Entrevista a Tono Carbajo de Fotomovimiento.
Tono Carbajo es artista visual, sus obras figuran en importantes colecciones y museos de arte contemporáneo. En sus obras utiliza habitualmente la pintura, la fotografía, el video, las instalaciones o las redes sociales. Sus trabajos tienen una poética muy personal y un contenido social muy marcado, sobre todo en los últimos años.
Tono, a parte de su trabajo como artista, es miembro de Fotomovimiento prácticamente desde su fundación y es por eso que está en esta ocasión con nosotros.
Fotomovimiento ¿desde cuándo y por qué?
Desde mayo de 2011, desde las acampadas en la Plaça de Catalunya de Barcelona el 15M. Porque era necesario un medio de comunicación nuestro que contara las cosas desde adentro, que contara lo que estaba pasando y que los medios no estaban reflejando. En esos primeros momentos los grandes medios ni mentían, sencillamente es que no existía lo que estaba sucediendo en las plazas. Era la política del avestruz. Meter la cabeza debajo de la tierra y decir que no existe la realidad afuera, cuando el país entero estaba cambiando.
Sorprendente ¿Nadie hablaba de ello, y otros medios alternativos?
No, no. Los medios alternativos lo contaban. Los que no lo contaban eran las televisiones estatales y los grandes medios de comunicación.
La necesidad de contar las cosas desde dentro no es nueva, viene ya desde las protestas contra la Organización Mundial del Comercio en diciembre del 99 en Seattle. Ahí es donde empieza una nueva forma de funcionar de los movimientos anti globalización y es donde se toma consciencia de que si no contamos nosotros las cosas no las contará nadie o las manipularán.
Se puede decir, bueno y ¿la objetividad? La objetividad es una quimera. No hay ningún medio que sea objetivo. Ni lo era antes ni lo es ahora. Lo que podemos ser es honestos, esto sí. Yo creo que la prensa, tanto independiente como no independiente ha de ser honesta pero la objetividad es algo que es un imposible. Siempre se ve la realidad a través del filtro de tus experiencias en el mejor de los casos, o del capital de los accionistas que sostienen el medio de comunicación en el peor de ellos.
¿En qué situación se encontraría Fotomovimiento actualmente? ¿Dirías que ha crecido, tiene nuevas etapas, nuevo horizonte, proyectos…?
Buenos, nos vamos adaptando. A ver, nosotros no somos un medio de comunicación al uso. Nosotros somos parte de los movimientos sociales. Tenemos la suerte de que muchos nos dejan ser sus ojos. La realidad o el momento concreto de esas luchas te va haciendo cambiar, te va haciendo adaptarte. Vas creciendo como persona y como grupo. Hemos aprendido muchas cosas estos años.
Últimamente, sobre todo estos últimos meses, todos hemos notado que los movimientos sociales están menos presentes en las calles de lo que estaban antes. Antes las grandes manifestaciones y eventos políticos eran casi a diario. Ahora también los hay, pero hay muchos que son minoritarios. También es verdad que si no hay alguien allí para contarlo, todos esos pequeños actos de resistencia no existen porque no se visibilizan.
Esa parte del día a día en la calle, no la podemos descuidar y seguimos cubriéndola; pero también nos ha afectado mucho como colectivo todo el tema de los refugiados. Casualmente, dos miembros de Fotomovimiento estaban de vacaciones justo en Budapest, que es la ciudad donde empieza toda la llamada “crisis migratoria”. Estos dos compañeros suspendieron sus vacaciones inmediatamente y se pusieron a fotografiar el desastre humanitario que estaban viendo. Esto ya hace un año y a partir de aquí nos hemos ido turnando para estar en prácticamente todas las fronteras. Hemos estado acompañando a las poblaciones migradas en Lesbos, en Presevo, en Idomeni, en EKO Station y en casi todos los campos de refugiados. Fotografiando, ayudando, haciendo talleres y difundiendo. Esa es una actividad que nos ha hecho crecer y cambiar. Está forzando cambios en la forma de funcionar y nos está exigiendo un nivel de compromiso mucho mayor. Está siendo duro, pero humanamente y como grupo es tremendamente enriquecedor.
