Han pasado dos meses desde que Pedro Pablo Kuczynski asumió la presidencia del Perú, tuviste que tomar en la segunda vuelta una decisión difícil para ti y para el Frente Amplio. ¿Cómo viviste ese momento?
Sí, efectivamente fue una decisión muy difícil la de llamar a marcar por Pedro Pablo Kuczynski a pesar de que discrepábamos radicalmente sobre su programa. Sin embargo, queríamos evitar la posibilidad inminente de que gobernara la Señora Keiko Fujimori, hija y heredera política de Alberto Fujimori, dictador que nos hizo muchísimo daño en los 90´.
Queríamos evitar a toda costa que ella gobernara, conocidos los vínculos actuales de su organización política con el lavado de activos, el narcotráfico y la corrupción. Lo que sentí luego de la elección es un gran alivio, incluso creo que el Perú se libró de la posibilidad de la instauración de un narcoestado.
En este momento, ¿cuál es tu posición y la del Frente Amplio con respecto al Gobierno de Kuczynski?
Como lo anunciamos, incluso desde el primer momento en que llamamos a marcar PPK (Pedro Pablo Kuczynski), dijimos muy claramente que eso no significaba ninguna suerte de pacto, acuerdo, o aval sobre su política. Él (Kuczynski) tenía un programa de gobierno que distaba mucho del nuestro, uno de continuidad de este modelo de “desarrollo” que vivimos en el Perú hace décadas, que nos ha hecho mucho daño, que ha mantenido la desigualdad, que ha significado la depredación de nuestra naturaleza y que ha permitido el crecimiento de la corrupción y la inseguridad.
Por todo aquello, hemos logrado obtener 20 curules de 130 en el parlamento, nuestros rol es claramente de oposición. Eso sí, dialogante, propositivo, porque tampoco queremos obstruir la actividad del Ejecutivo. Además, si hay puntos en que coincidimos tampoco tenemos reparo en respaldarlos. Ha ocurrido en algunas políticas y normas interesantes de este gobierno con respecto a la lucha contra la violencia hacia la mujer, en temas como estos. Si coincidimos, trabajamos juntos. Pero hay otros en los que discrepamos radicalmente.
En nuestro país nos preocupa mucho la ineficacia del modelo extractivista, modelo que sigue dependiendo de forma excesiva, a nuestro juicio, de la explotación de nuestros minerales. El gobierno actual sigue con la misma dinámica y lógica, haciendo muy pocos esfuerzos por impulsar otros sectores de la economía, como el agro, el turismo, entre otros.
En esta situación existe un debate permanente y una posición discrepante de nuestra parte con respecto de lo que plantea el Ejecutivo, y nos preocupa mucho en estos momentos, luego de la usual luna de miel que suele haber luego de todo nuevo gobernante, que se están haciendo cada vez más evidentes, el acuerdo de convivencia solapado entre el Fujimorismo y Pedro Pablo Kuczynski. Acuerdo que nosotros esperábamos de alguna manera debido que comparten el mismo modelo económico, el problema es que se está haciendo a costa de entregarle al Fujimorismo instituciones tan importantes como la Defensoría del Pueblo, la Superintendencia de Administración Tributaria e incluso la Institución que defiende a los consumidores, entonces se puede apreciar el riesgo de un acuerdo velado de convivencia para el largo plazo. Eso sí nos parece muy preocupante y lo venimos denunciando con gran incidencia.
¿Existe alguna estrategia o mecanismo para impedir la prosperidad de esos acuerdos o hay que conformarse con ello?
Nosotros tenemos 20 parlamentarios, lo cual es un salto enorme con respecto a lo que hemos tenido en los periodos pasados, sin embargo, el Fujimorismo tiene 73. Es decir, tiene mayoría para aprobar las leyes que quisiera, aliados con el Partido Aprista que décadas atrás solía decirse de izquierda y que hoy, ya no lo es en absoluto. Nosotros tenemos muy claro que nuestro rol en el parlamento solo tendrá sentido, si es de la mano con el movimiento social y ciudadano, entendiendo que la única manera en la que podremos defender los derechos de la posibilidad de recorte o defender la institucionalidad democrática precaria (pero importante) que tenemos, es de la mano con la gente.
