Por Alejandra Lagos Werth* para SUR y SUR  www.surysur.net

Charlamos con el artista plástico Víctor Canifrú, chileno de nacimiento —Valparaíso, setiembre de 1951—, radicado en Nicaragua luego del golpe militar e instauración de la dictadura militar-cívica en Chile en 1973.
Egresado de la Escuela Experimental de Educación Artística a fines de la década de los sesentas, nos recibe (simbólicamente) en su taller de San José, Costa Rica.

Si bien en Chile no se produjo mayor polémica por el retorno de los exiliados luego del recambio de gobierno al pactar la dictadura la entrega del poder a la Concertación de Partidos por la Democracia, tampoco en términos generales esos “extranjeros temporales forzosos” pudieron mayoritariamente insertarse con su equipaje de conocimientos y experiencias en un país que había cambiado, y cuyos gobiernos promovían gozosos la ablación de la memoria colectiva en el ara de un futuro que 20 años probaron —y prueban— imposible sin precisamente apelar a la memoria y la justicia.

Entre las víctimas —que eso son— del nuevo proceso chileno desde luego no solo deben contarse los del ostracismo, muchos son los productores culturales de nuevas y antiguas promociones confinados al silencio de su trabajo sin mayor reconocimiento o a buscar acomodos mediante becas, subsidios y otras ayudas que el poder suele dejar caer como piedras entibiadas a la espera de una primavera todavía distante tras el largo invierno dictatorial.

Uno de los grupos humanos en que esta falta de política cultural se vuelve ejemplo notorio quizá sea el periodismo; otro, más “subterraneizado” todavía, las promociones que integran los que estudiaron en la Escuela de Educación Experimental Artística, en su momento ejemplo latinoamericano de rescate y anidamiento de conocimiento y cultura volcado sobre un sector de la juventud. Víctor Canifrú, muralista, fue alumno de esa escuela; como muchos debió salir al exilio; fuera de Chile produjo una obra memorable y que se aplaude. Regresar a su lugar de origen es, por ahora, una mera ilusión.

Mural

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—Chieton Moren se titula tu último mural, ¿es una lengua indígena, qué significa?
—Lo pinte en una asociación cultural que se llama así, Chieton Moren, que en lengua boruca significa “trato justo, trato amable”. Ellos se dedican a comercializar productos producidos por las distintas etnias de este país, pero no como intermediarios comerciales: todas las utilidades las reciben los productores.

—¡Qué bonito eso! Casi impensable por estos lados…
—Una gran iniciativa, y eso fue lo que me motivo a pintar este homenaje a los indígenas costarricenses. Como imaginarás, las fronteras políticas poco tienen que ver con los aspectos culturales —al menos en este caso.

—¿Y qué medidas tiene el mural, porque en pantalla se ve hasta el techo pintado…?
—Son 120 metros cuadrados.

—Nada de pequeño. ¿Cuantos trabajaron y cuantos días tardaron?
—En la primera etapa, el manchado, colaboraron ocho muchachos. Todos voluntarios que trabajan en Chieton Moren en distintas cosas.

Luego me quede solo con un asistente; trabajando un promedio de 10 horas diarias, incluyendo los domingos, me lo “volé” en seis semanas.

—¿El manchado es el trazado?
—No. Yo no trazo, voy directo con el color. Manchado es la ubicación de las grandes zonas de color, donde comienzan a aparecer las siluetas y volúmenes que luego van tomando cuerpo y detalle

—Es decir, ¿le pones el color a la superficie y trabajas las formas a puro color?
—Correcto, primero las grandes zonas de color. Luego  aparecen siluetas,  sensaciones de perspectiva que poco a poco van tomando valores, profundidad y dimensión.
“Si analizas lo que ven tus ojos, te darás cuenta que no existen líneas que delimiten las formas, los objetos, si no más bien diferencias de color, de valor. Desde las más sutiles hasta aquellas en que la diferencia es drástica.

—Si  no hay líneas es como mas etéreo, no hay cortes.
—Así es. Solo una diferencia de color. No existen líneas que delimiten los objetos.

—La sensación es de capas o de un  adelante y atrás.
—No. Eso tiene que ver más bien con la forma en que se manipulan los colores para crear esa atmósfera de transparencias.

—¿Esta misma técnica está presente en tus cuadros?
—Si, excepto cuando trabajo a espátula.

Ancestro

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—¿Como el que llamas El ancestro del desierto?.
“No se cómo es con espátula pero se nota en la base de los colores como un triangulo o algo así; como cuando trabajas con cemento y lo tiras a la pared queda como marcada la forma del instrumento… ¿Algo así?