¿Un año viajando sistemáticamente?
Sí, siempre hay alguien del equipo acompañando a las poblaciones migrantes.
¿Cuántos sois?
Somos entre 7 y 10. El número varía según los compromisos personales o profesionales de los miembros. Por ejemplo, tuvimos a una de las fotógrafas dos años haciendo fotos en un barco y tuvo que interrumpir su colaboración. En otras ocasiones los compromisos laborales de uno u otro fotógrafo hace que baje la actividad durante un tiempo. No olvidemos que nadie cobra en Fotomovimiento. Digamos que el grupo somos 10, pero activos somos 7, 8, variando el número de miembros activos según las circunstancias.
Entonces, entiendo que no os planteáis una meta en particular en Fotomovimiento, sino que seguís un proceso de transformación social junto a otros movimientos.
Bueno, nuestra meta es la de siempre, es acompañar a los movimientos sociales y difundir lo que vemos. Con ese fin, vamos participando en lo que creemos que hay que poner ojos y cámaras y también procuramos hacer un análisis crítico de la realidad. Porque esto de que una imagen vale más que mil palabras es muy matizable. La misma fotografía con un pie de foto diferente puede contar cosas totalmente distintas. Es una de las razones por las que no solemos distribuir fotografías nuestras en medios de comunicación de masas, para tener un control total sobre la información que se transmite y como se transmite.
Pero claro que Fotomovimiento ha ido evolucionando con el tiempo. Al principio no escribíamos sobre lo que veíamos, era sólo fotografía pura y dura. Hace ya años que también hacemos textos sobre los acontecimientos que estamos viendo y creo que eso es un cambio importante.
¿Cuál es tu motor interno? ¿Qué dirías que es aquello que te impulsa?
Creo que el motor es ese intenso sentimiento de que tienes de un deber ineludible, de que tienes que hacer algo. Has de estar ahí. No es la primera etapa en mi vida de compromiso con movimientos sociales. Cuando era aún muy jovencito ya andaba metido en movimientos de lucha antifranquista. Después estuve décadas dedicado a mi profesión de artista visual.
Desde que se reactivaron los movimientos sociales el 15M, salí con mi cámara a la calle. Una parte de mi trabajo como artista visual, ya incluía la fotografía. En mi caso, el salir a documentar lo que estaba pasando empezó casi como una anécdota, me di cuenta de que estaba pasando una revolución al lado de mi casa. Me dije: vamos a coger la cámara y hacer unas fotos. Desde ese momento llevo hechas en estos cinco años, miles de fotografías, viajes, conocer a muchísima gente maravillosa… toda una experiencia. Estar con Fotomovimiento es toda una experiencia de vida.
Ese es uno de los motores internos que me impulsan a seguir. Esa es la necesidad: seguir vivo y contarlo a través de la fotografía en compañía de gente estupenda.
Cuando te escuché en Calabría66 me impactó tu ponencia con esas imágenes de fondo de los refugiados en los campos. ¿Qué hacéis en Fotomovimiento para la difusión de vuestro trabajo?
Tenemos la web a la cual vamos subiendo cada día las imágenes, actualizando cada día lo que está pasando, como cualquier medio al uso. Por nuestra forma de trabajar más colectiva, sin un consejo de redacción y sin una dirección centrada en una sola persona, no tenemos la presión que te obliga a tener colgado el artículo a las x de la tarde, pero sí que procuramos que el trabajo en la web y en las redes esté muy actualizado.
