Los integrantes del Consejo Consultivo y Participativo de los Pueblos Indígenas entendieron que habían dado un paso muy importante cuando concretaron su conformación a mediados de julio pasado. “Queda mucho trabajo por hacer, pero estamos contentos de haber llegado a esta instancia”, decía la referente mapuche Relmu Ñamku en aquel momento. Para saber cómo habían continuado hablamos con Félix Díaz, el referente qom que dio el puntapié inicial a este proceso y lo sigue sosteniendo convencido de la necesidad de seguir adelante. Es una entrevista extensa, que sin embargo invitamos a leer atentamente a quienes quieran comprender mejor este conflicto, a quienes quieran saber lo que viven, piensan y sienten sus protagonistas.
¿Es cierto que después de la asamblea de julio en que se conformó el Consejo varias organizaciones indígenas pidieron su nulidad?
Así es. Es un pedido que hicieron especialmente miembros de los CPI¹ –que tienen sus mandatos vencidos–, y también una hermana qom que es diputada por la UCR/Cambiemos en la provincia del Chaco. Nosotros no lo sabíamos y cuando esperábamos el reconocimiento del Estado para seguir adelante, nos enteramos de este problema.
Nos parece que esto no corresponde, porque trabajamos mucho y hemos hecho todo lo que se nos pidió para dialogar con el Estado. Nos pidieron formar una Mesa de diálogo y lo hicimos; el mismo Avruj (Secretario de Derechos Humanos) nos dio una resolución reconociendo ese espacio. Después nos pusieron como condición armar el Consejo Consultivo. Lo armamos y ahora nos dicen que no lo pueden reconocer porque hay muchos pedidos de impugnación…
¿Y por qué entendés que se cuestiona la formación del Consejo?
Algunos hermanos creen que estamos en contra de los CPI, que queremos anular su función, pero no es así. Los CPI son órganos formados por ley, igual que el INAI². No pueden anularse y no queremos eso. Lo que queremos es caminar a la par de esos espacios, observar, acompañar, apoyar las decisiones que se tomen a favor de los pueblos indígenas y mejorar la relación con el Estado, porque el derecho indígena no se cumple y con eso no hacen nada. En el INAI, por ejemplo, hay cantidad de funcionarios trabajando y los problemas siguen: hay intentos de desalojo, no se hace el relevamiento territorial, la gente reclama salud, vivienda, alimento, trabajo… y el Estado se justifica diciendo que los pueblos indígenas están peleados entre sí. Eso no es así.
¿Podés explicar un poco más esto de “caminar a la par de esos espacios”?
Nosotros queremos que nuestra voz sea escuchada y que se haga visible nuestra presencia en todas las instituciones públicas que trabajan articuladamente con nuestros pueblos. Si nosotros no sabemos los recursos que el Estado destina a los pueblos indígenas, no podemos controlar los presupuestos que tienen, no sabemos para qué se usan, quiénes son los beneficiarios… Lo que ha pasado siempre es que los programas sociales del gobierno nacional no llegan a las comunidades porque están en manos de partidos, ONGs, iglesias, organizaciones campesinas, movimientos sociales… Eso no lo queremos más. Queremos que las cosas lleguen a manos de las comunidades a través de sus autoridades, a través de las personerías jurídicas que ya están en regla. No queremos seguir siendo observadores de la muerte de nuestra gente, de la crítica situación que se vive en los territorios. Queremos ser partícipes en la solución de todos los conflictos que tenemos en el país.
¿Es decir que quieren manejar ustedes esos recursos?
No. Lo que queremos es que los programas se cumplan y lleguen a los destinatarios. Los pueblos indígenas siempre hemos sido instrumento de todos los espacios políticos, ONGs y organizaciones que se han beneficiado con los recursos del Estado a nombre nuestro. En cambio queremos que si hay un proyecto destinado a una comunidad, se vea con la comunidad misma qué necesita realmente y qué condiciones tiene de participar, si puede poner la mano de obra, por ejemplo, si le hace falta asesoramiento… Hay muchas situaciones que atender y no siempre sabemos cómo actuar, por eso queremos contar con un equipo externo que nos asesore en lo que sea necesario, un equipo de profesionales que acompañe este proceso pero al servicio de los pueblos indígenas.
A pesar de las demora que comentás, hay un contacto estrecho con muchas comunidades ¿no?
Sí. Estuve en Salta, en Las Llanas 1 y 2; en la comunidad Pucará, en Tilcara, Jujuy; también en Esquel, en el juicio del hermano Facundo Huala y hace poco en Misiones, en una audiencia pública con los hermanos mbyá guaraní. Trato de estar en todos lados donde hay conflicto, pero es muy difícil porque no tenemos recursos. Dependemos de los vouchers que nos da algún diputado que colabora con nosotros, pero a veces surge una emergencia, un hermano tiene que viajar por un estudio de salud y le destinamos ese pasaje…
El requerimiento del pueblo indígena es tan grande, la expectativa es tan grande, que muchas veces creen que porque tengo este diálogo con el Estado soy funcionario, que puedo solucionar los problemas que tienen nuestros pueblos. Y no es así. Pero ¿cómo le explicás a la gente cuando no tenés medios para ir a verlos o para estar llamando a diferentes lugares? Muchas veces me piden que los llame porque creen que tengo un celular gratis, cuando yo tengo que estar mendigando a los amigos para que me carguen el celular.