—Si. Como cuando ustedes las mujeres se untan crema sin esparcirla; va quedando una capa gruesa que tiene una fuerte textura que “dibuja” el trazo de la herramienta… No sé si me explico.

—Perfectamente, pero ese estilo tuyo de no trazar, por lo que puedo ver en otros de los amigos de la Experimental [la desaparecida Escuela de Educación Experimental Artística] no lo usan; por ejemplo los trabajos del “Mono” Gonzales,  Pedro Sepúlveda,  Lucia Cartes, Viky Aires, Robinson Avello son por lo que se ve con trazado.
—Sí. El “Mono” (Alejandro González) es el mejor ejemplo; él es como mi antítesis. Su fuerza radica básicamente en la línea que limita los colores.

—A simple vista la diferencia es que, y por lo menos me parece así, es que se ven como más planos…
—Exacto. En Alejandro el  eje central es la línea. El color se transforma casi en una anécdota. Y en ello radica la enorme fuerza y valor de su trabajo. Dirñía que el “Mono” marcó a su generación. Desde su trabajo con las Brigadas Ramona Parra.

—Sin embargo esa misma línea no es tan plana en otros pintores, como en los trabajos de Rivera o los de don Osvaldo Reyes; tampoco el uso de los colores pero si en los rostros hay algo similar, reconocible…
—En  el caso de ellos la línea tiene menos presencia, menos fuerza porque utilizan colores menos contrastados. Lo que hace más sutil el resultado.
“Alejandro, por lo general utiliza el color negro  para perfilar los objetos. Rellenando con colores primarios. Y es eso lo que le imprime esa enorme fuerza, fuerza y dramatismo. Allí su genialidad: el mural como herramienta de comunicación urgente, colectiva, de fácil lectura. De realización vertiginosa.

—Si, un estilo que cobra forma y vida en  lo contestatario.
—Recordemos que las BRP pintaron por lo general  amparadas en la complicidad de la noche; eran trabajos de una sola sesión, por lo cual fueron inevitablemente de realización colectiva. Equipos  en que había unos que trazaban. Y otros que rellenaban.  Todo a una velocidad endiablada y con una precisión admirable.

—Leí que el mural como herramienta política nace en 1963 en Valparaíso para una campana presidencial de Allende.
—Si. Aunque es difícil precisar el momento y el lugar exacto, pero es con las BRP. Con el “Mono” el muralismo en chile logra ese nivel que trascendió las fronteras. Hoy en todo el mundo se conoce esa tan especial forma de pintar un mural. El mural transformado en herramienta. En arma política dentro del concierto de la lucha de clases. Debemos recordar  que todo esto  ocurre en una época de gran efervescencia política en nuestro país.

“Esa misma técnica la apliqué al pintar El sueño de Simón Bolívaren Managua,  y los resultados son más que obvios”.

El sueño de Simón Bolívar, recuerdo haber visto algunas reproducciones… Era una pared como si fuese una tela larga rectangular.
—Si. Largo muy largo. 94 metros, para ser exactos.

—Ése fue el que se destruyó…
—No se destruyo, fue destruido, que no es lo mismo.

—¿Por qué lo destruyeron?
—Por revanchismo político. A las pocas semanas de estrenarse el “regreso a la democracia” en Nicaragua. Durante el gobierno de doña Violeta Chamorro.

—Toda una estupidez… >¿Y cuál es el mural más importante para ti de los tuyos?

—Mmmm… a ver… Digamos que El sueño de Simón Bolívar. Si Arnoldo Alemán, alcalde de Managua en esos días, que fue el que lo mando a borrar junto a otros muchos, hubiese sabido el gran volado [favor] que me estaba haciendo…. jamás lo borra.

¿Por qué?
—Porque eso me sacó del anonimato. Ese trabajo lo pinte por allá por 1984 y nadie, o muy pocos, sabían que era mío. Su destrucción fue un hecho que dio la vuelta al mundo. Todo el mundo se enteró. Ese trabajo había sido declarado patrimonio cultural de Nicaragua. El hecho fue primera plana durante muchos días en periódicos de varios países. Casi noi hay buenas imágenes fotográficas de ese trabajo.

Entonces eres tú el hijo del mural no el mural hijo tuyo.
—La obra de arte es como los hijos. Uno los fabrica, los forma, luego ellos adquieren vida propia y vuelan… Yo no hablo de él. Es él quien habla de mi. “… ¿Te parece si paramos un rato… Voy a fumar un cigarrillo… En San José no se puede fumar en lugares cerrados.