Quizás somos más rigurosos con los tiempos de difusión diaria, desde nuestro almacén de imágenes en nuestra página de Flickr. Ahí se suben cada día las carpetas con las fotografías y con los textos. Ese fondo de imágenes, para que te hagas una idea, en este momento debe ser de alrededor de las 18.000 imágenes, clasificadas con sus textos y metadatos. Hay un registro de más de 23 millones de visitas a nuestro Flickr.
Nuestro medio no sale en papel, así que la difusión la hacemos desde internet y redes sociales. Una de las herramientas que utilizamos más activamente por su inmediatez y por su capacidad de llegar a mucha gente de forma muy rápida, es Twitter. En Twitter tenemos 23.800 seguidores en este momento, que es mucha gente. Mucha gente compartiendo lo que subimos, además es gente muy activa, con lo cual cada vez que sucede algo hay un varios miles de personas que van siguiendo y compartiendo la noticia al momento, según la vamos contando.
También difundimos a diario desde nuestra página de Facebook y desde otras de las que también somos administradores.
¿Hacéis actividades sociales de divulgación?
Sí, claro… estábamos hablando de Fotomovimiento, como medio de comunicación y archivo de imágenes, como distribuimos las imágenes y todo eso. Pero en Fotomovimiento además damos talleres, tanto presenciales como online de fotoactivismo, Precisamente en unos días empezamos uno nuevo en colaboración con Plataforma/C al que os animamos a participar.
También hacemos exposiciones de nuestras imágenes en lugares muy diversos. Ahora por ejemplo tenemos una exposición en Edimburgo con el tema de los refugiados, y también acabamos de cerrar otra que se llama Los Muros de Europa en el Pati Limona de Barcelona.
Los fondos que se recogen con la venta de las fotos se emplean una pequeñita parte en el funcionamiento del grupo y la mayoría en distintos proyectos de acompañamiento social. El último proyecto, del cual nos sentimos muy muy orgullosos, es que gracias a la venta de nuestras fotografías, hemos podido comprar cámaras Polaroid. Con esas cámaras Polaroid se han hecho talleres de fotografía para niños refugiados, concretamente en el campo de EKO Station, para sacarlos un poco de la rutina de los campos y para que registren ellos mismos sus propias historias, lo que viven día a día. Los profesores también han sido fotógrafos sirios.
Sobre todo, desde que estamos cubriendo lo que sucede en las fronteras europeas, estamos dando también muchas charlas y conferencias, participando en mesas redondas y cualquier cosa que sea necesaria para visibilizar lo que está pasando.
También hemos realizado proyecciones para la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, para que los parlamentarios vieran lo que estaba sucediendo en las calles y los atropellos de los derechos humanos y la libertad de expresión que se están cometiendo en nuestro país.
Nuestras fotos se han usado en ocasiones en juicios, para defender a activistas o a personas que se han visto afectadas por agresiones policiales.
Algo que nos llenó de alegría fue que el año pasado, el Instituto para la Defensa de los Derechos Humanos de Cataluña, el IDHC nos concedió la “Distinción Especial a los medios de comunicación” Nos la entregaron en el Parlament de Catalunya. Fue muy emotivo porque además pudimos invitar a gente que nunca había estado en el Parlament, gente que solo había estado afuera, protestando por las políticas que desde allí se aplicaban. Un buen número de activistas y amigos pudo entrar en el Parlamento a acompañarnos. Fue muy importante esa compañía, porque son sus luchas las que contamos día a día.
¿Por qué, la cámara polaroid en los talleres que dais en los campos de refugiados?
Por la inmediatez que tiene al hacer la fotografía y tenerla en papel casi al instante, piensa que la población refugiada está en continuo movimiento, la situación cambia día a día y no sabes dónde vas a estar mañana. La foto polaroid se la pueden llevar al momento. Así que es un soporte fotográfico fantástico. En el taller de fotografía los chavales hacen algo útil para ellos y para su comunidad, al tiempo que se distraen, porque el tiempo pasa lento en los campos de refugiados. Esas fotos también les suben la autoestima, es una actividad que empodera, es una actividad que registra la memoria de lo que están viviendo. Quizás sean las únicas fotografías que vayan a conservar en el futuro para recordar lo que están viviendo. Es un proyecto precioso, estamos muy contentos con él.
