Foto: Nelson Mandela, Frederik de Klerk and Federico Mayor Zaragoza
**José Zepeda Varas.- En este plano de la esperanza que usted tiene, del cambio de era y el cambio de mentalidad de la ciudadanía. ¿Es dable pensar esto en Europa? Una Europa que dijo durante mucho tiempo, ‘nosotros somos distintos a Estados Unidos, representamos una potencia pacífica, de defensa de la vida y de los derechos humanos. Sin embargo, en toda la época conocida como ‘la época Bush’, el consentimiento europeo fue bastante importante en los temas capitales de esa política.**
**Federico Mayor Zaragoza.**- Pues mire usted si esto es así que el año 1999 cuando la invasión de Kosovo que, a mi modo de ver, es el primer paso indebido de una alianza que ya no tiene sentido -la OTAN- el que seamos aliados sí que tiene sentido; lo que no tiene sentido es que toda la seguridad europea dependa de los Estados Unidos. ¿Qué es eso? Nosotros tenemos que decir: aliados sí, pero sometidos no, de ninguna manera; y pero como usted sabe, es política norteamericana la que hace que en los Balcanes se produzca toda aquella dispersión que se produce y que de momento digan: ‘y ahora Kosovo’. Yo era Director General, en aquel momento, de la UNESCO. Fue el único que en nombre de una Organización de las Naciones Unidas condenó la invasión de Kosovo. Y dijo: «esta invasión no cuenta con el visto bueno de las Naciones Unidas y además crea un precedente extraordinario. ¿Qué haremos después cuando suceda lo mismo en el Cáucaso?» Y sucedió.
Como podíamos nosotros dar lecciones en Chechenia, si habíamos dado antes el mal ejemplo en Kosovo. Como podíamos, si de momento China hubiera decidido anexionarse a Formosa, a Taiwán, pensando en esto -es una isla secesionista- y haría lo mismo y con la misma libertad, sin hacer consultas a nadie, que había hecho antes Europa en el caso de Kosovo. Hay que volver a las soluciones multilaterales; no podemos pensar en que haya un poder hegemónico que diga, ‘y ahora invadimos Kosovo. Y ahora Kosovo independiente porque lo decide un parlamento’. Pero ¿qué es eso? ¿Dónde está todo esto fundamentado? ¿Cómo se puede llegar a estas conclusiones?
Ahora tenemos que invadir Irak porque tienen armas de destrucción masiva. Le puedo asegurar, porque he tenido y tengo la suerte de ser amigo de Hans Blix. Le llamé y le dije ‘oye aquí están ya diciendo… que el Presidente del gobierno español está diciendo. No era verdad… lo hemos visto después, incluso tanto Tony Blair como el propio Bush tuvieron que reconocer que no era verdad. Y con estas informaciones se hace una guerra en la cual no nos dejan ver a los muertos. Fíjese hablando de libertades, de comunicación y tal… ¿usted ha visto algún muerto, de los más de 3 mil muertos norteamericanos? ¿Ha visto usted alguno? Ah que no. No lo hubieran dejado, igual que los israelitas no han dejado a la prensa entrar en Gaza, es decir que todo eso de la libertad muy bien cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene, fuera la libertad de comunicaciones para que no veamos el rostro de la muerte en una guerra. Cuántos muertos ha habido en efectos colaterales, como ahora le llaman -que eufemismo- en la población civil. En Irak, cuántos desgarros familiares, sociales ha producido. Se calcula que más de 5 millones de personas han abandonado Irak, están en el exilio. ¿Qué es eso?
Todo esto se puede producir sencillamente porque en un momento determinado interesa desde un punto de vista estratégico, desde un punto de vista -digamos la verdad- de fuentes energéticas, interesa tomar posiciones en el mundo. Todo eso se tiene que terminar. No podemos ser espectadores de todas estas cosas, como no podemos ser ya nunca más espectadores de algo como lo que sucedió en Camboya o de lo que ha pasado en Ruanda. Como puede ser que digan ‘ah soberanía nacional’ ¡Y el señor Pol Pot matando a la gente allí hace más de 60 años y a todos los que tuvieran cualquier defecto físico y todos nosotros mirando! ¡Soberanía Nacional! En Camboya el señor Pol Pot y su equipo podían matar a la gente que le diera la gana y nosotros de espectadores. O cuando llega lo de Ruanda el mismo espectáculo; o cuando ahora en el estado de Somalia el mismo espectáculo… ah no… para eso deberían estar las Naciones Unidas; no para intervenir, sino para interponerse.