Estás diciendo que para seguir adelante la falta de recursos es un problema muy serio…
Así es. La carencia de recursos es una gran limitación que tenemos. Por eso estamos trabajando para que el Consejo tenga un presupuesto propio para hacer este acompañamiento de la política estatal hacia las comunidades indígenas. Si no tenemos esos recursos no podemos, por ejemplo, acompañar una visita del INAI al interior. Ellos cobran viático, tienen alojamiento, comida, traslado, pero un indígena no. A nosotros no nos interesa el viático, la comida, el alojamiento, pero nos interesa tener posibilidad de trasladarnos. Queremos observar cómo trabaja el INAI, cómo trabaja la Secretaría de Derechos Humanos, cómo funcionan los institutos provinciales; queremos saber cómo funciona el Estado en su relación con los pueblos indígenas. Queremos ser contralor de la política nacional y provincial, por eso hemos propuesto al Estado nacional un diálogo respetuoso, para poder entendernos, para sacar las dudas, para proponer en beneficio de todos, del gobierno, de la sociedad, de los pueblos indígenas.
Nosotros no queremos que la sociedad se haga cargo de nuestros problemas. La sociedad no tiene la culpa de lo que nos pasa. El Estado es el responsable de todos estos males que hoy sufrimos porque el Estado se creó en base al genocidio, fue producto de la expulsión de nuestros territorios y ahora nos encontramos con este abandono que nos fueron haciendo los gobiernos. Muchas veces los gobiernos crearon políticas indígenas y bajaron recursos pero nadie controlaba. Así se naturalizó un liderazgo punteril y no queremos que siga. Queremos que las cosas destinadas a los pueblos indígenas les lleguen, para que no se siga muriendo nuestra gente por falta de agua, de salud, de montones de derechos que corresponden. Por eso nosotros como Consejo lo que queremos es eso: acompañar al gobierno con la mirada indígena, con la participación, pero tenemos que tener recursos y el Estado tiene que facilitarnos esos recursos.
Pero eso no está pasando a pesar del diálogo con el gobierno…
Nosotros creemos que el gesto que tuvo este gobierno fue positivo porque es la primera vez en la historia del país que un gobierno se sienta a hablar con el pueblo indígena, a escuchar nuestro planteo. Pero al Estado todavía le cuesta entender nuestra voz, lo que nos pasa.
La ley dice, por ejemplo, que las comunidades deben formar una asociación civil y esa asociación es la que va a tener la titularidad de las tierras comunitarias. Entonces a un pueblo indígena que vive en el monte le das una asociación civil que tiene que pagar cuotas, tener socios, tesorero, balance, revisor de cuentas, vocales… ¡todas esas figuras que el indígena no entiende! Muchas comunidades recibieron la personería jurídica y no saben qué hacer con eso, la dejan caducar porque no cumplen las reglas. Y ahí es cuando el Estado interviene y dice “vamos a poner de presidente de la asociación al cacique –por ejemplo–, no al que se opone, al que critica al partido…” y ahí nace la manipulación. Y entonces tratamos de revertir la situación pero no podés enfrentarte con la Dirección de Personas Jurídicas, con los Institutos provinciales, con los gobiernos de las provincias sin abogado, sin recursos… ¡Es difícil enfrentar esa estructura estatal organizada!
Otro caso: muchos hermanos no tienen DNI porque es difícil acceder a ese documento. Una familia me contaba, por ejemplo, que tuvieron que viajar 6 horas para inscribir a una criatura. Llegan a un pueblito y ahí les piden un papel que no tienen, los mandan al hospital a pedir la firma de un médico para algo que no saben qué es, tienen que volver otro día… Al final, muchas veces regresan al territorio sin haber podido hacer nada.
Con la salud es lo mismo. Un indígena viaja desde lejos y se encuentra con que tiene que sacar turno y si ya no hay turno tiene que esperar al día siguiente durmiendo en el patio del hospital o en la calle. Yo he visto con mis propios ojos a hermanos wichí que duermen con su familia afuera del hospital esperando que atiendan a uno de ellos. Porque nuestra costumbre es comunitaria y cuando uno se enferma, la familia lo acompaña, no dejamos solo a un ser querido. Eso en el hospital no lo entienden. En cambio dicen “no nos molesten, no ensucien, no tiren la basura acá…”
Todas estas cosas que nosotros vivimos ¿cómo se las explicás a aquel funcionario que nunca vivió esa otra vida, de un indígena? Creen que lo arreglan diciéndonos “hermanito”, “compañero”, “correligionario”, “esperen que lo vamos a solucionar…”
¿Cuánto más tenemos que esperar? Entonces toda esta injusticia que vivimos todos los días a veces provoca mucha indignación, mucha bronca, porque el Estado debería ser el responsable de garantizar que los servicios integren también a los pueblos indígenas.
