Crisis civilizatoria, límites del planeta, desigualdad, asaltos a la democracia, estado de guerra permanente y pueblos en resistencia
Ofrecemos a nuestros lectores extractos de la ponencia de Edgardo Lander, sociólogo venezolano, en el Foro Social Mundial, Porto Alegre, Brasil, Enero 2012. Lander nos ofrece elementos de información y análisis que aportan, a nuestro modo de ver, a la comprensión del momento regional y mundial por el que atravesamos. Se han tomado extractos literales de la ponencia, tratando de recuperar ideas centrales y sin alterar su redacción original. El documento completo en PDF se puede encontrar en: www.rebelion.org/noticia.php?id=144967. El video puede encontrarse en: www.youtube.com/watch?v=UyLRwh1jycs.
Crisis del patrón civilizatorio hegemónico
Estamos en presencia de la crisis terminal de un patrón civilizatorio antropocéntrico, monocultural y patriarcal, de crecimiento sin fin y de guerra sistemática contra las condiciones que hacen posible la vida en el planeta Tierra. La civilización de dominio científico tecnológico sobre el conjunto de la llamada “naturaleza”, que identifica el bienestar humano con la acumulación de objetos materiales y el crecimiento económico sin límite -que tiene al capitalismo como su máxima expresión histórica- está llegando al límite.
En el momento histórico en que la humanidad tiene mayor urgencia de la diversidad y multiplicidad de culturas, formas de conocer, pensar, formas de vivir dentro del conjunto de las redes de la vida (como condición de posibilidad para responder a esta crisis civilizatoria), pueblos y culturas indígenas y campesinas del todo el planeta están siendo amenazadas por el avance inexorable de la lógica del proceso de acumulación por desposesión.
Hoy, el asunto que confrontamos no es si el capitalismo podrá o no sobrevivir esta crisis terminal. Si en poco tiempo no logramos ponerle freno a esta maquinaria de destrucción sistemática, lo que está en juego es si la humanidad podrá o no sobrevivir el colapso final del capitalismo.
La crisis ambiental y los límites del planeta
Está fuera de toda duda el hecho de que se están produciendo alteraciones profundas en los sistemas climáticos y en las condiciones que hacen posible la vida en el planeta Tierra. Esto se refiere no sólo al cambio climático, sino igualmente a otros asuntos tan críticos como la perdida de la diversidad biológica, de suelos fértiles, deforestación, contaminación de aguas, etc. No se trata sólo de mediciones y consensos científicos.
Los impactos de estas severas transformaciones constituyen parte de la experiencia cotidiana de centenares de millones de personas: sequías, inundaciones, reducción de la disponibilidad de agua, pérdida de diversidad genética, calores extremos, pérdidas masivas de cosechas, etc. Sin un freno a muy corto plazo de esta lógica expansiva de asalto a la naturaleza, la vida humana está severamente amenazada.
Profunda y creciente desigualdad
Están amenazados la totalidad de los sistemas de vida del planeta, pero en el presente inmediato y a corto plazo, los impactos son extraordinariamente desiguales. Existe una relación inversa entre los países, regiones y pueblos del planeta que han tenido históricamente (y continúan teniendo) mayor responsabilidad en las dinámicas depredadoras (incluida la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera), y las regiones y poblaciones mas afectadas. Los mayores responsables, los países industrializados del Norte, no sólo están situados en regiones templadas, en las cuales los impactos del cambio climático han sido más moderados, sino que cuentan con mayores recursos financieros y capacidades tecnológicas para responder. Esto parece contribuir a la poca urgencia que se le da a estos asuntos, especialmente en los Estados Unidos.
La actual desigualdad en la distribución de la riqueza no tiene precedentes en la historia de la humanidad.Es notoria esta creciente concentración en manos de una oligarquía del dinero global. Se cuenta cada vez más información sobre este proceso.
El grupo financiero Credit Suisse, ha comenzado una publicación anual en la que analiza la distribución de la riqueza (bienes reales como viviendas, mas bienes financieros) de la población adulta de todo el planeta.De acuerdo a sus cálculos, la mitad más pobre de la población adulta global es dueña de sólo 1% de la riqueza global. Un total de 3.051 millones de adultos, que representan 67,6% de la población adulta global, es dueña de sólo 3,3% de la riqueza global. En contraste con esto, el 10% más rico es dueño de 84% de la riqueza global, el 1% más rico posee 44%de la riqueza global, y el 0,5% más rico es dueño de 38,5% de la riqueza global.
La crisis económica de los últimos años, lejos de frenar estas tendencias a la concentración de elevadas proporciones de la riqueza en una pequeña minoría, la ha acentuado. No se trata sólo de tendencias que operan en el llamado mundo desarrollado. El incremento porcentual del número de ricos y ultra-ricos y de los volúmenes de riqueza que poseen se ha incrementado en forma aún más acelerada en el grupo de los llamados países emergentes. En la India, el país con la mayor cantidad de personas que pasan hambre en el mundo, el hombre más rico del país se ha construido una residencia familiar de 27 pisos que entre otras cosas, tiene tres helipuertos. Se estima su costo en unos mil millones de dólares.
