Parece que no va tan mal. Hablamos con Antonio Mazzeo, un periodista que denuncia desde hace años el tráfico de armas, el militarismo y el mercantilismo resultante. Militante de la campaña No Muos (campaña contra la instalación del sistema de telecomunicaciones por satélite de la Marina de los Estados Unidos de América), Mazzeo es autor de numerosas publicaciones sobre el saqueo del medio ambiente, los conflictos internacionales y los crímenes de las mafias transnacionales.
¿Cómo va el comercio de armas a nivel mundial?
Las importaciones y exportaciones de los sistemas de la muerte no parecen muy afectadas por la crisis mundial y estructural que está afectando al planeta. De hecho, el capital financiero internacional tiene la loca creencia de que el conflicto y la posterior reconstrucción de los países bombardeados pueden ser el motor para salir del estancamiento e impulsar la demanda, la economía y el desarrollo. Lástima que la crisis, las burbujas especulativas financiarias y la insostenible expansión financiera de la deuda pública se hayan originado en gran medida a consecuencia del modelo de guerra global y permanente puesto en marcha con la primera aventura internacional contra Saddam Hussein en el Golfo a principios de los años 90, afirmada posteriormente con la llamada «guerra contra el terrorismo» en cualquier lugar y a cualquier precio después del 11 de septiembre de 2001. Es decir, las armas han generado también la crisis que ahora se quiere «vencer» con las armas. Escenarios que podrían llevar a la humanidad al Holocausto, a la destrucción del medio ambiente, al hambre de la gente.
¿Cómo se puede cuantificar el nivel de negocios del mercado de armas actual?
Aunque partimos de la base de que el negocio de sistemas de muerte se caracteriza por la falta de transparencia de información oficial y la gran zona gris donde se mueven ilegalmente productores, intermediarios, agencias de inteligencia, militares y organizaciones criminales transnacionales, tenemos datos bastante fiables. De acuerdo con el último anuario sobre el gasto militar mundial publicado por el SIPRI (Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo), en 2011 se dedicaron 1 740 millardos de dólares a sistemas de armas en todo el mundo. Para el Instituto sueco es el mayor gasto desde 1989, el año de la caída del Muro de Berlín. Sólo para que nos demos más cuenta del nivel escandaloso de la cifra de negocios de los mercaderes de la muerte, señalamos que en las guerras se gastan cada minuto 3,3 millones de dólares, lo que equivale a 198 millones de dólares a la hora o 4,7 millardos de dólares al día. Cada habitante del planeta se ve privado de esta manera de aproximadamente 250 dólares al año, dinero que, en cambio, se podría utilizar para la producción de alimentos, la educación y la salud. Así que las armas matan sin tener que disparar.
¿Cuáles son los países implicados?
En 2011 los Estados Unidos de América (EE.UU.) fueron los mayores compradores de sistemas de armas en el mundo, con un costo estimado de 711 millardos de dólares. En segundo lugar se ha afirmado la China, potencia emergente mundial, con un gasto de alrededor de 143 millardos de dólares, pero con un ritmo de crecimiento a lo largo de los años bastante impetuoso, un 170% en términos reales en el período comprendido entre 2002 y 2011. Muy por detrás, en tercer lugar, se encuentra Rusia con 72 millardos de dólares.
