disimular que el plan es llenar sus bolsillos.
En esa espiral acelerada de crisis, los medios de comunicación juegan un rol clave desinformando y legitimando los accionares tanto de políticos, como de banqueros y de oligopolistas, que vendrían a ser, en definitiva, los dueños de dichos medios de comunicación.
Con sus economías debilitadas por que el dinero está en manos de los ladrones, los países deciden autoreducirse, atacar las jubilaciones, la salud, los derechos laborales, acrecentando la desigualdad y sumiendo a las poblaciones en el estado de shock y convenciéndolos que todos debemos hacer un esfuerzo para que el mundo siga girando.
Siga girando a su conveniencia.
Así todos obedecemos al macho alfa que es el Dios Mercado y la rueda sigue girando. El resultado es que nos han robado el presente y nos están robando el futuro.
Es en la periferia de Europa donde vemos las capacidades de resistirse a esta obediencia debida. Parte de Latinoamérica sigue un rumbo diferente, Islandia se ha rebelado a la obsecuencia y ahora son los países árabes los que no quieren seguir siendo víctimas de segunda de este robo universal anunciado.