Por Marcela Latorre
El sábado 5 de noviembre íbamos en un viaje de mucho sol y llegando a la Quinta Región chilena, un manto de vaguada costera nos esperaba como protegiendo el lugar. Cruzamos al espacio de la niebla y llegamos a los brazos cálidos de los participantes que estaban comenzando un taller en el Centro de las Coincidencias de Isla Negra. Lugar donde se juntan los primeros sábados de cada mes a conversar temas de desarrollo personal.
Ya habían empezado diciendo sus nombres y se expresaban acerca de lo que les pasaba con el tema de la muerte. Las diversas opiniones iban de reflexiones serias a otras que nos hacían reír; la conclusión era que la muerte es un misterio que nos produce curiosidad.
Luego tomamos un café que nos puso en disposición para el intercambio en grupos, donde se pudo profundizar. Salieron los miedos a la forma de morir, a no querer ser enterrada, las dudas de lo que viene después, si hay algo o no, la importancia de las acciones que dejamos para trascender, la seguridad de algunos de que nos transformamos, certezas, incertidumbres. También salieron temas sociales relacionados como el aborto y la eutanasia. Cada persona aportaba una mirada diferente y respetuosa de lo que los otros iban compartiendo.
Después de un rico refrigerio nos instalamos para ver el cortometraje: “La Oficiante”, que llevábamos los visitantes.
“La Oficiante” es un cortometraje de Juan Chambaux inspirado en la Ceremonia de Asistencia de El Mensaje de Silo. Este rito se realiza para las personas que están en agonía. La propuesta cinematográfica busca contribuir en esos momentos donde muchas veces los que acompañan no saben cómo ayudar al moribundo. El film muestra la historia de una persona que está en esta situación y la Oficiante guía sus pasos para ayudarlo a reconciliarse y trascender.
Después de ver el vídeo se produjo una especie de entrevista, primero al actor – moribundo. Llamaba la atención porque las respuestas tenían el tono como si efectivamente él hubiera muerto y nos estuviera contando lo que le pasó. Aparecieron preguntas intentando obtener respuestas certeras. Posteriormente fue mi turno como la guía que acompaña al moribundo en la película. Preguntaban cómo era guiar la muerte de alguien, conté mi experiencia de cuando ayudé a mi abuelita. Cada vez que ella estaba tensa en esa situación tan difícil, hacía la ceremonia y se relajaba, volvía a la calma y parecía retornar a un espacio sagrado.
Volviendo al sábado pasado, comprendíamos que uno de los momentos importantes de la vida era la muerte y que por ende, debía ser hermoso, místico, rito… sentíamos que estar preparados era una gran oportunidad.
Luis Weinstein, quien nos invitó a este encuentro, terminó rescatando la importancia de la compañía. Comentaba que la sensación que había sobre ese momento era de mucha soledad y que esta ceremonia era un regalo de hermandad maravilloso, un acto de amor, una posibilidad de ayudar al que está en el camino de Bien Morir.
Acá se puede ver el vídeo: