Europa, en especial España presentan panoramas desalentadores, no menos que el propio Estados Unidos, lugar geográfico del epicentro del capitalismo mundializado, donde la pobreza crece en proporción alarmante.
Ante la permanente crisis económica, ¿no será que necesitamos otra organización de la producción social?
Francia, país de la luz y la libertad, del mayo estudiantil del 68 en que millones de obreros cobraban el denominado Salaire Minimum Interprofessionnel Garanti- SMIG- salario mínimo interprofesional garantizado, (por tanto excluidos de la prosperidad) allí efectivamente los sueldos bajaron y creció el desasosiego por las injustas condiciones de vida a la que se vieron empujados y sobre todo por que la perspectiva de mejoría era negativa, igual que hoy en el año 2010.
Economistas de renombre opinan aquí y allá que la próxima crisis económica se presentará por el lado de la Deuda Pública, entonces es perfectamente posible afirmar que la crisis ya no será económica sino que será enteramente financiera, es decir, el último escalón del desarrollo como sistema del capitalismo, de tal modo entrará en su fase degradante y furiosa.
Ahora, la pregunta es ¿Por qué los ciudadanos pagamos la Deuda Pública diferenciadamente? ¿Por qué el sacrificio y la austeridad no son parejos?
Es tiempo de pensar y actuar cooperativamente en el mundo entero, cooperativizar las relaciones productivas y distributivas.
Analizado las problemáticas y de suyo los desafíos que atraviesan las economías, sobre todo las latinoamericanas, para sobrellevar la pesada carga de la Deuda Pública, que se reconoce ilegitima e impagable, pensando en la posibilidad de desarrollarse exitosamente, sería bueno pensar un nuevo modelo de gestión que articule mayor democracia y facilite a las entidades de la economía solidaria ganar espacio en beneficio del pueblo.
Reconozco que expongo estas reflexiones no como un espectador imparcial de la realidad, sino como un militante comprometido con la acción cooperativa, es cierto, pero no es menos cierto que los conceptos que pronuncio pueden ser confirmados.
La crisis económica produce tanta calamidad humana que ya no es posible ensayar formulas perimidas, el mundo reclama otra cosa, reclama humanidad y ello implica vida, pero vida digna y decorosa.
El mundo que queremos tiene que ver con una vida más plena, un mundo en el que sea posible la armonía con la naturaleza, un mundo donde el trabajo sea una cuestión de arte y talento y no de castigo y sometimiento.
La herramienta para construir ese soñado mundo está a nuestras manos: ¡la Cooperación!