“Informamos que de no haber respuesta favorable iniciaremos un corte de ruta a partir del próximo día lunes 07 de noviembre…”
El anuncio cierra la nota que la Comunidad qom Potae Napocná Navogoh (La primavera) presentó a la Gendarmería Nacional y la Policía formoseña el pasado lunes 31 de octubre.
La espera por una respuesta favorable se extendió unos días más, hasta que finalmente hoy se inició el corte anunciado.
No lo llevan adelante –como dijo despectivamente un medio local– “un grupo de aborígenes que amenaza…”. Es la asamblea de una comunidad en representación de todos sus miembros, la que decidió la medida ante el incumplimiento de los compromisos asumidos el 27 de abril por Jorge González, el ministro de gobierno del tristemente eterno Gildo Insfrán.
Al momento de firmarse aquellos compromisos la comunidad levantó otro corte que estaba haciendo sobre la ruta nacional 86. Ahora se anuncia la renovación de la misma medida, para hacer los mismos reclamos al mismo gobierno.
Cuando en abril pasado se llegó a un acuerdo, el documento firmado empezaba diciendo: “…en primer lugar se resalta la importancia del diálogo como mecanismo de entendimiento y resolución de conflictos.” El párrafo aludía, obviamente, a destacar que se había arribado a un civilizado “entendimiento” entre las partes y que se levantaba el corte de ruta, siempre tan inconveniente para los vecinos, como para la imagen y el desarrollo de Formosa la hermosa. Como si el diálogo hubiera sido una conquista de los funcionarios, como si los indígenas nunca lo hubieran intentado, ni hubieran pedido lo mismo que en aquel momento, de distintos modos, muchísimas veces.
Sin embargo aquel diálogo terminó en promesas que el gobierno no cumplió. Por eso –otra vez–, los miembros de esta comunidad regresan a la ruta a hacer algo que preferirían no hacer porque significa volver a dormir a la intemperie, dejar a la familia o compartir la intemperie con ellos, y arriesgarse a la violencia del poder y de sus protegidos.
Las demandas que reiteran están lejos de acercarse siquiera a los privilegios que disfrutan los funcionarios formoseños que incumplen sus promesas. Reclaman:
- la construcción de viviendas preadjudicadas;
- el arreglo de rutas de acceso y caminos internos de la comunidad;
- la provisión de agua potable y red eléctrica y
- el nombramiento de 15 Memas (Maestros en modalidad aborigen) en las escuelas de la comunidad.
Todos son derechos por los que las comunidades formoseñas se ven obligadas a cortar rutas, como si no fueran derechos consagrados.
Sin embargo vuelven a reclamar porque necesitan imperiosamente lo que piden y vuelven a esperar un diálogo verdadero, no la burda imitación que el gobierno de Formosa utiliza como engaño cada vez que quiere liberar la ruta. Mientras tanto –como las anteriores– las autoridades nacionales siguen sin intervenir, tan respetuosas del federalismo, políticamente tan correctas.