El festival de cine más importante y más glamoroso del planeta ya comenzó: Cannes. Oh la la, so french! Cannes y sus vestidos largos de brillos y lentejuelas, Cannes y sus artistas internacionales que rara vez volveremos a cruzar en nuestras vidas, Cannes y los flashes de los paparazis, Cannes y las cámaras en todas partes, Cannes y su mítica alfombra roja.

Son las imágenes que vemos constantemente en la televisión y en las fotos de las revistas. “Le goût pour le tapis rouge” (El gusto por la alfombra roja) no muestra nada de eso, todo lo contrario, muestra todo lo que sucede en Cannes menos las vedettes de cine.

Lo que es interesante en este documental es que uno tiene la impresión de ver el Festival de Cannes desde la mirada de un paparazzi renegado o un anti-paparazzi, que, en lugar de fijar su objetivo en dirección de la alfombra roja, apunta la cámara en dirección contraria y capta todo lo que pasa detrás de las cámaras cuando las estrellas de cine suben las famosas escalinatas.

Porque el universo de Cannes no está hecho solo de vedettes y de filmes, no, es mucho más vasto eso. Digamos que los artistas son una suerte de sol –un centro natural de atracción- y que alrededor de ellos gravita una serie de planetas y de satélites.

Por un lado, están todas las estrellas principiantes y aspirantes a modelo que buscan ser vistas. Mujeres y hombres elegantes, bien vestidos –o no- que buscan su cuarto de hora de fama frente a un ejército de fotógrafos. Esta imagen es archiconocida, pero Olivier Servais, el realizador, tampoco deja pasar lo que sucede una vez terminada la sesión de fotos y los fotógrafos se precipitan sobre los / las artistas nóveles para entregarles su tarjeta a fin de vender las fotos. Una imagen mucho más prosaica.

Del otro lado de la escena, están todas esas manos necesarias que posibilitan el buen desarrollo del festival: los que sirven, los que retiran la basura, los vendedores, los promotores, los vigilantes, etc… y también cinéfilos y fans que no se cansan de esperar a las celebridades. Es gente que para Cannes son invisibles. No aparecen en ninguna parte, ni en la tele ni en las revistas.

El filme no tiene un narrador porque no busca explicar, más bien mostrar. Por lo tanto vamos siguiendo las imágenes casi como personas curiosas que pasean por las calles de Cannes, como si fuésemos un turista que se interesa por todo, porque todo es novedad y merece ser filmado.

Sinceramente, aprecié mucho este documental porque no es pretencioso y ofrece una mirada diferente de un evento mundialmente conocido. De todos modos, más vale que el universo de Cannes o los documentales nos interesen, ya que por momentos el ritmo es bastante lento o un tanto dispar. Si pertenece a una de las dos categorías no dude en ir a verlo.