Por Claudia Quintero
Fernando Quijano es un defensor de Derechos Humanos que se ha enfocado en el conflicto urbano, la cogobernabilidad de los grupos criminales con sus nexos estatales y la protección de los líderes de las comunas perseguidos por el “neoparamilitarismo”. Su trabajo está enfocado en construir y promover la paz urbana; este trabajo persiste a pesar de amenazas y riesgos.
El conflicto urbano ha venido reflejándose en un aumento de víctimas de desplazamiento forzado intraurbano en Colombia, CODHES (Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento), expertos en desplazamiento forzado, anuncian:
El desplazamiento forzado intraurbano (DFI) no solo persiste como el hecho victimizante de mayor impacto en las dinámicas urbanas del conflicto armado. Como estrategia y consecuencia del control social y territorial de grupos armados ilegales que facilita actividades relacionadas con rentas ilegales que involucran a la población civil en espacios marginales de las ciudades, la crisis humanitaria que supone ha aumentado y ha pasado de ser una tipología del desplazamiento forzado mayoritariamente silenciosa, a volverse un fenómeno constante y, en las ciudades del Pacifico colombiano, masivo y visible.[1]
Sobre el acuerdo de cese bilateral firmado por el Gobierno y las FARC, Fernando afirmó en su página muy emotivamente: “En medio de la emoción y el llanto que me causó tan importante momento al ver cómo enemigos irreconciliables firmaban el acuerdo, recordé todo lo que esta guerra nos ha sacudido a todos en ciudades y campos, en mi caso, la primogénita de un año de edad perdió un pie tras ser impactada por una bala estatal, esas son las cosas que pasan en la guerra, y para superarla hay que perdonar, la reconciliación así lo exige”.
El pasado 23 de junio Timoleón Jiménez, máximo comandante de las FARC, tocó el tema de la paz urbana, de las dificultades de las urbes y la necesidad de brindarles solución.
Timoleón dijo: “(…) Por otra parte, el protagonismo de las comunidades ha de representar también la oportunidad para comenzar a solucionar el grave conflicto que se vive en las ciudades. Desocupación, inseguridad, falta de servicios públicos, esclavitudes como el paga diario y la explotación sexual, microtráfico, crímenes y bandas asociadas a la mafia y el paramilitarismo, requieren atención inmediata. La paz rural debe significar una transformación participativa de las urbes”. Un compromiso ineludible, desde la Mesa para aportar y promover el cese de la violencia en comunas y barrios.
Hay reflexiones pendientes. ¿Está preparada la sociedad colombiana para construir la paz, pero no solo la paz rural, también la paz urbana? Las FARC estarían dispuestas a aportar a la pacificación de los territorios urbanos, así lo señaló el director de Corpades, Luis Fernando Quijano, quien se reunió con miembros de la delegación de paz en Cuba en el mes de junio; y así lo confirma el discurso de Timoleón. Ahora falta el compromiso desde la institucionalidad.
Timoleón Jiménez, el pasado 4 de julio, dio al medio alternativo Prensa Rural una entrevista que nos puede generar muchas y profundas reflexiones del camino de la paz. Timoleón dio dos anuncios importantes para conocer y a partir de ahí visibilizar el futuro de la finalización del conflicto: primero las FARC EP han dejado de incorporar miembros a sus filas; y segundo han suspendido el cobro de “impuestos de guerra”, parte de su financiación.
Estos anuncios solo nos muestran algo muy claro: las FARC van muy en serio y no vislumbran vuelta atrás en su decisión de construir la paz en Colombia. La decisión de dejar la política con armas y arriesgarse a hacer política abierta, democrática y sin conflicto, llena de esperanza; pero también promueve a despertarnos y analizar el riesgo enorme que toman los combatientes que son sujetos de derechos, en especial del resguardo de la vida como bien preciado. Las ciudades y los barrios están inundados de criminalidad remanente del paramilitarismo y estos grupos han venido amenazando a defensores de derechos humanos; la paz pasa por el campo, pero también pasa por las ciudades.