También nos dijiste algo sobre causas judiciales que les arman a los hermanos…
Así es. Hay muchos casos de presos indígenas sin ser investigados. Los encierran y les acumulan causas. Y algo que es muy preocupante es lo que pasa con jóvenes que están acusados, por ejemplo, de distribución de marihuana. Es el caso de un chico wichí que agarraron consumiendo ese estupefaciente y lo acusan de ser el distribuidor y no es así. El indígena no tiene recursos para comprar droga en cantidad, es otra víctima del sistema. Este es un chico tartamudo, que no maneja el castellano, que no sabe qué tiene que hacer y la familia no tiene recursos para contratar un abogado. Les están pidiendo 30.000 pesos y un adelanto de 15.000 pesos para empezar a trabajar el caso. Ellos no tienen nada, no tienen casa, no tienen ingresos… Hay chicos que están presos hace más de tres años por este mismo tema y hay otros que ni siquiera se sabe por qué están presos. Nosotros hemos podido plantearle al Ministro de Justicia Garavano nuestra preocupación por esta criminalización de nuestra gente y la necesidad urgente de que intervenga. Pero el Estado dilata mucho las cosas…
¿Y a pesar de tantas dificultades te parece que el proyecto del Consejo avanza?
Yo creo que la mayoría de nuestros pueblos que viven en los territorios entiende perfectamente esta política porque muchos de nosotros que estamos en este espacio dialogamos mucho con nuestros hermanos que viven en el interior, porque el problema no está en las ciudades, está en el territorio. Nuestros hermanos que viven en cualquier provincia del país en la zona urbana, no tiene las necesidades que tiene el interior. Por eso nosotros lo que queremos es dar respuesta a nuestras comunidades y yo creo que los hermanos lo entienden muy bien.
No estamos en contra de los líderes que se oponen a este espacio porque lo que queremos es dialogar. Si no dialogamos nunca vamos a ponernos de acuerdo. Pero lo veo difícil porque hay muchos hermanos que creen que salvar al pueblo indígena es estar apadrinado por un partido político y no es así. Nosotros tenemos un derecho especial reconocido por la misma Constitución Nacional, la legislación internacional, los derechos provinciales, entonces no hace falta que nos apadrinen.
Nosotros tenemos que ser los actores directos de esta política indígena y que no nos digan lo que tenemos que hacer. Somos nosotros los que conocemos la problemática porque caminamos, convivimos. Porque cuando yo voy a un territorio no necesito hotel, no necesito comida. La misma comunidad me da de comer, me dan alojamiento. A veces los mismos hermanos juntan lo poco que tienen para mi pasaje de regreso. Para mí ese gesto de nuestro pueblo hacia mí es enorme. Eso me da un compromiso que tengo que asumirlo y no esperar que me paguen para hacer esto. Porque hay mucha esperanza hacia mi figura de nuestros hermanos de diferentes pueblos.
Para mí el liderazgo indígena tiene que estar al servicio de los demás y no al servicio de uno mismo. Cuando uno entiende y valora la vida de los demás, la gente te valora, no es necesario que le pidas apoyo o solidaridad. La semana pasada tuve problemas de salud y muchos de los líderes indígenas, especialmente los ancianos, me mandaban mensajes. Me decían “no decaiga, no afloje hermano porque te necesitamos, sos la cara visible de nosotros, no pienses que estás solo”. Me han llamado ancianas a través de los celulares familiares y eso para mí no tiene descripción. Esa confianza que me tienen mis hermanos del interior es invalorable.
El que se opone a esto es porque cree que soy manipulado, o creen que soy parte del gobierno de Macri, creen que soy funcionario… imaginan cosas que no son. Entonces a mí no me interesan esas críticas porque la lucha no es virtual, es real, hay que poner el cuerpo, hay que sentir el dolor del otro para poder estar cerca.
Hay hermanos que creen que estar al frente de esto es algo bueno, pero yo nunca le desearía a un indígena esta lucha sin recursos, porque estar viendo esta injusticia que vivimos todos los días y no poder resolverlo, te debilita. Por eso a veces las complicaciones me agobian, me superan los problemas y pienso en dejar esto, pero es difícil. La gente me busca, me plantea, a veces me piden cosas y yo digo “no puedo” pero lo traslado a un amigo y lo soluciona. Eso también es muy valioso, el apoyo que tenemos de mucha gente no indígena que nos ayuda a resolver problemas.
No estamos haciendo esto por el interés de un espacio político, no es por aspiración a una candidatura legislativa sino una aspiración de vida. Esta es una lucha por la vida y yo creo que eso no puede tener precio.
¹ Consejos de Participación Indígena que funcionan en cada provincia.
² Instituto Nacional de Asuntos Indígenas