Ser mujer, ser inmigrante, tener un acento, venir de un país que carga una pésima fama, son fronteras invisibles que debo atravesar todos los días, hace más de 9 años. Nadie dijo que sería fácil, quien migra tiene una gran fuerza interior, lidiar todos los días con el desapego es de valientes, ya que al salir de su lugar y referencias, uno se debe adaptar y adecuarse a otras, aunque no es sencillo, yo escogí migrar, otros no corren con esa suerte y tienen que huir e improvisar una nueva vida, a veces con poco o nada de apoyo.
Hace unos años, en medio de una crisis de identidad, me propuse a trabajar y velar por el reconocimiento de las diversas culturas inmigrantes en São Paulo, principalmente la latinoamericana, pues descubrí que muchos inmigrantes por protegerse de los prejuicios, dejan atrás, inclusive sus costumbres, lo que me parece cruel, ya que el intercambio cultural brinda todas las posibilidades de enriquecimiento mutuo en todos los sentidos, inclusive el económico, doy fe de cuantos proyectos de inmigrantes y refugiados han salido adelante por su altísima calidad, propuesta y posibilidades, inclusive a nivel comercial, y me parece muy irrespetuoso afirmar que los inmigrantes solo traen problemas, porque se excluiría el motor intercultural y laboral que la migración aporta.
Hoy por hoy, las migraciones en el mundo han alcanzado bastante repercusión, no siempre positiva, los medios masivos de comunicación se esfuerzan en generar lastima, dolor y reforzar los prejuicios sobre el asunto.
En Brasil ha habido un gran impacto también, a pesar de que aquí hay un amplio historial de migración, son comunes los prejuicios y la discriminación, principalmente contra los inmigrantes pobres, negros y con rasgos indígenas. Las mujeres no estamos por fuera de ese grupo, ya que cuando hay dificultades económicas, son las que más se ven afectadas, ya que son las últimas en regularizar su situación migratoria, además de asumir los trabajos del hogar y cuidados de los hijos, se ven en la obligación de someterse a trabajos en muchas ocasiones análogos para complementar los ingresos familiares, o ser subvaloradas simplemente por el hecho de ser mujeres e inmigrantes, yo admiro mucho a mis compañeras que tienen hijos en el exterior, son maravillosas guerreras de las cuales tengo mucho que aprender y agradecer.
La academia ha realizado una gran labor en cuanto a análisis, estudios y eventos, un trabajo muy importante para la visibilidad del tema, no obstante existe un porcentaje considerable de investigadores que infortunadamente busca y estudia el asunto bajo una óptica superficial, bastante invasiva, y con poca preparación e investigación previa, lo que a veces, sin los debidos cuidados, intimida aún más al inmigrante y refuerza los temidos estereotipos.
En estos 9 años he estado involucrada con el tema migrante, colaborando con proyectos socioculturales de los más variados temas, asimismo me fui familiarizando con algunos procedimientos burocráticos pues muchos amigos y allegados me consultaban sobre trámites de documentación, y es fácil perderse entre tanta burocracia. Afortunadamente he sido altamente inspirada por el trabajo de varios grupos y colectivos de inmigrantes que están aquí, hace más tiempo, y otros más recientes pero no menos inspiradores, como mis hermanas del Frente de mujeres inmigrantes y refugiadas, un grupo de colectivos de mujeres y mujeres independientes que buscan darle visibilidad y protagonismo a la mujer inmigrante.
Siempre tuve recelo de participar activamente a nivel social y político, ya que por temas de legislación, los inmigrantes tenemos restricciones de participación social y política, en Brasil la ley vigente (el Estatuto del extranjero, 1980) que trata sobre temas migratorios, data de la época de la dictadura militar, y con una visión de seguridad, lo que limita profundamente ver al inmigrante como sujeto de derechos, afortunadamente se tramita el proyecto de ley 2516/2015, que cuenta con el potencial para sustituir al estatuto del inmigrante, ya que fue aprobado en la Cámara y sigue para el senado.
