Por Leonardo Boff¹/Carta Maior/Traducción de Pressenza
Y sucedió que en aquellos días, sicarios se disfrazaron de senadores en gran número, no todos, y decidieron atacar a una dama honrada e incorruptible que les cortaba el paso para llegar al poder del Estado. A partir del Estado harían lo que siempre hicieron: aprovecharse de los bienes públicos para auto enriquecerse, escapar desesperadamente del brazo de la justicia y llevar adelante su situación de privilegio siempre a costa del pueblo pobre que quieren mantener lejos, en las periferias, un ejércio de reserva útil para su servicio, casi como esclavos.
Desangraron a la dama incorruptible y honrada bajo el pretexto de que sus prácticas fiscales eran crimen, cosa que los mayores especialistas en derecho y economía –…así como instancias oficiales– negaron. Crearon una farsa e hicieron pedazos la Constitución. Destituir una presidenta sin delito comprobado, es golpe. Golpe parlamentario: esa es la palabra correcta a ser usada.
Se mostraban felices, diciendo hipócritamente que se sentían mal, pero hablando de que inauguraban una “era, una nueva primavera, el comienzo de un nuevo Brasil próspero y justo”. Mentira.
El plan “Un puente para el futuro”, en realidad es un puente al atraso porque trata de deshacer los avances que los trabajadores, las mujeres, los negros, los pueblos indígenas, la población LGBT, los pobres e “invisibles” alcanzaron, por primera vez en nuestra historia, en el ámbito de la inclusión social, los salarios, la salud, la educación, las leyes laborales, las jubilaciones y el acceso a la enseñanza técnica y superior. Y lo más grave: quieren mantenerlos en el analfabetismo porque así quedan silenciados e incapaces de reclamar derechos y dignidad.
Ahora lo que importa es el Mercado. Quien quiera salud, que vaya al Mercado y pague. Quien quiera estudiar en la universidad, que vaya al Mercado y pague. Todas las cosas se convertirán en mercadería a ser vendida y comprada. ¿Se compra dignidad? ¿Se compra solidaridad? ¿Se paga por el amor? No importa. Son cosas que para ellos no entran en la contabilidad. Pero ¿alguien puede vivir y ser feliz sin todo eso?
En los albores de la conquista y dominación de Méjico, en 1520, sucedió “la noche triste” cuando gran parte del ejército español fue diezmado. Hoy, en 2016, tenemos “el día triste” en el que una presidenta fue injustamente retirada del poder conquistado en las urnas.
Por los espacios y corredores del Senado hay sangre derramada. Una “noche política triste” cayó sobre el Brasil, robando la esperanza de los que salieron de la miseria y hoy corren el riesgo de caer nuevamente en ella.
Y todos los que lucharon para que se consolidara la democracia de signo social y que se respetara la voluntad popular en las urnas, fueron nuevamente traicionados. Este día es el día de los “largos puñales” que desangraron a una dama honrada e hirieron gravemente la soberanía popular.
Hoy, 31 de agosto, es el día de la tristeza pero no del desaliento. Los que tramaron este teatro y los senadores-sicarios llevaran la mancha de golpistas y farsantes por toda la vida. La conciencia los perseguirá y su memoria será polvo. El deseo de condenar no sustituye la razón que se orienta por la verdad. Ellos pisotearon la verdad bajo el mando de la injusticia. Estarán en siniestra compañía, la de aquellos que años atrás asaltaron el Estado, oprimieron al pueblo, torturaron –como a la presidenta Dilma– y asesinaron a tantos que buscaban la restauración de la democracia.
Y al atardecer de la vida, enfrentarán un Juez mayor que develará toda la injusticia que concientemente cometieron.
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¹ Leonardo Boff, profesor emérito de ética de la UERJ (Universidad del Estado de Río de Janeiro) y escritor.