Por Alejandro Delgado
La expresión y el arte como acción liberadora de la censura
Cómo plantearme y plantear a otros el «hacer sin censura». Cómo imaginar y comprender que tenemos el mundo a disposición para hacer lo que imaginamos. Cómo sentir que tenemos nuestras vidas, todos nuestros años de vidas para construir la realidad que amamos. Cómo entender que pensar, sentir y hacer en la misma dirección, o sea, intentar vivir coherentemente me hace despegarme del dominio de la censura, me hace saltar sobre ella, sobre la autocensura. Recordar que todos tenemos la posibilidad, la necesidad y el derecho de expresión, de todo tipo de expresión artística.
El hacer con coherencia me hace llevar a cabo mis ideas más queridas, esas que siempre he querido hacer, ideas que me despegan del suelo y me hace volar en el «pájaro llamado intento». Es la coherencia que me hace conectar con sensaciones y sentimientos que me provocan tanto afecto por otros y también por mí, que me hacen sentir un profundo bienestar conjunto. Esa coherencia me lleva a querer repetir acciones que luego de hechas me dejan extasiado.
Muchas veces no hago o la censura actúa en mí o en otros, porque pienso o siento que… no sé, no puedo, no tengo algo que me hace falta para realizar lo que quiero, porque pienso qué van a decir de mí o porque imagino que no entenderán lo que yo hago o pienso que quizás no les guste. A veces también no hago o no me expreso porque siento ¿y para qué? ¿qué utilidad tendría? También imagino: pero esto ya lo han hecho otros, o es aburrido, o mi aporte es pequeño, es poco importante o simplemente esto no me sale bien, o yo no lo hago bien, a otros les resulta mucho mejor. Es así que casi siempre cuando pienso en expresarme me comparo, miro al lado, pienso que mi expresión es mala o buena en comparación con la de los otros y al final no me expreso, al final no hago, subestimado así mi acción y mi expresión artística.
«Distinta es la actitud frente a la vida y a las cosas cuando la revelación interna hiere como el rayo. Siguiendo los pasos lentamente, meditando lo dicho y lo por decir aún, puedes convertir el sin-sentido en sentido. No es indiferente lo que hagas con tu vida. Tu vida, sometida a leyes, está expuesta ante posibilidades a escoger. Yo no te hablo de libertad. Te hablo de liberación, de movimiento, de proceso.
No te hablo de libertad como algo quieto, sino de liberarse paso a paso como se va liberando del necesario camino recorrido el que se acerca a su ciudad. Entonces, “lo que se debe hacer” no depende de una moral lejana, incomprensible y convencional, sino de leyes: leyes de vida, de luz, de evolución»
Entonces…. saltar sobre la censura o dejar de lado mi auto-censura me libera y libera a otros. Lo que necesito y quiero hacer; cantar, escribir, bailar, actuar, pintar, etc. debe estar lejos de la moral o el juicio. Es importante que fluya mi expresión, que circule mi pasión, que mi fascinación me eleve. Dejar que se exprese en mí lo sagrado, conectar con lo sagrado y trascendente que llevo dentro… y no olvidar que nada malo ocurre en la búsqueda de lo sagrado que hay en mí y en otros. No pasa nada malo si nos expresamos, incluso podemos hacer juntos.
Siento que la censura y autocensura se deja ver con claridad cuando no manifiesto mis afectos, cuando no expreso mi sensualidad, cuando no pinto, no canto, no escribo… cuando no hago, cuando no me comunico no importando la forma, en definitiva cuando no me expreso. Es importante intentar ver que todo aquello; el afecto, la pasión, la sensualidad, la conmoción, es todo lo que tiene que ver con lo sagrado, que está guardado dentro de cada uno y a veces está bloqueado por dicha censura.
Es significativo sentir que cuando se piensa y rápidamente se hace, es posible saltar sobre la censura, el hacer en el mundo y mejor aun con otros. Me aleja de la censura, porque al hacer tengo la experiencia de lo hecho y eso me alienta a continuar y valorar mis actos, mis expresiones artísticas y además, querer repetir esos actos unitivos e inspiradores.
Por todo lo dicho los invito a expresarse «artísticamente» lo más habitualmente posible, a expresarse en la calle, a expresarse abiertamente, a expresarse con otros para compartir esa expresión.
Los invito a expresar eso sagrado de cada uno, no importando la forma, quizás cantando, tocando algún instrumento, actuando en una obra de teatro, generando un vídeo, una película, expresarse bailando o quizás a través de una pintura, de un bordado, de la fotografía o mezclando muchas de estas formas… pero siempre… siempre con el profundo intento que esa expresión transforme, me transforme y transforme a otros, intentando que esa expresión sea trascendente.
«Te hablo de liberación, de movimiento, de proceso» (Silo)