Los EE.UU. controlan el 40% del mercado mundial de las exportaciones. El año pasado, los gigantes del complejo militar industrial de los EE.UU. exportaron armas por valor de 46,1 millardos de dólares, una cifra cuatro veces superior a la suma de las exportaciones en los primeros años de 2000. Otra confirmación de que detrás de la llamada «guerra contra el terrorismo» y la ridícula propaganda sobre la “defensa de los derechos humanos» y la «intervención humanitaria» están sobre todo los negocios de los fabricantes y los comerciantes de la muerte. La clasificación de los exportadores es ligeramente diferente a la de los compradores privados: en ésta, Rusia ocupa el segundo lugar, seguido por China. Pero si consideramos el conjunto de los países miembros de la Unión Europea (UE), nos encontramos, sin embargo, con un hecho poco conocido. El volumen de negocios de las exportaciones de los países de la UE se acerca más a la de los EE.UU., casi 32 millardos de euros al año con un récord de 41 millardos de dólares como sucedió en 2009. Como se denunció en la revista Missione Oggi (Misión Hoy) en una investigación realizada por Giorgio Beretta de la Red Italiana para el Desarme, el grueso de las transferencias (más del 45%) se destina a los países del Sur. En los cinco años comprendidos entre 2006-2010, entre los principales destinatarios del armamento europeo destacan en particular los regímenes autoritarios de la península arábiga (Arabia Saudí ha comprado armas europeas por valor de 12 millardos de dólares, los Emiratos Árabes Unidos por 9 millardos de dólares, Omán y Kuwait, por 4,3 millardos y 1,6 millardos, respectivamente), algunos países de Oriente Medio en medio de sangrientos conflictos internos (4 millardos de dólares para Pakistán, Turquía 3,5 millardos); diferentes naciones del continente africano (Marruecos, 2,5 millardos, Argelia, 1,8 millardos, Egipto y Sudáfrica, 1 millardo, cada uno y Libia, 1 millardo).
En la especial clasificación mundial de «consumidores» de sistemas de guerra están adquiriendo un papel de liderazgo en los últimos años los países que han experimentado altas tasas de crecimiento económico y producto interno bruto: además de China, impresiona en particular la India que, según el SIPRI, ya es el mayor cliente mundial de los mercaderes de la muerte. Pero están también Corea del Sur, Pakistán y Singapur, mientras que aumenta progresivamente el papel de los países del África subsahariana, algunos con niveles inimaginables de pobreza y subdesarrollo, que llegaron a gastar 18 millardos de dólares al año en sistemas bélicos.
¿Qué función cumple Italia en este mercado?
Ya hemos hablado del papel cada vez más importante de la UE en el mundo de las armas. Italia ocupa ya el tercer lugar entre los estados miembros de la UE por lo que se refiere al volumen de negocios, ligeramente por detrás de Francia y Alemania, pero por delante de Gran Bretaña. En los últimos cinco años hemos vendido sistemas de armas por 23,2 millardos y gran parte del negocio es prerrogativa de las dos compañías financieras controladas en parte por capital del Estado, Finmeccanica (que ocupa el 8 º puesto en el mundo entre los productores y exportadores armas) y Fincantieri.
Según el informe sobre exportación de armas, lleno de lagunas y omisiones, presentado al Parlamento por el Gobierno, en el año 2011 se emitieron 2 497 autorizaciones de exportación por un total de algo más de 3 millardos de euros, en comparación con los 2 millardos y 906 millones de 2010, con un aumento anual del 5,28%. Y esto en un período de crisis con una drástica reducción del empleo entre los trabajadores de las fábricas de armas italianas. El factor decisivo en la expansión de las ventas ha sido la promoción del made in Italy por los ministros-vendedores de armas de los gobiernos de Berlusconi y Monti. Ellos han sido muy eficaces a la hora de viajar a lo largo y ancho del planeta para apoyar la exportación de armas y el establecimiento de alianzas con los regímenes más corruptos o responsables de innumerables violaciones de derechos humanos. De hecho, no es casual que en 2011 se haya producido un aumento muy significativo del número de autorizaciones con respecto al año anterior, para los llamados «programas intergubernamentales de cooperación» y se puede apostar que los datos de 2012 serán aún mayores dado el historial de activismo del Ministro de Defensa, el almirante Di Paola, incansable en las misiones y visitas al extranjero y la participación en las principales ferias internacionales de la industria armamentística.