Los múltiples asaltos a la democracia
Estas profundas desigualdades no son compatibles con la democracia.Esta concentración de la riqueza (y del poder político que necesariamente la acompaña), es la expresión más dramática del carácter limitadamente democrático del mundo en que vivimos. En la gran mayoría de los países, independientemente del régimen político (democrático, autoritario, autocrático, secular o religioso), las instituciones estatales operan más como instrumentos de los dueños del dinero, que como representantes de los intereses de los ciudadanos.
Toda alternativa a la actual crisis civilizatoria, y a las consecuencias de la destrucción de las condiciones que hacen posible la vida, que no incorpore como dimensión medular la lucha contra esta obscena desigualdad, necesariamente tiene que fracasar. En primer lugar, porque sólo con una radical redistribución, con una transferencia extraordinariamente masiva de recursos y de acceso a los bienes comunes hoy apropiados por los más ricos al resto de la población, sería posible lograr, tanto una reducción de la presión humana insostenible sobre los sistemas ecológicos que sostienen la vida, como el que la mayoría de la población tenga unas condiciones dignas de vida.
En segundo lugar, porque ninguna transformación significativa de la lógica depredadora es posible mientras una pequeña minoría, precisamente la que más se beneficia de las condiciones actuales, tenga una concentración tan monumental de la riqueza global y de la capacidad de incidencia sobre las decisiones políticas y de inversión.
Son múltiples los mecanismos mediante los cuales la desigualdad y las restricciones a la democracia se retro-alimentan. Las políticas impositivas de los Estados Unidos son ilustrativas al respecto. Gracias al creciente poder político corporativo, en las últimas décadas la estructura de impuestos en dicho país se ha ido sesgando a favor de los intereses corporativos y en contra de la mayoría de los asalariados.
Otra amenaza igualmente severa a la democracia en todo el mundo es la proveniente de las múltiples expresiones que adquieren en la actualidad las políticas de seguridad nacional. Un estado permanente de miedo fue alimentado sistemáticamente por los medios de comunicación y la industria del entretenimiento: miedo al terrorismo, a las drogas, la inseguridad personal, a los migrantes indeseados, a las amenazas representadas por los nuevos poderes globales.
El miedo y la inseguridad que los medios y políticos de la derecha instalan operan como dispositivos que buscan reducir la resistencia a la imposición de medidas que avanzan paso a paso en la dirección de una sociedad de vigilancia, con tecnologías más allá de todo lo que pudo imaginar Orwell. Surgen en estas condiciones enormes oportunidades comerciales que ofrecen las nuevas tecnologías de vigilancia para las empresas que trabajan en lo que ha sido denominado el complejo-industrial de seguridad.
Reacomodos globales y declive del poder imperial unilateral de los Estados Unidos
En el terreno económico, los desplazamientos de la hegemonía de los Estados Unidos en el sistema mundo, con la emergencia de nuevos actores está operando a pasos vertiginosos. La diferencia entre las aceleradas tasas de crecimiento económico de las llamadas economías emergentes y el letargo de los países industrializados es tal, que el peso relativo de los diferentes grupos de países en la economía global está en permanente reacomodo. Ha sido particularmente rápido el surgimiento de China como serio rival a la hegemonía de los Estados Unidos en el terreno económico.
Otra expresión s de estos reacomodos globales lo constituye el hecho de que, de acuerdo al Centre for Economic and Business Research de Londres, en el año 2011, Brasil sobrepasó al Reino Unido para convertirse en la sexta economía del mundo. De acuerdo a esa misma fuente, mientras en el año 2011 la economía china representaba menos de la mitad de la economía de los Estados Unidos, una década más tarde, en el año 2020, representará un 84% de la economía de los Estados Unidos. Estiman igualmente que esos nueve años la economía rusa pasará de ser la novena economía del mundo a ser la cuarta, y la India pasará del décimo lugar, al quinto lugar.
Otra manifestación de la progresiva perdida de la plena hegemonía de los Estados Unidos en el sistema mundo lo constituye los lentos pero significativos pasos que se han dado en dirección a reducir el papel del dólar como divisa de reserva internacional. El dólar ha sido un pilar fundamental de la hegemonía de los Estado Unidos, especialmente desde el momento en que bajo la presidencia de Richard Nixon, ese país abandonó el patrón or
La hegemonía militar de los Estados Unidos y el estado de guerra permanente
El terreno militar es el ámbito en el cual Estados Unidos preserva una plena hegemonía, cuando es posible con la participación de sus aliados, pero con frecuencia en forma unilateral. Es ésta su principal ventaja estratégica en la búsqueda de preservar su hegemonía global. En los últimos años ha demostrado -independientemente del partido de gobierno- la disposición a utilizar este poderío militar con cada vez mayor frecuencia.
