“Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Estas son las palabras del texto sagrado hinduista Bhagavad-Gita que surcaron el pensamiento del hombre a quien se atribuye la creación de la primera bomba atómica, J. Robert Oppenheimer, cuando la primera explosión nuclear de la historia encendió el oscuro cielo del desierto de Nuevo México en el sitio donde se llevó a cabo la prueba Trinity, el 16 de julio de 1945.
Semanas después, las bombas atómicas lanzadas primero sobre Hiroshima y luego sobre Nagasaki provocaron la muerte a cientos de miles de personas y empujaron al mundo hacia la era atómica. A partir de ese momento, la humanidad ha tenido que vivir con la horrenda perspectiva de una guerra nuclear y la posibilidad de una aniquilación masiva. La creencia popular es que la probabilidad de que estas armas no convencionales sean utilizadas ha disminuido desde el fin de la denominada Guerra Fría. Sin embargo, esa percepción se ha visto desafiada recientemente, especialmente desde que el presidente Barack Obama anunció un programa de 30 años de duración por un valor de un billón de dólares que tiene por objetivo modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, visitó el Museo y Memorial de la Paz de Hiroshima el lunes y se convirtió así en el primer Secretario de Estado de Estados Unidos en ejercicio que visita el lugar. Kerry se encontraba en Japón para participar de una reunión del G7. En las declaraciones públicas que realizó desde el museo, Kerry no pidió disculpas por los ataques nucleares, pero sí afirmó: “[El museo] es un recordatorio de lo profunda que es la obligación que tiene cada uno de los que participamos en el quehacer público, en realidad, de la obligación que tiene cada persona que ocupe una posición de responsabilidad, de trabajar por la paz, de crear y procurar un mundo libre de armas nucleares”.
A pesar de esas nobles palabras, el presidente Obama lanzó lo que la Alianza para la Responsabilidad Nuclear (ANA, por sus siglas en inglés) calificó como “un desastroso programa de un billón de dólares”. Así se titula un reciente informe sobre el ambicioso plan de Obama para modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos. El informe será dado a conocer el próximo lunes. Marylia Kelley es una de las autoras del informe y se desempeña como directora ejecutiva de la organización Comunidades de Tri-Valley Contra un Medioambiente Radioactivo (Tri-Valley CARE´s, por sus siglas en inglés), una organización que trabaja en asociación con la Alianza para la Responsabilidad Nuclear. Sobre la visita de Kerry a Hiroshima, Kelley dijo en el noticiero de “Democracy Now!”: “Kerry fue con las manos vacías. Estados Unidos tiene que ir con un plan concreto que tenga por objetivo reducir su propio programa de armamento nuclear. En lo que respecta a armas nucleares, no se puede predicar la abstinencia desde la barra principal de un bar. Estados Unidos está comenzando una nueva carrera armamentista nuclear, porque los otros Estados que poseen armas nucleares, cuando ven nuestro ‘programa de modernización’ obviamente están empezando el suyo propio. Esto tiene que terminar”. Marylia Kelley vive en Livermore, California, sede de uno de los laboratorios nacionales del Gobierno de Estados Unidos dedicado al desarrollo y fabricación de bombas nucleares.
El presidente Obama pronunció su primer discurso sobre el arsenal nuclear de Estados Unidos el 5 de abril de 2009 en Praga. En esa ocasión, expresó: “Hoy en día, la Guerra Fría ha desaparecido pero miles de aquellas armas no. En un extraño giro de la historia, ha disminuido la amenaza de una guerra nuclear mundial, pero el riesgo de un ataque nuclear ha aumentado. Hoy en día hay más países han adquirido armamento de este tipo. Las pruebas continúan y el mercado negro de secretos nucleares y materiales nucleares abunda”.
Al igual que su promesa de cerrar la prisión de Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo, su promesa de que Estados Unidos avance hacia el desarme nuclear parece haber sido abandonada. A las organizaciones de base que integran la Alianza para la Responsabilidad Nuclear les gustaría que Obama realizara un viaje histórico a Hiroshima, como el primer Presidente de Estados Unidos en ejercicio que lo hace. Marylia Kelley sostuvo: “Si Obama fuera a Hiroshima, tendría que aprovechar la visita como una oportunidad, no para pronunciar promesas y palabras vacías acerca de un futuro mundo libre de armas nucleares, sino para realizar propuestas concretas acerca de la forma en que Estados Unidos va a dar pasos en esa dirección y la forma en que vamos a cambiar de rumbo, porque en este preciso momento, avanzamos a pasos agigantados en la dirección opuesta».
Los debates de la actual campaña presidencial estadounidenses casi no han incluido el tema del arsenal nuclear de Estados Unidos y todos los gastos, desechos nucleares e inmensos peligros que constantemente representa. Al día siguiente de haber lanzado su campaña a fines de mayo de 2015, se le preguntó al senador Bernie Sanders acerca del programa de actualización del arsenal nuclear de EE.UU. en una asamblea pública celebrada en New Hampshire: “Todo eso tiene que ver con nuestras prioridades como país. ¿Quiénes somos como pueblo? ¿El Congreso escucha al complejo militar industrial que nunca ha visto una guerra que le desagrade o escucha a las personas de este país que están sufriendo?”.
En 1946, un año después de Trinity, de Hiroshima y de Nagasaki, Albert Einstein, que formuló la teoría de la relatividad que dio a luz a la bomba atómica, hizo al mundo una advertencia que sigue vigente al día de hoy: “El poder desencadenado del átomo lo ha cambiado todo, excepto nuestra forma de pensar y, por lo tanto, vamos a la deriva hacia una catástrofe sin precedentes”.
Por Amy Goodman y Denis Moynihan