También se ha producido una escalada de las exportaciones de armas italianas a las zonas de mayor tensión en el mundo, desde el norte de África a Oriente Medio hasta el sureste asiático. En 2011 más del 64% de las armas, con un valor de casi 2 millardos de euros, terminó en países que no forman parte de la OTAN. La lista de los principales clientes empieza con Argelia ( 477,5 millones de euros en sistemas militares de la producción italiana), Singapur (395,28), India (259,41), Turquía (170,8). Incluso el pobre y maltratado continente africano se está convirtiendo gradualmente en El dorado de los traficantes de armas italianas. En los últimos cinco años hemos vendido rifles y armas ligeras a Camerún y Somalia, y camiones, aviones de combate y helicópteros a Libia, Marruecos y Nigeria. Hay que decir que la ley italiana que regula la exportación de armas no estipula la obligación de documentar todas las transferencias de armas ligeras, «comunes» o «de uso civil», de las que Italia es uno de los mayores productores del mundo. De modo que a las cifras citadas anteriormente hay que añadir el volumen de exportación de las industrias productoras de rifles, pistolas y municiones, que según el archivo de Desarme asciende a no menos de mil millones de euros sólo en el período 2009-2010.
También en este caso, los clientes más importantes no son europeos y no son miembros de la OTAN. Destacan sobre todo los países asiáticos, los cuales han importado en los últimos dos años armas «ligeras» por valor de 142 millones de euros, e incluso diferentes países bajo embargo internacional (China, Líbano, la República Democrática del Congo, Irán, Armenia y Azerbaiyán), beligerantes o acusados de cometer violaciones graves de los derechos humanos (la Federación de Rusia, Tailandia, Filipinas, Pakistán, India, Afganistán, Colombia, Israel y Kenya). Poco antes del estallido del conflicto en Libia, el régimen de Muammar Gaddafi compró armas a Italia por 8,4 millones de euros, en su mayoría pistolas y rifles Beretta «» y «Benelli», mientras que Yemen, otro país desgarrado por la guerra civil, ha importado armas italianas por 487 119 euros. Según lo denunciado por el Observatorio sobre armas ligeras de Brescia (OPAL), en 2011, el año de los levantamientos de la Primavera árabe, sólo en la provincia de Brescia se exportaron a África del Norte armas y municiones por un total de 6,8 millones de euros, y a los países de Oriente Medio por 11 millones de euros. El OPAL también ha demostrado que en el mismo año se exportaron también armas fabricadas en Brescia a Bielorrusia por más de un millón de euros, justo antes de que la Unión Europea decretara el embargo por las innumerables violaciones y represiones aplicadas por el régimen del presidente Lukashenko. En muchas partes del mundo se dispara contra la multitud con armas y balas italianas, pero esto parece no indignar a los políticos, los sindicatos, los medios de comunicación o los intelectuales.
¿Qué es lo que se vende más en este momento?
De todo. Las guerras y las represiones populares, cada vez más numerosas, necesitan armas «ligeras», gases lacrimógenos, tanques, vehículos oruga, helicópteros de ataque, aviones de combate, armas químicas, biológicas y nucleares (para estas últimas se ha puesto en marcha un costosísimo programa de modernización y miniaturización para hacerlas más flexibles y que se puedan utilizar en escenarios geográficamente «limitados»). Pero los que devoran enormes recursos financieros y humanos son principalmente los sistemas de guerra aéreos y espaciales por sus costos estratosféricos. Además, para responder a las nuevas estrategias de intervención y de inteligencia militar, los aviones no tripulados, los cacareados drones, son ahora el pozo de San Patricio para los productores de armas y negociadores. Esto explica por qué en la clasificación especial de industrias productoras en los primeros puestos por volumen de negocios figuran los gigantes americanos y europeos que operan en los sectores aeroespacial, misilístico y nuclear. En 2010, la cantidad de pedidos de Lockheed Martin (el principal exportador de armas del mundo, dedicado, entre otras cosas, a la realización de los F-35 de combate y el sistema de telecomunicaciones por satélite MUOS) ascendió a 26,6 millardos de euros. En segundo lugar se encuentra BAE Systems (24,8 millardos) y, a continuación, Boeing (23,4), Northrop Grumman (21,3) y General Dynamics (18,1). Al octavo puesto, como hemos dicho, se encuentra la italiana Finmeccanica con exportaciones por un valor de 10,9 millardos de euros.
¿Cuál es la relación entre bancos, especulación financiera y comercio de armas?
