“…mientras dormimos se luchan guerras sangrientas, y cuando queremos despertar la muerte golpea a nuestra puerta.”
La afirmación se escucha en el video trágicamente cierta, pero dicha con voz clara y suave. Es un recurso coherente con el contraste que plantea esta campaña desde su mismo nombre: Poesía contra las armas.
Luz Jahnen, uno de los promotores de la iniciativa, convoca a compartir un proyecto que considera urgente: enfrentar a la industria armamentista… con poesía.
Ustedes firman la campaña como “Comité para la defensa del sistema nervioso débil”. ¿Qué es ese comité y cómo se les ocurrió la campaña?
Bueno, somos un pequeño grupo de amigos ubicados en tres países, que integramos por años el Movimiento Humanista fundado por Silo, un gran pensador y escritor latinoamericano que fue nuestra fuente de inspiración. En uno de sus relatos –“El día del león alado”–, hay un “Comité para la defensa del sistema nervioso débil”. De ahí tomamos el nombre como una especie de recuerdo y de homenaje. Silo promovió con fuerza la lucha por superar toda forma de violencia, pero es obvio que todavía queda mucho por hacer en ese campo, así es que podríamos decir que la campaña surgió por necesidad.
Puntualmente, el año pasado llegué a un campamento de verano después de meses de estar involucrado en estudios y actividades sobre la violencia y la venganza. Creí comprender cómo las dos cosas son parte de nuestra cultura y se expresan personal y socialmente. Es claro que la violencia tiene muchas formas, pero en particular la violencia armada se me hizo cada vez más patente. No necesito dar muchos ejemplos ¿no? Todos los días tenemos noticias de guerras, de atentados, de asaltos y muertes de unas personas por otras ¡y parece “normal”! ¡Hemos llegado a tomarlo como natural e inevitable! Pero yo estoy convencido de que es al revés, de que el futuro humano sólo será posible si superamos la violencia, entonces me rompí la cabeza pensando qué hacer para parar la carrera armamentista que estamos sufriendo.
Y ahí surgió el recurso de la poesía…
Sí, porque recurrir a los fabricantes de armas o a los gobiernos, es impensable. Las armas son un negocio que no sólo mueve muchísimo dinero sino que es justamente la economía del poder, que involucra a los países más ricos, a sus servicios secretos… ¿Qué se le puede oponer a esos poderosos, a esos economistas sin moral, a esos negociadores sin sentimiento ni compasión? Y se me ocurrió enfrentarlos con su opuesto, con lo más sensible, lo que no busca rédito, lo más delicado, lo que expresa lo mejor de las personas, lo más humano: la poesía. Y una vez que se me ocurrió esa idea, empezaron a surgir más imágenes. Entonces llamé a dos amigos que se sumaron con entusiasmo: Tom, desde Suiza, se encargó de programar la web y Bruno, de Buenos Aires, coordinó con un pequeño equipo la producción de ese video promocional lindísimo que ya tenemos en varios idiomas.
¿Ellos coincidieron con tu análisis y tu registro de urgencia?
¡Sí, claro! Porque el armamento es cada vez mayor, es cada día más sofisticado y está en más manos. Ya no queda sólo en los Estados sino que llega a muchos grupos paraestatales que también consideran que tienen algo que defender. ¡Por unos u otros estamos cada vez más expuestos! Las armas nucleares, por ejemplo, ya se producen en formatos pequeños, son fáciles de trasladar. La pregunta ha dejado de ser quién va a usarlas para pasar a ser cuándo se las va a usar, en qué condiciones, quiénes seremos las víctimas.
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Unos pocos datos
- El 70% del comercio de armas procede de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido.
- Entre los 10 primeros fabricantes se encuentran también Alemania, España e Italia.
- De 2001 a 2014 el gasto militar global aumentó el 50%.
- La violencia armada se cobra cada año la vida de unas 508.000 personas, la mayoría en contextos que no son de conflicto armado.
- Más de 1.000 empresas de casi 100 países fabrican armas pequeñas y armas ligeras.
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Los datos y la experiencia diaria indican que el problema va más lejos, o más cerca…
Así es, así es. En la mayor parte del mundo tenemos una cultura de tener armas en casa. En algunos países no es tan fácil conseguirlas, pero en otros muchos la venta de rifles y pistolas a individuos es un negocio de millones de dólares. Estados Unidos es probablemente el caso más conocido, pero en América Latina también hay muchos países llenos de pistolas en las casas y se están usando, se matan cada día miles de personas. En Méjico, por ejemplo, hay 10 veces más pistolas por habitante que en Estados Unidos. Finalmente, no sabes el riesgo que corres si te enojas con tu vecino… Además, esto también sirve de “justificación” para que los gobiernos armen a sus policías como verdaderos ejércitos, preparados para reprimir cualquier intento de reclamo o protesta.