En los últimos años, la gente en el Perú ha salido a movilizarse, los jóvenes en particular, no solamente en el ámbito rural sino también urbano y estamos seguros que el pueblo estará ahí cuando sea necesario. Hoy, el Frente Amplio después del shock post electoral, tenemos que entrar a una fase de rearticulación de la mano con el movimiento social y ciudadano, detener todas estas amenazas y seguir abriendo el debate en nuestro país sobre todos los cambios necesarios y profundos en materia económica, política y cultural.
¿Cómo queda el Frente Amplio después de los resultados electorales? ¿Cuáles son los desafíos que están enfrentando dentro del nuevo gobierno?
Existe optimismo. En el último proceso electoral se hizo más evidente lo que veníamos percibiendo desde hace algunos años, la existencia de un movimiento social disperso y precario pero muy potente, reflejado en los pueblos que resisten a la imposición de proyectos extractivos y con propuestas alternativas de desarrollo.
Son los jóvenes los que han sabido movilizarse para defender la educación, sus derechos laborales; las mujeres han sabido movilizarse para defender su derecho a decidir; la comunidad LGBTI han realizado una serie de movimientos que tienen mucho potencial, y que nosotros esperamos contribuir desde el Frente Amplio para articular o ser parte de esta articulación en un proyecto político de más largo alcance.
Existe una nueva generación de mujeres jóvenes que se han posicionado tomando valientemente la lucha política tan venida a menos en nuestros países como es la lucha partidaria y electora. ¿Qué puede significar esta nueva generación de mujeres que se enfrentan a las prácticas patriarcales tan instaladas en la escena política?
Es un reto enorme, el Frente Amplio ha sido un espacio para que muchas mujeres jóvenes y mujeres jóvenes indígenas tengan un lugar expectante, por supuesto, para cada una de nosotras (me incluyo) ha sido difícil porque si bien es cierto en el propio Frente Amplio programáticamente defendemos los derechos de las mujeres, su plena participación política, la paridad, la alternancia, valgan verdades, nuestra cultura machista está muy arraigada.
Es una disputa constante pero es muy promisorio que sea justamente parte del debate y que haya disposición para visibilizar esta situación, incluso al interior de nuestras propias estructuras e ir reduciéndolas progresivamente. Ha sido muy importante esta idea de la coherencia entre lo que decimos y hacemos, que además fue indispensable para recuperar un mínimo de confianza y esperanza de la gente porque fue hasta que hicimos lo que decíamos, cuando la gente empezó a creer en nosotros.
Un hito importante fueron las elecciones ciudadanas abiertas que convocamos para definir la candidatura presidencial, que luego recaería en mi responsabilidad luego de competir con otros seis candidatos. Convocamos a la gente para que simplemente con un documento de identidad y su convicción pudiera votar, lo que en algunos países es muy usual, mientras que en el Perú fue casi revolucionario. Puntos como estos han sido muy importantes en nuestra práctica para convencernos de que sí podemos y para convencer a la gente de que sí se puede hacer política de otra manera.
¿Cuál es el futuro político de Verónika Mendoza?
Bueno, a mí ya me picó el bichito (risas). Entonces, más allá del rol que asuma, dependerá del contexto del mandato, de las bases del Frente Amplio. Porque yo sí quiero seguir haciendo política siempre y cuando sea una política renovadora, transformadora, anclada en el territorio, en diálogo con el movimiento social y en el marco de un proyecto político de largo aliento.
Aspiramos a tener algunos gobiernos locales en el 2018, reto muy importante para nosotros, aspiramos al gobierno en el 2021, por ello estamos muy claros en que esto no tendrá ningún sentido sino es de la mano con un movimiento social potente y articulado que sea el motor y la fuerza para estos cambios.
¿Cómo ves al Perú en su contexto? ¿Qué le corresponde al país de cara a la región?
En la región tenemos el importante desafío de poner nuestro granito de arena, o nuestra semilla en un proceso de renovación en las izquierdas, creo que sí hay generación nueva dispuesta a ir más allá de los importantes avances que se han tenido en materia de recuperación de la soberanía y de mayor redistribución, pero evidentemente son insuficientes.
Habrá que disputar por un nuevo modelo de desarrollo más amigable con la naturaleza, más responsable con las generaciones futuras y que no le dé exclusiva centralidad a la economía sino también a otras dimensiones de la vida: emancipación de las mujeres, jóvenes con identidad cultural; ámbitos de la vida misma que muchas veces son relegados a un segundo plano, pero que son fundamentales.