Sin el sistema financiero y bancario internacional no sería posible la existencia del complejo militar industrial, ni sería posible garantizar los productos, las transacciones y las exportaciones. Los bancos invierten directamente en la industria bélica, revelan participaciones cada vez más impresionantes, proporcionan los adelantos y la cobertura necesarios a las exportaciones. Los fondos soberanos, los innumerables fondos de inversión hasta los llamados «fondo de pensiones» gestionados por las instituciones estatales de seguridad y las principales centrales sindicales han ido al asalto de las acciones de las principales compañías productoras del sector. Un flujo de dinero sustraído a la economía real, a la producción de bienes y al bienestar que alimenta inmensas burbujas especulativas y acelera y deteriora los procesos de crisis sistémica. Un paradigma de la complejidad y la perversidad de la globalización de los mercados y las finanzas, donde entre los principales accionistas de los productores de armas hay regímenes que mañana podrían ser bombardeados y abatidos con las armas producidas por las empresas «controladas». Donde no existen límites ni fronteras, y donde las opciones de política económica y exterior de los Estados están fuertemente condicionadas, subordinándolas a las ganancias de los administradores y propietarios de las fábricas de la muerte. Cada vez estoy más convencido de que para comprender plenamente las razones de la sumisión total de todos nuestros gobiernos recientes (Prodi, Berlusconi, Monti, etc.) a las aventuras y los proyectos militares de Washington se debe estudiar detenidamente el peso específico de Finmeccanica & C. en el sistema Italia. Siguiendo siempre la estela de los militares de EE.UU. en las guerras de los Balcanes, Irak y Afganistán, aceptamos transformar Vicenza, patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, en la mayor base-vivienda militar de los EE.UU. en Europa. Hemos transformado el aeropuerto de Sigonella, en Sicilia, en la capital mundial de aviones no tripulados destruyendo toda una reserva natural, Niscemi (Caltanissetta), para instalar uno de los cuatro terminales terrestres del peligrosísimo sistema de telecomunicaciones por satélite MUOS de la Marina de los EE.UU.Y nos endeudamos fuertemente, así como el futuro de nuestros hijos y nietos mediante la compra de un centenar de bombarderos con capacidad nuclear F-35 que otros países socios de la OTAN consideran inútiles, obsoletos y supercostosos. Y todo esto para asegurar privilegios y beneficios a las empresas de Finmeccanica, a la que el Pentágono finalmente abre la puerta asegurando lucrativos contratos y licencias de fabricación. Una prueba de la trama inextricable de la banca, las finanzas y los mercaderes de la muerte, la constituye el hecho de que los fondos de inversión y de ahorro italianos se utilizan para comprar participaciones de las compañías de producción de armamento en el extranjero, tal como se documenta en la investigación del IRES (impuesto de sociedades)Toscana sobre Finanzas y Armamento. “Entidades de crédito e industria militar entre el mercado y la responsabilidad social” (Florencia, 2010).
Aparatos militares, guerras, comercio de armas: ¿relación perversa?
Exacto, una relación perversa, inmoral, criminal y criminógena como se prueba en una serie de investigaciones abiertas por los magistrados italianos sobre el sistema de corrupción pública generada en torno a filiales de Finmeccanica y empresas controladas. Una compañía que parece cada vez más un cajero automático de la que sacar los sobornos para alimentar la codicia de los partidos y los políticos o entregar sueldos fastuosos y gratificaciones a su familia, los amantes y los clientes de los mismos de siempre.
