Como para agregarle más pelos a la sopa, la presidenta de un partido político, la UDI, tuvo una desafortunada intervención en un foro empresarial en torno a la necesidad de que el país tenga una educación de calidad. Foro centrado en analizar cómo viene el presente año para Chile.
La disertación de Jacqueline Van Rysselberghe, fue realizada en el curso de la semana, en powerpoint y el apoyo de una proyectora donde se resaltaron las ideas fuerza que animan a sus partidarios. Desafortunadamente para sus propósitos, la atención en vez de estar centrada en el contenido de su exposición, lo estuvo en un error ortográfico en una de sus láminas: “Por qué gobierna la izquierda que no quiere concenso ni acuerdos”. Expresión que fue rápidamente distribuida en las distintas redes sociales por los propios asistentes al evento.
La atención prestada a este error se explica esencialmente por tres factores. Uno, por provenir de un alto dirigente político. Si los dirigentes de este país, a quienes uno les confía su representación política, cometen este tipo de errores, qué queda para el resto del país; dos, la contradicción que encierra que una persona pontifique en torno a una educación de calidad con errores de ese calado; y tres, por venir de quien ha sido educada en un establecimiento particular pagado y con estudios superiores.
No nos hemos referido al tema de fondo, que un alto dirigente de la derecha dura afirme que la izquierda no quiere consenso ni acuerdos. Por favor! Si alguien ha impuesto sus políticas a sangre y fuego, sin consensos ni acuerdos, ha sido justamente la derecha, la que representa Van Rysselberghe. Políticas impuestas en tiempos de dictadura, mantenidas en tiempos de binominalismo que otorgó a la derecha el poder de vetar consensos y acuerdos.
A lo largo de estas décadas el centro y la izquierda han estado buscando infructuosamente consensos y acuerdos en torno a políticas que satisfaga el interés de una mayoría que quiere un país más inclusivo, más justo, más amable, menos depresivo, menos agresivo, menos exclusivo. La capacidad de veto y cooptación de la derecha es la que ha impedido los consensos y acuerdos que el país necesita.
La conducta de la centroizquierda desde fines de los 80 ha estado permanentemente abierta a consensos y acuerdos. Hoy se observa cierto cansancio en su interior, como lo demuestran las fisuras y desgajamientos que la están afectando y que también se visualizan, aunque en menor magnitud, en aquella derecha interesada en la búsqueda de espacios de encuentro. Lo expuesto explica la tendencia que parece observarse hacia el retorno a los tres tercios que atraviesan gran parte de la historia política del país.