Por Hermann Bellinghausen
Periódico La Jornada
«El mundo ha sido testigo de una inusitada acción popular en las calles de Egipto, conducida por los jóvenes, con sus justas demandas de más libertad, más democracia, menores precios en los productos básicos, mejores oportunidades de empleo. Los jóvenes exigen cambios inmediatos y de largo alcance. Este clamor se encontró con violentos conflictos, claramente provocados por la policía. Se llamó entonces al ejército, y fue bienvenido por los manifestantes, pero al principio su presencia fue más simbólica que activa. Los acontecimientos empeoraron al aparecer bandas de matones y agentes provocadores, y comenzaron los saqueos.»
Inaugurada en octubre de 2002
En el portal electrónico de la Bibliotheca Alexandrina, su director relata que los muchachos se organizaron en grupos «para dirigir el tráfico, proteger los barrios y hacer guardias en edificios públicos, como el Museo Egipcio y la Biblioteca de Alejandría, en colaboración con el ejército». Confía en que este «improvisado arreglo» se mantenga hasta «hasta el pleno retorno del orden público».
La biblioteca, asegura Serageldin, *»está segura gracias a los jóvenes, sean trabajadores de la propia biblioteca o representantes de los manifestantes, quienes se suman a nuestras guardias del edificio contra potenciales vándalos y saqueadores».* El propio director permanece en el edificio «dentro de los límites del toque de queda».
No obstante, éste quedará cerrado «hasta que se levante la queda y los acontecimientos evolucionen hacia el fin de la ilegalidad y la solución a las demandas políticas que desencadenaron las protestas».
La nueva Biblioteca Alejandrina, edificada para rendir homenaje a su gran antecesora (destruida por un incendio criminal de los invasores romanos hace casi dos milenios) se inauguró apenas en octubre de 2002. Contó con el millonario respaldo de las potencias amigas de la dictadura en Europa y Estados Unidos, el arbitraje de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el «compromiso entusiasta» del presidente Hosni Mubarak. Impulsada desde 1974 por la Universidad de Alejandría, y establecida a orillas del Mediterráneo, cuenta con hermosas y elegantes instalaciones, estanterías con material especializado, teatros, galerías, museos, un planetario, talleres de restauración de libros. Su acervo extraordinario fue reunido gracias a donaciones de gobiernos, bibliotecas y editores de todo el mundo.
Del propio gobierno «mubarakita» (que alguna vez pulió su imagen mientras hacía un jugoso negocio construyendo la modernísima biblioteca antigua) son los vándalos que hoy la amenazan, orillando a la juventud egipcia a jugarse la vida por defenderla.
*Fuente: www.jornada.unam.mx*