Entonces…
Entonces a todos nos falta una comprensión profunda de cómo, si queremos superar la violencia, tenemos que superar esa “naturalidad” con que aceptamos las armas. Yo creo que mucha gente no considera este tema porque estamos “acostumbrados” a que haya una policía, a que haya pistolas, rifles, tanques, bombas… pero ¿qué significa un arma? Es un símbolo de nuestra incapacidad de reconciliarnos, de comprender y resolver nuestros conflictos de modo no violento. Ya seas Estado o persona ¿cuándo tomas un arma? Cuando quieres vengarte, cuando quieres conquistar algo, cuando no consigues lo que quieres, cuando confrontas con otros y no sabes resolver el problema sin violencia. En este campo, como en otros, la tecnología sigue avanzando muchísimo, pero nuestras conductas siguen siendo prehistóricas, ¿no?
Por otro lado, además de las muertes y el sufrimiento que todo esto implica, el presupuesto comprometido es increíble: sólo en 2015 se gastaron 1,7 billones de dólares en armamento militar. Lo asombroso es saber que con ese dinero en un año podrían construirse diariamente 150 hospitales con personal cualificado y la mejor tecnología. En decir que el armamentismo nos impide resolver los verdaderos problemas urgentes: el hambre, la educación, el bienestar de la gente, la cesantía, la falta de democracia, el desarrollo de una cultura verdaderamente humana en el planeta. Todo está frenado por esta cultura violenta. Y la respuesta sólo puede venir de la gente normal, cotidiana. No podemos esperar soluciones de nadie más.
Estás diciendo que debemos tomar conciencia de esto que nos pasa y hacernos cargo.
Este es el objetivo de esta campaña: crear conciencia sobre la violencia armamentista en nuestro mundo de hoy y convocar a individuos y grupos a hacer su contribución, a levantar su voz y reconocer que en otras partes del mundo existen muchos iguales a ellos. ¿Cómo cada uno va a creer que es el único que piensa así? ¡Somos millones! Necesitamos expresar esta aspiración profunda que tenemos, expresarnos con el mejor sentimiento, y darlo a conocer a los otros. Y entonces tal vez con esta conexión, con esta acción común, con esta campaña, haremos ver a los poderosos que “hay una oposición fuerte de gente en todos lados, en todos los países, en todas las lenguas, que no acepta la concepción de la violencia”. Todos podemos participar: niño, joven, viejo, mujer, hombre, grupo, partido, movimiento… Todos y cada uno podemos participar.
¿Y para eso, cuál es la propuesta?
La propuesta es doble. La primer parte es muy fácil: tomas una poesía que te gusta –ya sea tuya o de alguien más–, te pones delante de una instalación violenta en tu país –una fábrica de armas, un monumento militar, una estación de policía o lo que te parezca– y lees esa poesía mientras un amigo te filma con el teléfono, por ejemplo. Luego entras a la página web de la campaña y subes tu pequeño video; ahí te dice cómo y es muy fácil. Cuando lo hayas hecho, aparecerá un puntito en el mapa mundial con tu contribución.
La segunda parte es propagar la campaña entre tus amigos, tus vecinos, tu familia, tus contactos de internet, en tu escuela o tu trabajo, en las radios o periódicos que tengas a la mano. Fíjate en el video, por ejemplo, que ya tenemos en varios idiomas. Puedes compartirlo en las redes sociales, en tu canal de youtube, en tu blog, en tu web o pedirle a alguien más que lo proyecte en su show o en su programa de TV… Necesitamos difundir la campaña, y también el pedido de participar.
¿Y si fuera algo distinto a una poesía…?
¡También! El campo poético es muy grande. Puede ser un texto pero también una canción, un baile, algo que quieras hacer con cartelitos, una representación colectiva con varios amigos… Lo que se te ocurra y lo que te guste. Lo que importa es que rompamos este aislamiento en el que estamos los millones que somos y en cambio armemos un coro de millones de voces, un coro que cante con fuerza por la superación de la violencia. Cada vez más fuerte y más lejos, hasta que nos escuchen.
Para participar en la campaña: http://www.poetry-against-arms.world/es/