¿Qué opinas de mucha gente que está en sus casas conformándose con todo, impasibles, pero insatisfechos con su estilo de vida?
Tenemos un estilo de vida absolutamente basado en el consumo. Eso nos hace tremendamente conformistas y muy cómodos a la hora de ponernos en marcha para cambiar las cosas, para cambiar el statu quo. La mayoría de los ciudadanos viven en la aceptación de que las cosas son así y que no se pueden cambiar. Esa percepción es inducida, pero no es real. Claro que se pueden cambiar las cosas.
Existe un problema grave con la percepción que tenemos del dinero. Con la percepción de lo que nos cuesta un bien material o un servicio concreto. Nos equivocamos al pensar que compramos las cosas con dinero. La gente asume que un coche vale, por ejemplo 20.000€ o que una casa vale 150.000€ y no, no es así. Lo que pagamos realmente no es con papel moneda, pagamos con tiempo de nuestras vidas. Dependiendo de lo que tardes en ganarlo, un coche puede valer un año de tu vida, trabajando ocho horas diarias. Esa es la equivalencia real.
El valor nominal del dinero lo marcan cuatro señores ahí arriba, según sus propios intereses, pero al final estamos pagando en tiempo, en tiempo de nuestras vidas, esa es la moneda real.
Entonces ¿te parece que para atisbar una posibilidad de cambio en el ser humano, la cosa pasaría por tomar conciencia de esa situación en la que se malvive?
Entre otras cosas pasa por cambiar nuestros hábitos de consumo, por tomar conciencia realmente de que tú estás pagando tus cosas y tus deseos materiales con tiempo de tu vida.
En la medida que tomas consciencia de eso, cambias inmediatamente la forma de consumir, cambias tus intereses en la vida. Digamos que hay una serie de deseos que toman prioridad sobre otros. A lo mejor, tomarse un café y “gastar” un par de horas charlando con un amigo; resulta que es mucho más importante en tu vida que el dinero que cuesta. Igual te piensas dos veces comprarte otros pantalones vaqueros, porque a lo mejor ya tienes cuatro o cinco.
Si todos cambiamos nuestra forma de consumir cambiaremos el mundo en el que vivimos
¿Qué crees que está impidiendo a la gente tomar conciencia de todo eso, tal vez el temor a ser diferente, a sentirse en soledad?
Si, el compararnos continuamente con el estatus del vecino, o con lo que la publicidad nos vende como necesario, nos hace tomar decisiones muy poco meditadas.
Con el tema de la soledad pasa algo parecido. El modelo de sociedad que tenemos, nos pone ante un espejismo de falsa compañía. Con el uso de las nuevas tecnologías tenemos la sensación de estar hipercomunicados, pero paradójicamente, la soledad es uno de los grandes males de la sociedad contemporánea.
En la medida en que invirtamos nuestro tiempo en relacionarnos de forma próxima y física, más satisfechos y felices seremos. Si centramos nuestros intereses más en lo afectivo y menos en lo material; ese nivel de soledad y de desasosiego bajaría bastante. No podemos eludir la realidad tecnológica y digital en la que vivimos, pero hay que defender con uñas y dientes nuestras relaciones sociales en “analógico”.
A muchos, desde la soledad de un terminal de ordenador les da vértigo solo pensarlo, porque tendrán que relacionarse con la gente de manera directa, abrazarse, entrar relaciones de cariño, de confrontación. Relaciones que pueden ser hermosas pero que también nos pueden hacer daño ¡Que peligroso!, no? Bueno, pues eso es vivir. Eso es lo que nos hará sentirnos realmente vivos. Siempre digo que le cariño colectivo es una de las armas más revolucionarias que existen. Tan sencillo y a veces tan complicado.