En los últimos años, han habido grandes avances, principalmente a nivel municipal, pues la gestión actual ha escuchado las demandas históricas de los inmigrantes y ha incluido activamente el tema de la migración en la pauta, desde 2013, con la creación de la Secretaria Municipal de Derechos Humanos y Ciudadanía, de la que forma parte la Coordinación de Políticas para Migrantes. Es bastante lo que se ha podido avanzar, este año se aprobó la Ley municipal de políticas para inmigrantes que es intersectorial y muy avanzada, esto sienta un precedente muy importante en cómo serán discutidas las políticas públicas en la ciudad y el acceso que los inmigrantes tendrán gracias a toda esta labor. El CRAI, Centro de Referencia y Acogida para Inmigrantes de la municipalidad de São Paulo, administrado por el Servicio Franciscano de Solidaridad, existe hace dos años y es un espacio de conquista, fruto de muchos años de luchas y demandas de la sociedad civil. En 2014, abre sus puertas para atender y orientar a todo tipo de inmigrantes, principalmente a los que se encuentran en situación de vulnerabilidad, se les brinda información sobre sus derechos, información sobre acceso a servicios públicos, orientación sobre regularización migratoria, asesoría jurídica; nuestros orientadores son inmigrantes, lo que acerca más el contacto, se llevan a cabo cursos y formaciones que refuerzan la autonomía de los inmigrantes y refugiados, y se realiza una gran labor de sensibilización y formación sobre la temática con funcionarios públicos y la sociedad civil en general, buscando luchar contra los prejuicios que están instaurados en la sociedad. El CRAI es un lugar muy visitado por delegaciones de otras ciudades y países y se ha convertido en una referencia nacional e internacional de buenas prácticas, además de ser un espacio muy buscado para estudios e investigaciones académicas.
Desde septiembre de 2016, tengo el honor de ser la coordinadora del CRAI, soy la primera mujer inmigrante en ocupar dicho cargo, mis compañeras y compañeros inmigrantes están muy felices y se sienten representados por mí, lo que me llena de alegría, responsabilidad y gratitud, pues como inmigrante entiendo lo que es la experiencia migratoria en primera persona, además de que puedo poner en práctica mis talentos y conocimientos adquiridos a lo largo de mi vida; hablo varios idiomas y finalmente tengo la oportunidad de usarlos, me he preparado, he estudiado, ya que estos asuntos son muy amplios y complejos y hay que estar bien informado.
A pesar de los micro machismos que todas las mujeres debemos afrontar en nuestro día a día, considero fundamental que nosotras, las mujeres inmigrantes, tengamos mayor participación y estemos listas y preparadas para ocupar los espacios en los cuales se están discutiendo asuntos que tienen que ver con nuestra situación, principalmente si serán traducidos en políticas públicas.
Para mí es un doble logro ocupar este lugar, porque ser mujer y estar en este cargo abre las posibilidades para que otros inmigrantes ocupen cargos así, formo parte del Frente de Mujeres Inmigrantes y Refugiadas, un grupo en el que el intercambio es enorme en todos los aspectos, somos mujeres que aprendemos y nos colaboramos a muchos niveles y me gustaría ver esas mujeres tan luchadoras y talentosas, ocupando cargos públicos, y siendo reconocidas por su labor, ya tenemos algunas mujeres inmigrantes representantes en algunos de los consejos municipales, algo inédito, ya que los inmigrantes no tenemos derecho a voto en Brasil. Dichos avances en la ciudad, han sido fruto de un trabajo mancomunado que debe tener continuidad, espero que la participación de las y los inmigrantes y refugiados sea cada vez más relevante ya que es necesario y muy pertinente, es fundamental tener representatividad y hablar por nosotros mismos.
Ningún ser humano es ilegal, migrar siempre ha estado asociado al ser humano.
Viviana Peña es inmigrante, colombiana, coordinadora del Centro de Referencia y Acogida para Inmigrantes (CRAI) y parte del Frente de Mujeres Inmigrantes y Refugiadas.