«Seguir forzando el crecimiento para consumir más y seguir produciendo una infinita cantidad de cosas innecesarias, generando una de las instituciones más poderosas del mundo como lo es la publicidad, cuya función es una y muy clara: hacerte comprar aquello que no necesitas, con plata que no tienes, para impresionar a quienes no conoces. Eso evidentemente no puede ser sustentable», dijo el economista y autor de la tesis del desarrollo a escala humana.
El economista y ex candidato presidencial Manfred Max Neef cuestionó la obsesión por el crecimiento que genera la economía neoliberal, misma que a su juicio es «un fracaso tremendamente peligroso y brutal» y la responsable de gran parte «de todos los horrores que estamos viviendo en el mundo».
En una entrevista realizada por la revista En Torno, el autor de la tesis del desarrollo a escala humana afirmó que «esta economía neoliberal mata más gente que todos los ejércitos del mundo juntos, y no hay ningún acusado, no hay ningún preso, no hay ningún condenado. Todos los horrores que estamos viendo en el mundo, gran parte de ellos, tienen un trasfondo que está anclado a esta visión de tratamiento y práctica económica».
Y enfatizó que «la obsesión del crecimiento, para empezar, es un disparate. Porque una elemental ley natural, que todo el mundo conoce, es que todos los sistemas vivos crecen hasta un cierto punto en que dejan de crecer. Tú dejaste de crecer, yo dejé de crecer, el árbol grande deja de crecer, pero no deja de desarrollarse. Seguir forzando el crecimiento para consumir más y seguir produciendo una infinita cantidad de cosas innecesarias, generando una de las instituciones más poderosas del mundo, como lo es la publicidad, cuya función es una y muy clara: hacerte comprar aquello que no necesitas, con plata que no tienes, para impresionar a quienes no conoces. Eso evidentemente no puede ser sustentable».
Para Max Neef no es un problema sin solución. Y por ello cree que la alternativa es «la visión de la economía ecológica», ya que «a diferencia de la economía tradicional, la economía ecológica es una economía que está al servicio de la vida y tiene características fundamentalmente opuestas a la convencional».
Sobre este punto explicó que «la economía convencional –que es la hija de la economía neoclásica– desde una visión ontológica, se sustenta en una visión mecánica, newtoniana: el humano, la economía y el mundo son mecánicos. Y en un mundo mecánico tú tienes sistemas que tienen partes. Partes que descompones, analizas y vuelves a armar. Del otro lado, la economía ecológica se sustenta en una visión orgánica. Los sistemas no tienen partes, sino que participantes, los cuales no son separables. Lo cual significa que todo está intrínsecamente unido y relacionado. Esto por lo demás ya es un mensaje que hace más de 90 años nos viene dando la física cuántica, pero ese mensaje ha tardado en llegar a las ciencias sociales».
El economista y ex rector de las universidades Bolivariana y Austral, enumeró «cinco postulados fundamentales y un principio valórico irrenunciable» que debieran sustentar la economía ecológica o cualquier otro nuevo sistema económico: «El postulado número uno: la economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía; dos: el desarrollo tiene que ver con las personas y la vida, no con objetos; tres: crecimiento no es lo mismo que desarrollo, y el desarrollo no precisa necesariamente de crecimiento; cuatro: ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas; y cinco: la economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, por lo tanto, el crecimiento permanente es imposible».
«Y el principio valórico irrenunciable que debe sustentar una nueva economía es que ningún interés económico, bajo ninguna circunstancia, puede estar por sobre la reverencia a la vida. Si tú recorres estos puntos vas a ver que lo que hoy tenemos –en la economía neoliberal– es exactamente lo contrario. Hoy en día llegamos al extremo, comienzo del siglo XXI, en que hay más esclavos de los que había antes de la prohibición de la esclavitud en el siglo XIX. Esclavos en serio, no en sentido figurado, de los cuales el 60% son niños y las demás, principalmente, mujeres», concluyó.