Incluso recuerdo que en un grupo que presidí, cuando era Butros Ghali, Secretario General de Naciones Unidas -le dijimos- no la palabra injerencia; no me gusta, pero sí la palabra interposición. La humanidad no puede tolerar que se vulneren masivamente los derechos humanos. Cuando hay genocidio, cuando hay esta violación masiva de derechos humanos tenemos que intervenir. O cuando no hay interlocutor, por ejemplo Somalia. En Somalia no hay gobierno, hay una serie de ‘war lord’, de señores de la guerra y lo que tenemos que hacer por tanto es interponer los cascos azules. Esto es lo que tenemos que saber hacer en el futuro: tenemos que reforzar las Naciones Unidas, se ha dicho refundarlas. Pero claro, no se pueden volver a las Naciones Unidas en base a que haya 5 países que tienen derecho al veto.
Están todas las fórmulas estudiadas de ponderación de voto. Si yo también comprendo que no pueda ser el mismo el voto de la Federación Rusa, un país inacabable con un poder formidable y tal que el de cualquier otro país que antes incluso perteneciera a la Unión Soviética. Comprendo que tiene que haber esta ponderación dentro de los mecanismos de toma de decisiones, pero el veto se tiene que determinar y dentro de la Unión Europea, en la cual tiene que haber unanimidad. ¿Usted cree que la unanimidad es democracia? Si es que hay un Estado que no se adhiere o que no quiere; y este Estado puede ser Irlanda del Norte o puede ser Polonia, ¿qué es eso? Tenemos que tener una Constitución muy sencilla, una Constitución de valores, con más de 300 artículos. Esto es una lista, es un shopping list, es una lista de compras.
Y sobre todo tenemos que decir, Europa tiene que ser faro de democracia y de valores. Y tenemos que volver a decir y a poder pensar que en el futuro, además de faro, seremos también torre de vigía porque podemos hacerlo. Porque precisamente por nuestra modalidad étnica, por nuestro pluralismo, por nuestra costumbre de ser nosotros mismos auténticos crisoles humanos, porque si hay algún país que puede en este aspecto ser ejemplo es España.
España es un país donde a mí cuando me dicen ‘…es que los catalanes’ Yo digo, hombre, yo soy un catalán y además me encanta tener un gobierno muy autónomo y tal. Pero los catalanes, si no empieza a mirar… somos una mezcla, que además sobre todo, lo que somos es muy árabes y muy judíos porque hemos estado, como usted sabe, con la cultura árabe durante más de 10 siglos y hemos tenido un gran componente también, de judíos. Y qué, pues maravilloso pero somos plurales, somos una mezcla, somos unos mestizos. Este es el futuro de la humanidad.
Es darnos cuenta de que cada ser humano es único, que además es de una variedad tan grande que hace que la variedad llegue al límite de la unicidad, es decir este ser único cada uno de nosotros. Y estos son los que nos quieren uniformizar.
Mire, Europa es una idea muy buena pero hasta ahora sigue siendo lo que ha sido durante tantos años: es una comunidad económica, pero no es todavía una Unión Europea. La Unión Europea es una unión política y la unión política es de abrazar unos valores y decir: ‘nosotros tendremos como valores…’
A mi me conformaría con que me dijera ‘los derechos humanos’. Tenemos como valores estos principios, que además fíjese que la UNESCO en su Constitución los contiene y ningún otro texto de Naciones Unidas habla de principios democráticos. Los dejaron para que muy pocos meses después de fundarse en San Francisco las Naciones Unidas, cuando se fundan en Londres al principio, la UNESCO, se dice: ‘los principios democráticos de la especie humana en la igual dignidad…’ Y dicen ‘justicia, libertad, solidaridad, igualdad’.
