Una delegación del grupo nacionalista palestino Al Fatah llegó a Damasco para reunirse
con dirigentes de la facción rival Hamás y analizar los escollos a la reconciliación
palestina y la reforma de los cuerpos de seguridad.

Mucha gente diría que el líder de Hamás es parte del problema. El gobierno de EE.
UU. ve a Meshaal como un “terrorista global especialmente señalado”: los ataques de
su grupo con cohetes contra civiles israelíes en 2008 provocaron una invasión que dejó
más de 1.300 palestinos muertos. La carta constitutiva de Hamás, que renuncia a “las
llamadas iniciativas de paz y conferencias internacionales”, todavía pide la destrucción
de Israel.

La semana pasada, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud
Abás, dijo que su Ejecutivo no compartirá poderes de seguridad con Hamás, que
controla la franja de Gaza.

Por ahora, Hamás está dando un paso mucho más chico, buscando terminar sus
conflictos con la organización Fatah de Abbas, apoyada por EE. UU. Representantes
de los dos grupos se reunieron en Damasco. En lo que concierne a Meshaal, éstas son
las conversaciones que importan ahora. Hamás pelea con Fatah desde 2006, cuando
los votantes palestinos, hartos de la corrupción y la mala administración de Fatah,
dieron una victoria inesperada a su partido. Una guerra civil estalló el verano siguiente,
dejando Gaza en manos de los islamistas y Cisjordania bajo el control de Fatah. La
situación actual es insostenible. “Todos entendemos que la reconciliación es una
obligación si queremos lograr un Estado libre e independiente”, dice Ahmed Yusef, alto
asesor del líder de Hamás en Gaza, Ismail Haniya. “No queremos ser un obstáculo”.

La reunión entre las dos facciones estaba prevista en principio para el mes pasado en la
capital siria, pero fue pospuesta por las diferencias surgidas entre Abás y el presidente
sirio, Bachar al Asad, en la cumbre árabe en Libia del 9 de septiembre pasado.

Con todo, Meshaal suena más moderado. Aunque todavía pide concesiones más
grandes de las que Israel posiblemente concedería, al menos está dentro del terreno
de la discusión racional. “Hay una postura y un programa que todos los palestinos
comparten”, asegura. “Aceptar un Estado palestino en las fronteras de 1967 con
Jerusalén como la capital. Con el derecho de regresar. Y este Estado tendría soberanía
real, sobre la tierra y sobre las fronteras. Y sin asentamientos”. Esto está lejos de
aquellas metas drásticas que dispone la carta constitutiva de Hamás, pero Meshaal dice
que su grupo aceptaría ese acuerdo si lo aprobase la mayoría de los palestinos: “Cuando
este programa se implemente… respetaremos la voluntad del pueblo palestino”. Paul
Scham, uno de los principales expertos estadounidenses en Hamás, dice creer que las
opiniones reales del grupo evolucionaron lejos de su rabiosa carta constitutiva, y que
Hamás ya está listo para ser el socio silencioso de Fatah.

A finales de septiembre, representantes de ambas facciones palestinas celebraron una
reunión en Damasco y llegaron a un acuerdo sobre las tres cuestiones principales
relacionadas con la celebración de elecciones y reformas en el seno de la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP).

Cualquiera que visite Gaza puede ver por qué Meshaal está suavizando su línea. La
economía está destrozada, y más de un tercio de la población, desempleada. El alcohol
fue suprimido de los restaurantes, y las vidrieras ya no exhiben ropa interior para
mujeres. En una encuesta del Centro Palestino de Investigación Política, el 70 por
ciento de los consultados dijo que las condiciones en Gaza son “malas” o “muy malas”.
Alrededor del 66 por ciento dijo que no podía criticar a las autoridades sin miedo, pero
incluso los funcionarios de Hamás conceden que la vida en Gaza es difícil. “Aún es
como una gran prisión”, dice Ghazi Hamad, portavoz de Hamás.

El movimiento islamista Hamás, que ganó los comicios legislativos de enero del
2006, se hizo por la fuerza con el control de la franja de Gaza en junio del 2007 tras
enfrentarse a las fuerzas leales al presidente Abás.

Algunas veces las cosas van tan mal que Hamás acepta trabajar con su enemigo: en
lo más álgido de una crisis, este año, funcionarios de la municipalidad de Gaza se
reunieron con expertos israelíes para que los aconsejasen sobre el tratamiento de aguas
residuales, según el periódico Asharq Al-Awsat.

Fuente: Newsweek