En la sede de la PUCE (Pontificia Universidad Católica del Ecuador), en Quito, se llevó a cabo la inauguración de los diálogos de paz entre el gobierno de la República de Colombia y el ELN (Ejército de Liberación Nacional). Con dicho acto culmina una etapa larga y complicada de conversaciones exploratorias, fases alargadas y anexos, que se reemplazan con las banderas de la paz y la esperanza para el pueblo colombiano.
El Jefe de la Delegación del ELN, Pablo Beltrán, abrió su intervención con un pedido muy claro: “Todos debemos cambiar” ya que el resultado de seis décadas de conflicto armado, está a la vista y ha desfigurado a la sociedad colombiana, afectando a cada uno de sus miembros.
La invitación al diálogo del Presidente Juan Manuel Santos y el anhelo de la mayoría de los colombianos, es lo que “nos alienta a desarrollar una solución política” que solo se puede lograr sumando la fuerza de quienes desean la paz; para Beltrán, la mejor forma de desarrollar esta salida es con una transformación de la justicia y la soberanía que significaría “trazar unos nobles propósitos nacionales de largo plazo”.
Una de las preocupaciones de Pablo Beltrán es la creciente ola de violencia a la que se enfrentan los activistas, colectivos y representantes de izquierda, haciendo un llamado a los medios de comunicación para que no solo se hable de los cambios que deben hacer los líderes guerrilleros, sino también las autoridades para así lograr abrir las puertas de la democratización, garantizando la participación popular sin que sus representantes sean victimizados.
El fin de los diálogos es sintetizar cambios urgentes para el país y la región, además, será una nueva forma de resistir a la defensa violenta que ciertos regímenes utilizan para defender sus privilegios.
Para terminar, Pablo Beltrán, cita a Darío Echandía, ex presidente de Colombia: “Es mejor echar lengua que echar bala”.
Para Juan Camilo Restrepo, Jefe de la Delegación del Gobierno de la República de Colombia, “son muchas las diferencias entre las partes involucradas pero las mesas de negociación no son para profundizar en ellas, sino para superarlas, ya que la paz es el fin común que enriquece a los pueblos y es el derecho de los ciudadanos colombianos”.
Para él, este proceso, le da a Colombia la esperanza renovada de un mejor futuro y de progreso, luego de la barbarie del conflicto armado; el fin del diálogo es que sea un proceso innovador y pragmático, para así llegar con celeridad a acuerdos que comprometan a las partes a avanzar hacia un país equitativo y pacífico.
Restrepo pidió al ELN que se valore el proceso y que renuncien públicamente al secuestro como vía de negociación, de esta forma se podrá terminar con la violencia, dando importancia al humanitarismo y de esta manera honrar a las víctimas de estas décadas de fuerte violencia; por otro lado, el gobierno, reconoce la identidad e historia del ELN, acompañándolos en su tránsito a la legalidad, porque “se acabó el tiempo de hacer política con armas”.
El Canciller de la República del Ecuador, Guillaume Long, fue el encargado de la clausura del evento, con unas palabras de felicitación a las partes negociadoras por iniciar este proceso histórico y mirar hacia un nuevo horizonte.
Long, habla de lo difícil que resultó fase previa, ya que implicó superar odios, dolor, sospechas y la intervención de quienes no apoyaban el proceso; por otro lado se requiere superar formas de organización social, política y económica, además de los modos operandi, instaurados por la guerra.
Ecuador reitera su apoyo al proceso y a los diálogos de paz, ya que también ha sido víctima del conflicto y más cuando éste fue regionalizado, hay que recordar el desplazamiento masivo hacia la periferia de Colombia, que luego incluyó la periferia geográfica ecuatoriana, convirtiendo las fronteras en puntos difíciles y costosos de mantener, “en tiempos de paz, una frontera, nos costaría apenas el 10% de lo que ha costado en los años de guerra”.
La gran ola de desplazamientos convirtió a Ecuador en el país de América Latina y el Caribe, con el mayor número de refugiados, a quienes se ha acogido con el compromiso de la solidaridad, “aquí ustedes no verán campamentos de refugiados”, al contrario, viven completamente integrados a la sociedad, tanto en el campo como en la ciudad.
El Canciller hace un llamado a regionalizar también los beneficios de la paz, si otros proponen muros, los países hermanos deben proponer fronteras paz que representen desarrollo y progreso para todos.
Long, cerró este encuentro, con un mensaje de optimismo y alegría: “Hacer la paz es de valientes, ya que esta es el bien supremo de la humanidad”.
*Fotografías: Santiago Bolaños