Por Nicolas Boeglin (*)
En el marco de su 50 aniversario, la célebre agrupación chilena Inti Illimani (véase cuenta en twitter) ofrecerá un recital en el teatro insigne de Costa Rica, el Teatro Nacional, este próximo viernes 12 de mayo. Esta actividad es auspiciada por la Fundación Cuencas de Limón de Costa Rica (véase sitio).
Creada en 1967 por talentosos estudiantes chilenos, las canciones de esta agrupación desde entonces han recorrido el mundo denunciando la brutalidad de las dictaduras latinoamericanas de los años 70-80, el exilio forzado de chilenos y de muchos otros nacionales de América Latina y la injusticia social campante en el continente latinoamericano. Se lee en esta nota de La Nación (Costa Rica) de 1997 que: «Inti Illimani realizaba una gira por el exterior cuando el golpe militar encabezado por el general Augusto Pinochet, en setiembre de 1973, derrocó al gobierno del socialista Salvador Allende. La banda regresó a Chile a fines de 1988«.
Un canto de América Latina al mundo
En medio del miedo, de la violencia, del desconsuelo y de la muerte, este canto por la esperanza, la libertad, la solidaridad humana y la vida, ha marcado profundamente a varias generaciones, tanto en América Latina como fuera de ella. La sonoridad de sus instrumentos y de sus voces ha sido en muchos casos el primer contacto con América Latina de personas oriundas de otras regiones del mundo. La fuerza de su poesía y de su denuncia inclaudicable, la reivindicación persistente de la identidad cultural de comunidades indígenas y campesinas, han convertido varias de las estrofas de sus canciones en lema de la protesta social, y en un obligatorio referente en las diversas luchas sociales que se dieron (y que se siguen dando) en toda América Latina.
Al mantenerse como la región mas desigual del mundo, con dos Estados, Costa Rica y República Dominicana, en los que el aumento de la desigualdad es mayor que el promedio regional (véase nota recientemente publicada sobre el puesto 66 de Costa Rica en materia de Índice de Desarrollo Humano-IDH), el mensaje de Inti Illimani cobra una particular relevancia en la actualidad latinoamericana. De gira en el exterior, este grupo musical acaba de recibir un galardón en Cuba por su último disco «Fiesta» (véase nota de prensa).
Inti Illimani en Costa Rica
Al ser Costa Rica para muchos latinoamericanos una tierra de asilo por excelencia, cuyas autoridades optaron decididamente desde 1948 por la paz y la desmilitarización, se ofrecieron como sede de la conferencia diplomática que en 1969 culminó con la adopción de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y decidieron albergar la sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos desde 1980 (verdadero motor de la ola de democratización de América Latina en los años 90), este concierto cobra una relevancia adicional. Aunado a ello, la serie de compromisos internacionales adquiridos por Costa Rica en materia de derechos humanos y de protección al ambiente, que lamentablemente, no siempre son consistentes con políticas públicas, en particular desde mediados de los años 2000: los recurrentes escándalos en materia ambiental que sacuden regularmente a Costa Rica evidencian una peligrosa deriva de sus autoridades, que parecieran estar dispuestas a obviar la normativa ambiental y a arriesgar el bienestar de las comunidades so pretexto que «no se puede frenar la inversión extranjera«.
La fuerza del verso ante la sinrazón
Es muy probable que durante su corta estancia en Costa Rica, los integrantes de Inti Illimani no tengan la posibilidad de apreciar y visualizar lo que ocurre con las comunidades campesinas e indígenas aledañas a las plantaciones de piña (véase artículo reciente del Semanario Universidad y reportaje de Era Verde sobre valientes mujeres que denuncian lo que muchos callan), ni de reunirse con líderes de las comunidades indígenas de la Zona Sur azotadas por megraproyectos o con activistas del sector ecologista costarricense, o con dirigentes de entidades que ayudan a migrantes en Costa Rica.
El paso de Inti Illimani en Costa Rica coincide esta semana con la reanudación de un cuestionado juicio penal contra estudiantes y profesores de la Universidad de Costa Rica (UCR). Su supuesto «delito», el haber participado activamente en manifestaciones en noviembre del 2012 en defensa de una entidad insigne de Costa Rica, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS): una acusación penal que la Fiscalía General de la República (FGR) se muestra decidida a mantener y a sostener con testimonios de integrantes de las fuerzas del orden, exhibiendo la misma deriva de otros aparatos represivos (en particular Guatemala, Honduras y Perú) en aras de criminalizar la protesta social (véase estudio sobre esta marcada tendencia en América Latina que intenta, mediante reformas penales, intimidar a quiénes reclaman desde la calle el respeto a sus legítimos derechos o los de sus comunidades).
A finales de este mes, se conmemorarán cuatro años desde el asesinato de un joven ecologista, Jairo Mora Sandoval, biólogo apasionado por las tortugas marinas, en una apetecida playa del Caribe costarricense: un asesinato sobre el que nuestra hacendosa Fiscalía General de la República exhibió lagunas e irregularidades durante la investigación del caso (a un grado tal que sectores sociales han reclamado una investigación por parte de una entidad internacional totalmente independiente, una Comisión de la Verdad). En marzo pasado, se conmemoró el primer año desde el asesinato de la líder indígena Berta Cáceres en Honduras (véase artículo sobre el clima de impunidad que rodea este caso).
Ante una rampante impunidad cada vez que muere un líder indígena, ecologista, campesino, sindical, gremial o estudiantil, los clamores de justicia de estos y muchos otros sectores en Costa Rica y fuera de ella se entrelazan con los versos de las canciones de Inti Illimani: un universo de lucha social y de resistencia solidaria que se expresa a través de un mismo canto oído en oscuros calabozos y pabellones, cárceles, vigilias, cadenas humanas, marchas, plantones, universidades, teatros, avenidas y estadios.
A modo de conclusión: una invitación a una mágica velada en el Teatro Nacional
Las entradas a esta única presentación en Costa Rica están desde ya disponibles en la boletería del Teatro Nacional de Costa Rica.
Este verdadera leyenda viviente de la canción protesta, que ha incursionado en los más diversos géneros musicales de América Latina, llega a Costa Rica (véase evento creado en Face Book) invitada por la Fundación Cuencas de Limón FCLimón, una ONG que lucha, y ello desde hace 25 años, por la conservación y la protección de las cuencas de los ríos en la hermosa provincia costarricense de Limón. Los beneficios de este esperado concierto servirán para apoyar los diversos proyectos llevados a cabo por esta entidad de la sociedad civil.
(*) Profesor de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, Universidad de Costa Rica (UCR)