Transgredidas es uno de los libros que más me ha costado escribir, me ha dolido, lo he llorado y lo he sentido en carne viva, porque son relatos de testimonios e historias de niñas, adolescentes y mujeres que sufrieron abuso sexual, ya sea en su camino como migrantes indocumentadas hacia Estados Unidos o bien fueron víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual.
Abusadas por familiares y desconocidos, no por su origen, no por su clase social, pero por ser mujeres en una sociedad que irrespeta y desvalora a la mujer por su género, en una sociedad que mutila y seca, estas son historias ocurridas en distintas partes del mundo porque el abuso hacia el género femenino no tiene edad, color, religión ni nacionalidad.
Todo comenzó en noviembre de 2012, con un texto titulado Transgredida, al cual le siguieron otros a medida que fui obteniendo testimonios para publicar en la serie Transgredidas de mi blog Crónicas de una Inquilina. Esta serie se ha convertido en libro. Son testimonios de mujeres marcadas de por vida por el abuso, los golpes, mujeres violentadas en sus derechos, niñas a quienes robaron la niñez.
No es un libro dulce ni luce la perfección de la ficción, es un libro crudo, descarnado, como la realidad que le ha tocado vivir a sus protagonistas y a miles de mujeres a través del tiempo y de la historia.
La violencia de género no es un asunto de ficción ni de literatura, es un problema real que nos está matando, nos desaparece y nos estigmatiza. Todas hemos sufrido violencia de género en alguna de sus tantas formas, los relatos escritos en Transgredidas muestran los extremos de lo que es capaz de hacer una sociedad patriarcal y machista en la vida de niñas, adolescentes y mujeres en el marco de un sistema sociopolítico que nos trata como mercancía.
Las historias incluidas en este libro son reales, aunque los nombres de las protagonistas han sido cambiados y también algunas ubicaciones territoriales, para proteger sus identidades y su seguridad. Lo medular de este libro es contar las historias de abuso que han vivido mujeres anónimas, tan anónimas como cualquiera en cualquier lugar del mundo. Son historias que suceden todos los días, en todos lados, a todas horas.
Historias que en la mayoría de los casos nos llevamos hasta la tumba, porque contarlas significa perder familiares, ponerlos en riesgo, poner en riesgo nuestras propias vidas. También en una sociedad estereotipada guardamos silencio por temor a ser señaladas por la familia, amigos y sociedad. Porque ser abusadas nos marca y la misma sociedad nos señala y nos excluye.
El abuso emocional, físico y sexual nos mutila en muchas formas, nos roba la vida de tajo, no seca por dentro, nos invisibiliza. Transgredidas son las voces de miles de mujeres que han sido silenciadas a través del tiempo.
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