Buena idea
[Pausa]

Ya nos fumamos el cigarrito… A escondidas… Como en la Experimental (Risas).
—¡Qué tiempos aquellos!

¿Los de colegial?
—Si,  “la experimentaaaaaaal .” Allá en la reina.

Cosa curiosa diría que muchos  recuerdan  de un modo especialmente bello, el paso por la EEAA, pero hay otros que recuerdan con mucho dolor ese tiempo, digo: el paso por la EEAA.
—A los que les toco vivir allí el golpe militar. Seguro les trae amargos, muy amargos recuerdos… diría que a todos. Donde quiera que nos haya  tocado vivirlo… fue terrible. Mis años en la Experimental, para mi…. la época mas linda de todas.
“… Fue el descubrir que dentro mío vive un artista; yo tuve la suerte, o el privilegio de, estando en artes plásticas, formarme también como músico en el seno del conjunto Dalcahue…

El grupo folklórico de la EEAA que organizo el profe Enrique Ortiz.
“¿Y como terminaste tú en la pintura o siempre se te dio por eso de la pintura, de lo visual?

—Bueno. Yo siempre pinté. Nunca dejé de hacerlo. De hecho el Sueño de Bolívar lo pinte en una época en que estaba dedicado a la música. Por eso que casi nadie se dio cuenta que era mío

¿Tu preparación como artista pintor nace entonces en la escuela y luego la continuas allá en Nicaragua?
—No, solo con la formación de la Escuela Experimental de Educación Artística. De ahí en adelante tomo algunos cursos ya más específicos, fotografía, iluminación, construcción de escenarios y otras hierbas aromáticas

¿Y ese estilo tuyo es desde siempre, digo eso de no trazar de no dibujar?
—Si. Desde siempre. Es algo así como muy espontáneo. Y luego el trabajo en cine me ayuda mucho, en mi formación.

¿Qué haces en el mundo del cine?
—Trabajo como técnico en escenografía y dirección de arte, en las películas que produjo INCINE ( Instituto Nicaragüense de Cine) en la década de los 80 en Nicaragua.
“En los 80 hubo, como todas las artes, un gran desarrollo, ya que contó con un importantísimo apoyo del estado. Después…. hubo que trabajar ‘a pulso’: todas las expresiones artísticas estaban estigmatizadas

¿Cómo así?
—Arte era sinónimo de sandinismo. Y sandinismo, sinónimo de comunismo. Es hasta estos últimos años en que con mucho esfuerzo se ha logrado realizar algunos largometrajes

Pero tu has logrado vivir de tu arte. Por ejemplo como pintor ¿has participado en exposiciones en otros lados del mundo, en otros países de esta América o solo allí en Nicaragua?
—Sí, yo vivo de mi trabajo. No ha sido fácil, pero lo he conseguido. He expuesto en Nicaragua. Costa Rica y Honduras.

Nunca has expuesto en Chile.
—No, y exponer en Chile, es como mi sueño mas alto… Yo vine a Nicaragua en 1979. Y desde entonces vivo aquí.

Tus obras también reflejan los procesos de ese país; tienes algunos cuadros que reflejen la realidad de esos momentos.
—La mayoría de mi trabajo ya no está conmigo, está en manos privadas.

Me estaba acordando de lo que hemos hablado alguna otra vez sobre el trabajo para Azul
Azul no es un cuadro, es apenas el boceto para un mural que lo sueño pintado en Valparaíso, donde Darío lo escribió y público por primera vez, Allá por 1880 y “calzón chingo”-

Se me vino a la cabeza. No se me olvida que es un tema pendiente, pero y aparte de ello ¿que te gustaría realizar si pudieras estar en Chile?
—¡Qué te puedo decir! Pintar Azul, pintar la gesta mapuche, la defensa de la tierra, las luchas sindicales… Exponer mi trabajo en definiitva… Tantas, tantas cosas. Pero estoy muy involucrado en lo que pasa aquí…
Además…ha pasado tanto tiempo…

Sí, toda una vida.
—He vivido más afuera que adentro, pero sí: me gustaría poder hacer algunas cosas allá en Chile, enseñar todo lo hecho en estos años.

Sería una maravilla, al menos para mí que soy una admiradora de tus pinturas… Pero ya sabemos…
—Sí, sabemos que hay cosas que no dependen de uno, ni de las mayorías… Pero alguna vez será.
——
* Del grupo y editorial Pájaro Negro.