Se ha creado un sistema en el que ya han saltado todos los mecanismos para diferenciar entre los sectores público y privado y los controladores y controlados, desautorizando todo control que venga de la base que sería el deber de una verdadera democracia ya que están en juego los bienes comunes y los inmensos recursos públicos, porque entre los actores figuran las burguesías mafiosas transnacionales que reciclan dinero, multiplican las ganancias y controlan de manera prepotente las fuerzas políticas, militares y económicas de todo el planeta. Uno de los mejores ejemplos del nivel de degradación alcanzado en el complejo financiero-militar-industrial está representado por la imparable transmigración a los consejos de administración de las fábricas de armas de (ex) generales, almirantes y jefes militares. Un reciente informe de la ONG estadounidense Citizens for Responsability and Ethics (Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética) y la Fundación New Brave encontró que desde 2009 a 2011, el 70% de los generales de EE.UU. de tres y cuatro estrellas retirados, encontró trabajo como funcionarios o consultores en las compañías armamentísticas (es el caso de 76 oficiales superiores de 108). El Consejo de Administración de los cinco contratistas militares más importantes de las fuerzas armadas de EE.UU. (de nuevo Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics, Raytheon y Northrop Grumman), están formados en la actualidad por nueve ex representantes de las más altas esferas del ejército. Con el agravante de que dos de ellos continúan trabajando directamente en el Departamento de Defensa (el General James Cartwright, miembro de la junta directiva de Raytheon y el almirante Gary Roughead de Northrop Grumman, que son funcionarios de la Dirección de Política de Defensa del Gobierno de los EE.UU.) . En Italia, por desgracia, pasa lo mismo: no hay Consejo de Administración de la industria bélica en el que no figuren ex Jefes de Estado o funcionarios de alto nivel. Así se puede promover de la mejor manera posible las «joyas» de la muerte a los militares que hasta unos días antes eran los subordinados. Obvio que proliferan los ¡Sí, señor! hasta para los gastos más locos e injustificados.
A veces nos asalta un sentimiento de impotencia, ¿qué pueden hacer las personas, como tú y como yo, contra esta situación?
El panorama internacional es, por desgracia, desconsolador. Los diversos intentos para obligar a las Naciones Unidas a que adopten políticas y tratados para limitar y controlar la producción y la exportación de sistemas de armas han fracasado en la mayoría de los casos o han sido más que edulcorados por la acción de poderosos grupos de presión de los fabricantes de armas y los bancos. Los gobiernos y la comunidad internacional son cada vez más prisioneros de los señores de la guerra. Por esta razón, creo yo, que la palabra y la acción debe pasar directamente a los individuos, a las organizaciones no gubernamentales, a las asociaciones y a los grupos de base del otro mundo, es decir, a la extraordinaria comunidad transnacional que espera y cree que otro mundo es posible. Se han de multiplicar los esfuerzos y las campañas contra todas las guerras y los procesos de militarización de los territorios y el espacio, contra los gastos militares y la producción de armas, desde las ligeras a las superpesados. Hay que liberar a la economía, la política, las universidades y los centros de saber del control siempre más asfixiante de los poderes militares. Debemos actuar para golpear los cimientos del complejo financiero-militar-industrial, impidiendo que los propios ahorros o los fondos de inversión y pensiones vayan a alimentar a los mercaderes de la muerte, obligando a los bancos a «desarmarse» y volverse más éticos. Las grandes cuestiones internacionales deben volver a ser el centro del debate político general en los parlamentos, las fábricas, los lugares de trabajo, las escuelas y las universidades. Debemos recuperar los espacios de la cultura y el pensamiento de la paz, con el derecho y el deber de resolver las disputas y conflictos a través del diálogo y no por la fuerza. Los movimientos en el Sur del mundo, y aquí en Italia, los que en Val di Susa se oponen al TAV (tren de alta velocidad) o que en Niscemi se oponen al MUOS, con sus prácticas de lucha, de acción directa y desobediencia civil, nos muestran a diario los métodos más eficaces para un camino de desintoxicación y liberación de los mitos de las ganancias fáciles, del saqueo de los territorios y la guerra. La objeción de conciencia generalizada al servicio militar, a la militarización, a la producción de armas, la objeción fiscal no como mero testimonio personal, sino como fenómeno de masas de denuncia y el cierre de relaciones financieras con las instituciones bancarias que promueven sistemas de guerra pueden ser herramientas importantes que nos muestren la solución para dar la vuelta a la balanza de fuerzas entre las mujeres y los hombres y el capital, y evitar la siempre cada vez más rápida y loca carrera de la humanidad hacia el genocidio. Tenemos que intentarlo. Ya.