Esto es lo que Europa tiene que representar y hacer una unión alrededor de estos principios, el hacernos ver que tenemos que participar, Europa podría ser la que todos miran como la que anticipa dentro de un contexto democrático, lo que puede pasar en el mundo y dejar de ser súbditos en relación a los Estados Unidos. Y desde un punto de vista de seguridad, dejar que la OTAN sí, aliados sí, pero en igualdad de condiciones y desde luego partiendo desde la garantía de que Europa tiene sus propios mecanismos de seguridad y todos al mismo tiempo en un sistema multilateral.
A este respecto quiero decirle que, una vez más me ha gustado mucho el proceder del Presidente Barack Obama. Primero, porque él representa al máximo este pluralismo étnico; segundo, porque desde el primer momento ha dicho que sí, que podemos; ha retomado aquella frase maravillosa de Kennedy poco antes de su muerte, tres meses antes en Washington, en la Universidad Internacional cuando dice: ‘Digo que el desarme es posible y me dicen que no, digo que la paz se posible y me dicen que no. Les aseguro que no hay ningún desafío que esté más allá de la capacidad creadora de la especie humana’
Fíjese, sí que podemos. Y este yo encuentro que es el gran mensaje que ahora nos da Obama de nuevo. Sí que podemos; el cambio es posible y urgente, es apremiante y tenemos la esperanza, porque él ha utilizado estas 3 palabras: cambio, esperanza y la capacidad: sí que podemos.
Ahora esto lo tenemos que repetir, pero, y por eso decía que me ha gustado mucho su actuación, Obama ha dicho: ‘en el Departamento de Estado habrá una parte que dependerá muy directamente de mí, que será la relación con las Naciones Unidas y ha nombrado a una gran persona para ello, a una mujer, a Susan Rice. Se lo digo porque creo que ese es un momento de esperanza y que tenemos argumentos los esperanzados para decir, no tenemos que desaprovechar, no volveremos a tener una crisis como ésta, que nos dé esta indignación y que haga ver que hay dinero; no volveremos a tener un Presidente que está iniciando su mandato como Obama; no volveremos a tener esta necesidad de principios éticos fácilmente.
Cuando las oportunidades pasan -decía Sófocles- es inútil correr a recuperarlas, pues a ver si sabemos ahora aprovecharlas.
**JZ.**- Señor Federico Mayor Zaragoza, la única pregunta personal; no necesito pruebas, están en lo que usted ha dicho en esta conversación con Radio Nederland, pero cuando menciono su nombre con los amigos, fundamentalmente de América Latina, todos coinciden en lo siguiente: Federico -y atención para bien- Federico Mayor Zaragoza ha tenido un proceso de radicalización en defensa de la libertad y de los derechos humanos. ¿Es producto de la gravedad de la situación que vivimos, esta radicalización en el buen sentido de la palabra?
**FMZ.**- Es un fruto de muchas cosas. Piense que yo he vivido durante muchos años en un contexto que ha sido la España hasta el año 1976; un contexto que se iba abriendo progresivamente pero que era muy difícil sobre todo para una persona que era familia directa -tengo este honor- de Marcelino Domingo, uno de los grandes Ministros de la República. Y que mi padre era un hombre que no tenía casi formación, pero era un hombre de una lucidez, de un trabajo y de un coraje… que logró llegar a ser un gran empresario en España, pero que siempre me decía ‘lo único que hay que hacer es pensar en los demás’.
O sea, esta manera de proyectarnos en el nosotros «nos – otros», el tener siempre presente al otro, que después también como científico tengo la suerte de estar con el profesor Krebs en Oxford, que me dice: ‘la justificación de la ciencia es aliviar o evitar el sufrimiento humano’.
Y entonces, esto es lo que me lleva pues a hacer el Plan Nacional de Prevención, al aceptar cargos políticos desde los cuales yo empiezo, es cierto, a aparecer como muy escorado hacia una geometría, que como usted sabe yo nunca he pertenecido, yo soy una persona puramente independiente pero es verdad, porque cada vez me preocupo más de los demás y pienso que es intolerable que haya estas asimetrías, estas desigualdades, estos desgarros.