Para que este estado de sangrienta y costosa guerra permanente o guerra sin fin fuese políticamente sostenible en el tiempo fueron necesarias transformaciones fundamentales en las formas como se conduce la guerra. Esto lo han venido logrando mediante tres transformaciones fundamentales en sus formas de conducción, tanto en su personal como en su tecnología.
En primer lugar, mediante la eliminación de la recluta y su sustitución por mecanismos de “enlistamiento voluntario”basado en incentivos económicos. Con la eliminación de la recluta obligatoria y su sustitución por modalidades de enlistamiento basados en incentivos económicos, la carne de cañón de las guerras de los Estados Unidos pasa a provenir casi exclusivamente de los sectores más pobres de la población, con un menor impacto en la opinión pública.
Otra modalidad de reducción de la recluta es mediante la sub-contratación o privatización de la guerra. En el año 2011, estos mercenarios, denominados como “contratistas militares privados”, llegaron a superar el número total de soldados uniformados activos en Irak y Afganistán.F75F Con la privatización de la guerra, se amplía el ámbito de competencia del complejo militar-industrial, y con ello, los sectores corporativos y laborales que dependen de la continuidad y ampliación de las guerras.
Son igualmente significativas las implicaciones de las transformaciones tecnológicas del “arte de la guerra”. Las nuevas armas alta tecnología que han sido desarrolladas al costo de miles de millones de dólares han permitido -para algunos países, pero principalmente para los Estados Unidos-, la reducción de la participación humana directa en campos de batalla. Esta es remplazada por nuevos armamentos que, además de incrementar su poder letal, permiten operaciones a distancia que no ponen en peligro a los soldados de los Estados Unidos.
Pueblos en movimiento
Ante esta extraordinaria combinación de amenazas no sólo a la democracia, a la paz y dignidad humana sino a la vida misma, hoy nos encontramos con pueblos en movimiento y resistencia.
En América Latina, que durante las últimas dos décadas ha sido el continente más activo en este sentido, continuaron y en muchos casos se profundizaron y radicalizaron las movilizaciones y luchas, especialmente en contra de las múltiples modalidades del extractivismo: minería a cielo abierto, extracción de hidrocarburos, monocultivos de soya transgénica, eucaliptos, pinos y palma africana, grandes represas hidroeléctricas. Han reaparecido en escena igualmente otros sujetos y otros asuntos. Destacan en este sentido las luchas estudiantiles colombianas y chilenas en defensa de la educación pública.
En el mundo árabe se están produciendo cambios políticos que hasta hace poco tiempo parecían poco probables, comenzando por las multitudinarias y persistentes movilizaciones populares, la denominada Primavera árabe, que produjo el derrocamiento de los dictadores Ben Alí en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto. Organizaciones antes ilegales como la Hermandad Musulmana pasan a ocupar espacios políticos centrales. La negación de todo derecho democrático junto con la profundización de las condiciones de exclusión, pobreza y desigualdad que acentuó el neoliberalismo terminaron por hacer estallar este centro neurálgico de la geopolítica global y abrir una época de cambios profundos y gran inestabilidad.
En Europa el movimiento más amplio, consistente y más continuado ha sido el de los llamados indignados. Combinando acciones de ocupación en los centros de las ciudades, multitudinarias movilizaciones (sobre todo en Madrid y Barcelona), y asambleas barriales, la demanda de democracia real ya implicó un cuestionamiento profundo del sistema político español y de sus partidos, incluso los partidos de izquierda.
En los Estados Unidos el movimiento que se inició con Occupy Wall Street se extendió hacia unas mil localidades urbanas en todo el país. Como en el caso del movimiento español, asumen la democracia participativa, directa y transparente, rechazando las estructuras jerárquicas y a las viejas formas de hacer política.
Estos movimientos de diversas partes del mundo tienen mucho en común, así como muchas diferencias. Son muy variados en la eficacia política en cuanto al logro de sus objetivos inmediatos. Sin embargo en muchas de estas luchas el logro más importantes, -y es muy importante- parece haber sido a la politización de los y las jóvenes que no encuentran sentido alguno en la política institucional, y los cambios en los sentidos comunes de la sociedad, en el contenido del debate público, en desplazamientos políticos culturales significativos respecto a asuntos básicos como la democracia, la igualdad y el valor de lo público.
Desde el punto de vista de lo que ha sido la amplia gama de movimientos y luchas asociadas al Foro Social Mundial, es indispensable profundizar el debate sobre el sentido y potencialidades de estos nuevos movimientos. )Cómo debatir, confluir y articular, con estas nuevas oleadas de protestas sin buscar apropiarse de ellas como harían los partidos políticos?
Ante todo, es necesario partir del reconocimiento de la pluralidad y diferencias de los contextos en los cuales operan estos movimientos, así como de la diversidad de sus historias, objetivos y concepciones de por qué se lucha y de las formas de lucha.