‘Obama debe considerar hasta qué punto su campaña a favor del Acuerdo Transpacífico afectará al Partido Demócrata. O, por lo menos, debería hacerlo’.

Por Deirdre Fulton, redactora de Common Dreams

La Casa Blanca prepara su mayor y último esfuerzo para aprobar el Acuerdo Transpacífico durante la sesión del Congreso posterior a las elecciones del 8 de noviembre (la lame-duck session, o sesión del “pato rengo”, en la que los congresales se reúnen antes de que sus mandatos terminen, pero después de que sus sucesores en el cargo ya han sido elegidos). Mientras tanto, legisladores de ambos partidos se vuelven cada vez más vulnerables debido a la oposición creciente al controversial tratado de comercio que favorece a las corporaciones.

“En el 2016”, informó The Guardian el sábado, “la cada vez más escasa fe de los americanos en el libre comercio se convirtió en el tema más sensible para Washington D.C”.

Sin embargo —escriben los periodistas Dan Roberts y Ryan Felton para The Guardian—, más allá de que el Acuerdo Transpacífico, que involucra a doce países, “choque súbitamente contra la resistencia política de legisladores que, no hace mucho tiempo, garantizaran prácticamente la existencia de este mismo acuerdo”, Obama “ha negado rendirse”.

El Huffington Post anunció el jueves:

Sólo en el mes pasado, doce miembros republicanos de la Cámara de Representantes (que en el pasado votaran a favor de la fast-track authority, una atribución que permite al presidente negociar tratados comerciales que el Congreso luego debe aprobar o rechazar en su totalidad, sin poder hacer modificaciones), anunciaron su rechazo al Acuerdo. Entre ellos estaba Charles Boustany, candidato a senador por Luisiana y presidente del caucus de Amigos del Acuerdo Transpacífico del Congreso. En el Senado, por otra parte, los republicanos Rob Portman y Pat Toomey, férreos defensores del libre comercio que se enfrentan a difíciles batallas por la reelección, también anunciaron su rechazo.

No sólo “los vulnerables senadores republicanos comienzan a apoyar a Donald Trump (y a los Demócratas) en su oposición a Obama”, como anunció el Washington Post el jueves, sino que los demócratas que tiempo atrás apoyaran el Acuerdo también se preparan para abandonar el barco.

Por esa razón, en su columna de esta semana, Dave Johnson preparó para los lectores de la web Campaign for America’s Future una lista de los “28 demócratas de la Cámara de Representantes que —a pesar de la oposición de la mayoría de los demócratas y de cientos de organizaciones civiles de trabajadores, consumidores, derechos humanos, salud y activistas LGBT— votaron a favor de la fast-track authority, que facilita la aprobación del Acuerdo Transpacífico a través de reglas fraudulentas”.

De la lista que incluye a Debbie Wasserman Schultz, Jared Polis y Ron Kind, Johnson escribió: “Dejémoslos registrados en la lista antes de las elecciones para ver si, luego de ellas, terminan votando a favor del Acuerdo”.

En la lista también aparece Gerry Connolly, a quien el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación (CWA, por sus siglas en inglés) le está retirando el apoyo debido a su respaldo al Acuerdo Transpacífico.

En un artículo de opinión publicado el sábado en The Hill, el codirector del Centro de Investigación en Economía y Política, Mark Weisbrot, identifica a otro “grupo de representantes que puede cambiar el voto: los actuales ‘patos rengos’, es decir, aquellos legisladores que se mantendrán en el cargo sólo hasta el 3 de enero. En parte depende de cuántos perderán su elección el 8 de noviembre, pero, en las últimas tres elecciones, el promedio de legisladores que no fue reelecto fue de alrededor de 80 por elección”.

Weisbrot explica:

La mayoría de estos representantes estará buscando un trabajo que, preferentemente, pueda reportarles más de un millón de dólares al año. Gracias a los datos proporcionados por Opensecrets.org, podemos calcular que alrededor de un cuarto de estos representantes se convertirán en lobistas (y que otros trabajarán para empresas clientas de lobistas).

De manera que la cosa está clara: todo es corrupción, y este es el grado de pureza extrema al que la corrupción llega en nuestra sagrada democracia, aparte de los dineros que, literalmente, pasan por debajo de las mesas. Estas son las personas que Obama necesita para aprobar el Acuerdo, y el espacio entre el 9 de noviembre y el 3 de enero es el único momento en el que estarán dispuestas a vender sus votos a futuros empleadores sin tener que cargar con ningún tipo de consecuencia política. En otras palabras, es el único momento en el que el electorado no tiene ninguna relevancia, si es que Obama consigue aprobar el Acuerdo.

Sin embargo, debido a que se avecinan las elecciones, ese “si” todavía es muy grande, y Obama debe considerar hasta qué punto su campaña a favor del Acuerdo Transpacífico afectará al Partido Demócrata. O, por lo menos, debería hacerlo. Por otro lado, Obama también ha comprendido que un fracaso en su intento por aprobar el Acuerdo ocasionaría que grandes sumas de dinero se desplacen del Partido Demócrata hacia el Republicano. Las corporaciones más poderosas del país, así como también muchos miembros de dependencias de seguridad nacional, apoyan con todas sus fuerzas este tratado: es, a fin de cuentas, una coalición de peces gordos.

Afuera, una vez más, queda la gente.

Al mismo tiempo, algunos progresistas están instando a la candidata demócrata Hillary Clinton a que haga un llamamiento público a Obama y a los líderes demócratas solicitándoles que la votación durante la sesión del “pato rengo” no se lleve a cabo. Sobre todo luego de que esta semana Ken Salazar, defensor del Acuerdo Transpacífico, fuera designado líder del equipo de transición de Clinton hacia la Casa Blanca. Esta sería “la mejor manera, para ella, de recuperar la confianza de los liberales sobre este punto”, escribió Daniel Marans en el Huffington Post.

“Si hiciera eso, haría desaparecer para siempre cualquier duda con respecto a su posición y, lo que es aún más importante, lograría que este acuerdo que según ella es perjudicial para el país no se convierta en ley”, aseguró a Marans Lori Wallach, directora del Observatorio de Comercio Global de la Defensoría del Pueblo.

Mientras tanto, el tour de rock contra el Acuerdo continúa su gira con paradas en distintas ciudades de Estados Unidos. El aclamado artista de hip-hop Talib Kweli, la actriz Evangeline Lilly y el director ejecutivo del Sierra Club, Michael Brune, son algunas de las personalidades que harán su aparición en el evento de este viernes en Seattle.

El sábado, el tour hará una nueva parada en Portland, Oregon.

Traducido del inglés por Mauro Haddad.