Tenemos que pensar que cada persona es una maravilla y esto me lo ratifica mi paso por la UNESCO que me permite ver el mundo en su conjunto y ponerme las manos en la cabeza y decir pero, por qué no aprovechamos la sabiduría africana; que maravilla los africanos, las africanas sobre todo, qué maravilla América Latina, con esta capacidad creadora que tienen los de América Latina que no nos damos cuenta del papel que han jugado ya y que ahora se está jugando; están renovando tantas cosas y lo están demostrando también a Europa: OJO, que la democracia no se juzga solo porque haya unas elecciones o haya unas campañas electorales, ya sea ganen unos u otros. Se demuestra en las cifras que después tenemos.
¿Cuántos van a escuela? ¿Cuántos tienen una atención sanitaria igual? ¿Cuál es el mecanismo del que realmente dispone este Estado para repartir mejor los beneficios del progreso?
Y entonces nos damos cuenta de que, yo siempre pongo el ejemplo de Ecuador que dice, pero cómo puede ser que Ecuador que es un país tan rico, con pocos habitantes y que es un gran productor de bananas, el primer país camaronero del mundo; tiene petróleo, tiene una capacidad de atracción turística fabulosa. Cómo puede ser que este país tenga que enviar a sus hijos a 10 mil kilómetros. Todo esto es verdad.
Me ha ido radicalizando en el sentido de que yo pienso. Y fíjese que al cumplir los 70 años dije, ‘ya se ha acabao’. Tengo un laboratorio como usted sabe aquí, muy importante, el Centro de Biología Molecular… lo he dejado todo. Y de hecho yo me dedico a la paz, porque sin paz no hay nada.
Mire, lo he vivido también. Pensemos en Vietnam, pensemos en Camboya, pensemos en la Guerra Civil Española, pensemos en la Guerra Mundial, pensemos en Sarajevo. Le digo cosas que yo he tenido ocasión de estar muy cerca: cuando hay guerra, no hay nada más que guerra; que nadie se engañe sobre esto. La guerra es la antítesis de la dignidad humana, del vivir; es cuando el derecho humano supremo que es el derecho a la vida, se encuentra totalmente amenazado.
Y por eso he pensado que teníamos que dedicar los últimos años de mi vida y me gustaría que me dieran muchos todavía, pero los quiero dedicar a la paz, a la concertación, a la conciliación; a sustituir la fuerza por la palabra. Mire que sencillo, si lográramos cambiar la fuerza por la palabra; si lográramos decir en lugar de este adagio perverso de ‘si quieres la paz, prepara la guerra’; si lográramos ahora cambiarlo y decir ‘oye, si quieres la paz ven a hablar; si quieres la paz, dialoguemos porque los conflictos se tienen que solucionar a través de la palabra.
Y lo único que no queremos más ¡y que lo sepan todos!, es a los que se creen que pueden imponer sus argumentos, sean creencias, sean doctrinas de religiones, a las que yo también pertenezco y no puedo aceptar que nadie me dé instrucciones sobre nada. Cada persona tiene que actuar en virtud de su propia reflexión.
Que maravilla si logramos hablar sin que haya nadie que nos imponga sus puntos de vista. Y menos que nos los imponga con un tiro en la nuca. ¡Se ha acabado!
Por eso, yo he pensado en pie de paz y por eso he escrito este último libro de poemas que se llama así: en lugar de en pie de guerra, ahora vamos a estar en pie de paz. Y esto es quizás lo que algunos puedan decirme, Federico Mayor se ha radicalizado mucho; quizás también es por el apremio a medida que uno se hace mayor. También, que tengo menos tiempo; aunque viva muchos años un día más es un día menos y yo pienso que no puedo perder ni un solo instante; por eso duermo poco y descanso poco. Esa era una recomendación de mi madre que decía, ‘hay que dormir lo justo y también descansar lo que sea imprescindible, porque la vida no se vive más que una vez’. Y esta existencia la quiero dedicar precisamente a hacer ver a toda la gente que se ha acabado el ser espectadores; que tenemos que movilizarnos a favor de la dignidad humana, a favor de que no haya nadie como hoy, que tenga que vivir en estas condiciones, sin tener acceso al agua. Es que tendríamos que comparar más, tendríamos que darnos cuenta de que para más de mil millones de personas, la vida realmente hoy es un auténtico desafío cotidiano. Lograr llegar del amanecer al atardecer. Por eso, si a esto le llaman ser radicalizado, pues sí, soy radical.